MUJERES MAYORES ACTIVISTAS: TRAYECTORIAS Y EXPERIENCIAS EN MOVIMIENTOS Y ORGANIZACIONES SOCIALES EN CHILE

 

OLDER ACTIVISTS WOMEN: TRAJECTORIES AND EXPERIENCES IN MOVEMENTS AND SOCIAL ORGANIZATIONS IN CHILE

 

Paulina Osorio-Parraguez[1]

Ignacia Isolda Navarrete Luco[2]

Rocío Briceño[3]

Gillian Saavedra Parraguez[4]

 

Resumen:

Este artículo presenta los resultados de una investigación que explora las trayectorias y experiencias políticas de mujeres mayores chilenas en sus espacios de participación política y activismo. A través de un diseño metodológico cualitativo e inductivo, se realizaron entrevistas en profundidad, de carácter biográfico, a mujeres activistas mayores de 60 años que habitan y reflexionan en diversos campos posicionales de la vida social y política en Santiago de Chile. Desde la gerontología feminista y estudios interseccionales, se analiza e interpreta la información empírica producida. Los resultados permiten concluir que la participación política y el activismo femenino en la vejez se articula sobre la base de tres ejes: el lugar de la trayectoria biográfica y socio-histórica de participación política y activismo a lo largo de la vida; experiencias y situaciones de violencias y discriminación por razón de género y edad; y el despliegue de ciertas estrategias de resistencia de agencia colectiva. Se reflexiona sobre el accionar colectivo de mujeres mayores y cómo la deuda histórica de politización de la vejez femenina puede hoy encontrar cabida en los múltiples contextos en que se gestan los actuales movimientos sociales y feministas.

 

Palabras clave: mujeres mayores, participación política, activismo, envejecimiento, Chile

 

Abstract:

This article reports on a study that aimed to explore the political trajectories and experiences of older Chilean women, in their spaces of political participation and activism. Through a qualitative and inductive methodology, we conducted in-depth biographical interviews with female activists over 60 years of age, who inhabit and reflect on various positional fields of social and political life in Santiago de Chile. We analyse and interpret the produced data from the perspective of feminist gerontology and intersectional studies. The results allow us to conclude that political participation and female activism in old age is articulated on the basis of three axes: the place of the biographical and socio-historical trajectory of political participation and activism throughout life; the experiences and situations of violence and discrimination based on gender and age, and the deployment of certain strategies of collective agency resistance. We reflect on the collective action of older women, and on how the historical intergenerational debt and the politicization of old age females can find a place in the multiple contexts in which the current feminist movement is developing.

 

Keywords: Older women, political participation, activism, ageing, Chile

 

Recepción: 30 de noviembre de 2020/Aceptación: 22 de marzo de 2021

 

En este artículo se reflexiona y visibiliza la participación política y activismo femenino en la vejez. Su objetivo es conocer y analizar las prácticas de activismo y participación de mujeres mayores en Chile. Si bien la participación social de las personas mayores ha sido un ámbito promovido y destacado desde la política pública institucional, ésta se orienta principalmente a lo recreativo, a actividades físicas y de ocio. En otro ámbito, la participación política y activismo de personas mayores en movimientos sociales más amplios, aparecen como fragmentados e invisibilizados en la escena pública actual. Las preguntas que guían este estudio son: ¿Cómo se configuran las experiencias de envejecer de mujeres mayores activistas? ¿Cuáles son las dimensiones de violencia y desigualdades identificadas por mujeres mayores activistas? ¿Cuáles son las prácticas de resistencia/agencia de mujeres mayores activistas? A través de ellas se abordan las experiencias de acción colectiva de mujeres mayores en distintas organizaciones sociales-reivindicativas y espacios políticos, desde donde se observó y profundizó en los enunciados y posiciones de la participación política y activismo de las mujeres mayores. El tema general que comprende este estudio es la relación estructural entre el género y la vejez. Su abordaje se realiza desde el conocimiento de las propias experiencias y vivencias de las mujeres mayores, lo que permite su visibilización como agentes activas a través de sus trayectorias de envejecimiento.

En la vejez, la participación de “la mujer es considerablemente más alta en organizaciones de adulto mayor, de padres y apoderados y de organización territorial y/o juntas de vecinos” (Ministerio de la Mujer y la Equidad, 2019, p. 15). Esta participación de mujeres mayores en diversos movimientos y colectivos sociales se da en un contexto sociodemográfico de envejecimiento poblacional, no sólo en Chile sino en América Latina. La feminización del envejecimiento demográfico es una característica a destacar, pues es en ese contexto en que van emergiendo y fortaleciéndose la acción colectiva de las mujeres mayores en nuestro país.

 

Participación de las personas y mujeres mayores

La participación social de las personas mayores es considerada un derecho y ha sido resguardada en distintas convenciones internacionales desde la declaración de los “Principios de las Naciones Unidas en favor de las Personas de Edad” en 1991 (MIDES, 2019). En esta carta se señalan, entre otros derechos fundamentales, el derecho a la independencia, la participación, la autorrealización y la dignidad (MIDES, 2019). Otro instrumento a destacar, ratificado por la mayoría de los países latinoamericanos es la Convención Interamericana sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (2015), en este documento la “participación, integración e inclusión plena y efectiva en la sociedad” (Organización de los Estados Americanos, 2015) es un principio de la Convención, además de integrarse un artículo específico sobre el derecho a la participación e integración comunitaria.

En el recorrido de 30 años de la creación de instrumentos internacionales, promoción y garantía de los Derechos Humanos de las personas mayores, la participación plena suele verse truncada, o al menos dificultada, por los estereotipos negativos asociados y atribuidos a la vejez, a la falta de reconocimiento ―y, en ocasiones, de autorreconocimiento― como colectivo (MIDES, 2019). En general, la participación de las personas mayores se ve atravesada por el enfoque del “envejecimiento activo”, el que, sin embargo, sólo es aplicado parcialmente (Serrat, 2016), buscando encauzar su participación en actividades recreacionales, deportivas o turísticas, mientras que minimiza la posibilidad de incidir en políticas sociales o públicas dirigidas a sus demandas sociales.

Fuera de estos marcos institucionales, las personas mayores se organizan, ya sea en sus espacios territoriales cercanos o en movimientos sociales de mayor envergadura. En el caso de Chile, la IV Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez señala que un 44.2% de las personas mayores participan en alguna organización social (Rosell, Herrera, Fernández y Rojas, 2017). En Chile, son las mujeres quienes participan mayormente, alcanzando niveles de participación de un 43% entre los 75 y 84 años (SENAMA, 2011).

En el contexto latinoamericano, es posible identificar movimientos sociales conformados por personas mayores, ya que justamente sus reivindicaciones y luchas tienen relación con desigualdades y discriminaciones basadas en la edad. Destacan las luchas por sistemas de pensiones y reformas a leyes previsionales: El Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC) en Brasil, formado en la década de 1980 (Conte, Zanini y Ribeiro, 2019); la Unidad Nacional de Adultos Mayores (UNAM) en Nicaragua creada el 2007 (Serra, 2020); el Frente de Personas Mayores en Argentina, que emerge en 2015 (Soto, 2020); la Coordinadora Nacional de Trabajadores “No+AFP”, en Chile, que nace en 2012 (Soto, 2016), entre otros.

También, existen grupos articulados por la reparación de Derechos Humanos vulnerados por conflictos políticos y armados. En Colombia, en el 2012 se conformó la Confederación de Personas Mayores Víctimas (Organización Iberoamericana de Seguridad Social, 2020). Movimientos sociales de familiares de detenidas/os desaparecidas/os y ejecutadas/os políticos, que nacen en la década de 1980 en el contexto de dictaduras cívicas militares, son hoy en día conformados y liderados principalmente por mujeres mayores. Son, por ejemplo, las “Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo” en Argentina (Quintana, 2015) o la “Agrupación Mujeres por la democracia en Chile” (Gross, 2015). En estos casos, las demandas políticas no son motivadas por desigualdades específicas de la adultez mayor, sino por la desaparición de sus hijas/os y/o nietas/os a manos de regímenes militares.

Actualmente se han conformado organizaciones comunitarias que han logrado generar redes de protección para grupos de mujeres marginadas socioculturalmente, y que experimentan sus procesos de vejez desde la estigmatización y exclusión social. Son los casos de “La Casa Xochiquetzal”, en México (Desrus y Gómez, 2014) y “Sueños de Mariposas”, en Argentina (Cybel, 2019). De estos ejemplos, destaca la diversidad de formas de participación de las mujeres en la vejez, que se agrupan en diferentes esferas y ámbitos sociales.

En el caso de mujeres mayores, éstas tienen una baja participación política al experimentar discriminaciones basadas en “la desigualdad que se construye socialmente a partir de una supuesta inferioridad de las mujeres (razón de género) y de las mayores (razón de edad)” (Farah, Sánchez y Castro, 2012, p. 89). Esto genera situaciones de desventaja en la participación a nivel privado o público y que se expresa, por ejemplo:

 

No respetando sus derechos, no teniéndoles confianza, no valorando su capacidad y/o dudando de ella, no tomándolas en cuenta en representaciones políticas, sociales ni en la conducción de instituciones (porque se prefiere a personas jóvenes), y finalmente por la escasez de espacios y lugares de encuentro para las adultas mayores. (Farah et al., 2012, p. 89)

 

La edad termina siendo un factor importante dentro de la exclusión política de las mujeres mayores, ya que al transitar a la vejez se manifiesta una pérdida de privilegio y un menosprecio a este grupo. Esto incluso tendría relación en la falta de importancia que se les da a éstas dentro del activismo feminista y los estudios de género (Calasanti, Slevin y King, 2006).

 

Sobre los lugares de las mujeres mayores en los movimientos feministas

Una de las deudas históricas y contemporáneas del feminismo en sus diferentes olas, ha sido incorporar la vejez y a las mujeres mayores como parte del movimiento feminista (King, 2013). Al respecto, la problematización de las posiciones políticas y sociales que han ocupado las mujeres mayores en éstos desde una perspectiva histórica, permite observarlas como parte de la orgánica y su acción feminista. Los primeros movimientos organizados de mujeres, consensuados bajo la primera ola del feminismo, se articulan para disputar el derecho al voto femenino. El sufragismo, localizado a mediados del siglo xix en Inglaterra, estuvo conducido por mujeres burguesas adultas y mayores (King, 2013). El feminismo de las décadas de 1960 y 1970, se construye como un movimiento principalmente de mujeres jóvenes, cuyo eje de lucha política son los derechos sexuales y reproductivos. La centralización del eje biológico/reproductivo desplazó la vejez femenina como lugar de enunciación feminista. Las brechas intergeneracionales entre mujeres jóvenes y mayores, se ven reflejados en este campo de acción política, donde las mujeres mayores son invisibilizadas en el movimiento y discurso feminista (King, 2013).

El momento de inflexión indudable es la segunda ola feminista, donde activistas afronorteamericanas denuncian opresiones diferenciales entre género, raza y clase, como posiciones encarnadas no compartidas con feministas “blancas”. El feminismo “negro” robustece la teoría feminista en ejes invisibilizados y naturalizados anteriormente, y profundiza en la interrelación de estas categorías de diferenciación/opresión estructurales e históricas. Esta lucha política sienta las bases para que en la década de 1980 se articule el concepto de interseccionalidad (Hooks, 1981; Crenshaw, 1989). La crítica de los feminismos negros, permite ver algunas cuestiones relacionadas a la edad como sistema de diferenciación social. Sin embargo, al posicionarse la triada de exclusión y opresión estructural entre género/clase/raza, la edad continua invisibilizada como sistema de diferenciación (Krekula, 2007; Wilinska, 2010). Ese momento histórico fue clave para articular un discurso que reivindica la edad como sistema de opresión y de estructuración social, y que además denunciaba al feminismo de un carácter edadista (Macdonald y Rich, 1983).

La gerontología feminista emerge desde las bases de la gerontología crítica anglosajona y norteamericana y frente al cuestionamiento intelectual de mujeres mayores que, como tales, no se sentían parte de los movimientos feministas de la segunda ola. Esa exclusión no sólo se refería a la participación política, más bien a una no-representación dentro de las epistemologías y teorías feministas. El enfoque propone el género como eje que marca diferentes trayectorias y experiencias en el envejecer, por lo tanto la premisa conceptual es la visibilización del cruce entre género y vejez. Revisa el sistema sexo/género que continúa y se particulariza en la vejez femenina, generando estructuras diferenciales en el proceso de envejecer para mujeres y hombres.

La propuesta metodológica de la corriente es develar el carácter estereotipado y androcéntrico de la vejez femenina, indagando en los discursos de las propias mujeres mayores para comprender sus experiencias como mujeres envejecientes (Freixas, 1997; Twigg, 2004). Teóricas de la gerontología feminista, fueron activistas en la segunda ola feminista. A través de las reflexiones de estas mujeres, no como jóvenes, sino como mujeres “maduras” y/o envejecientes, se observa el desplazamiento de la edad como eje de opresión/desigualdad diferencial. La revisión crítica hacia la segunda ola feminista en particular, y a los estudios de género y feministas en general, es la invisibilización política de la vida de las mujeres mayores, al ser el centro político la vida reproductiva-biológica de las mujeres.

En la década de 1990, se empezó a producir conocimiento científico desde otras áreas del saber, como las Humanidades y Ciencias Sociales, en relación al envejecimiento femenino (Arber y Ginn, 1996). De tal forma, el envejecimiento deja de ser un proceso que únicamente se entiende desde un fundamento cronológico-biológico, para comprenderlo desde la diversidad y heterogeneidad.

Actualmente, el corpus teórico en la gerontología feminista, conjugada con las teorías interseccionales (Calasanti et al., 2006; Krekula, 2007; Wilinska, 2010), posibilitan indagar en el nexo entre género y vejez integrando múltiples dimensiones que posicionan a las mujeres mayores en estructuras de diferenciación/opresión y resistencia/agencia. Entendemos que estructuras de posicionamiento social (edades, racialización, pertenencia étnica, identidades de género, orientaciones sexuales, clases sociales, entre otras) son a su vez categorías relacionales y dinámicas durante el curso de vida (Ferrer, Grenier, Brotman y Koehn, 2017). La interseccionalidad, como teoría de la diferenciación y diversidad contemporánea, abre espacios para profundizar las interrelaciones de subordinación/resistencia entre diversas categorías sociales encarnadas por mujeres mayores. Destacan estudios sobre población migrante femenina envejecida (Zajicek, Calasanti, Ginther, y Summers, 2006; Ferrer et al., 2017); mujeres mayores indigentes (Gonyea y Melekis, 2016) y precariedad económica-laboral en mujeres mayores (Moore y Ghilarducci, 2018).

 

Metodología

Este artículo se enmarca en una investigación de tipo cualitativa e inductiva, realizada en la Región Metropolitana de Chile entre marzo de 2019 y octubre de 2020. En un primer momento del proceso investigativo, se revisó una serie de datos secundarios de caracterización sociodemográfica de la población de mujeres mayores en Chile. Esta información permitió situar social y económicamente a las mujeres mayores en el país y a su vez definir criterios para la construcción de una muestra de mujeres mayores con trayectorias biográficas de participación política y activismos. Se trabajó con una muestra por conveniencia que no busca representación estadística, priorizando la diversidad en sus características estructurales. Este tipo de muestreo nos asegura la validez de los resultados, pues se selecciona a las participantes que mejor puedan informar sobre el fenómeno estudiado (Mejía, 2000). La muestra estuvo compuesta por nueve mujeres mayores entre 63 y 80 años, activistas sociales y comunitarias que participaban en Sindicatos de trabajadoras de casa particular, asociaciones gremiales de pensionados y pensionadas, organización territorial de adultos mayores, organización de carácter religioso, defensa de Derechos Humanos, Diversidad Sexual LGBTIQA+ y lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres (ver Tabla 1).

Para un segundo momento metodológico, la técnica de producción de información fue la entrevista en profundidad de carácter biográfico, cuyo eje de articulación fue la trayectoria de participación política y activismos de las entrevistadas. La estrategia de contacto y la invitación a participar en la investigación fue a través de las organizaciones sociales previamente identificadas por ámbito de acción social y político. Posteriormente se tomó contacto con las dirigentas o voceras de las organizaciones y con activistas, invitándolas a formar parte del estudio.

El guión de la entrevista fue flexible, priorizando que la propia entrevistada fuera estructurando el diálogo desde su relato. El registro se realizó a través de grabadora digital y notas en cuaderno de campo. Se trabajó con dos modalidades para la realización de las entrevistas: una primera, al inicio de la investigación, de encuentros directos con las participantes en sus organizaciones o en otros espacios acordados; y una segunda, en la etapa final de la investigación, que se caracterizó por encuentros a través de plataformas virtuales debido al contexto sociosanitario de confinamiento en el país. Para este último caso, las formas de registro fueron las mismas. En cada una de las sesiones de entrevista se aplicó un protocolo de consentimiento informado, de forma escrita u oral, con el fin de resguardar el anonimato de las participantes y los aspectos éticos de la investigación.

Para el análisis de la información empírica se utilizó el método comparativo constante a través de la identificación de categorías definidas previamente y categorías emergentes, las cuales se agruparon de acuerdo a las siguientes temáticas: a) trayectorias de participación política y activismo en el curso de vida; b) identificación de violencias y discriminaciones en las vejeces femeninas y c) prácticas de resistencias y agencia para la participación política y activismo. Posteriormente se generó una relación temática entre ellas. Para procesar esta información se utilizó el software Atlas.ti 7.

 

Tabla 1: Perfil de las entrevistadas

Identificación

Edad

Ámbitos de participación política y activismo

Activista lesbiana

69

Derechos Humanos y Diversidad Sexual

Médica feminista

80

Derechos Humanos; lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres

Dirigenta comunitaria

76

Desarrollo territorial; unión comunal de Clubes de Adulto Mayor

Dirigentas pensionadas (3)

63, 69, 73

Asociación de pensionados y pensionadas del sector público; reforma al sistema de pensiones

Vieja feminista

75

Movimiento Feminista; lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres

Sindicalista

65

Sindicato de trabajadoras de casa particular

Religiosa

76

Organizaciones comunitarias de carácter religioso

 

Resultados

Trayectorias de participación política y activismo en el curso de vida: “la que nace chicharra muere cantando”

Para situar y comprender el activismo y organización política en las experiencias de mujeres mayores, es necesario generar un recorrido biográfico para dar cuenta de la construcción política en sus cursos de vida. Se enuncia como un proceso dado en relaciones sociales y socio-histórico, el cómo y por qué se han integrado a distintos espacios de participación política y activismo en diferentes momentos vitales. En ellos, se deja ver una naturalización y articulación de la participación política como algo propio de sus vidas ―como una suerte de “genética organizativa”―, relacionada a la socialización de la actividad política en sus trayectorias familiares:

 

Siempre me he repetido [...] el que nace chicharra muere cantando. Yo voy a ser [así] hasta el final. [...] Hay varias razones, pero yo creo que la principal es porque viene en los genes [...] Mi padre y mi madre eran dirigentes. (Dirigenta comunitaria, 76 años)

 

Lo mío ha sido un compromiso social, ha ido mutando entre temas de derechos, y a medida que fue pasando el tiempo, se fue perfilando mucho más en los temas de diversidad sexual [...] He participado, de acuerdo a mi edad, y a mi proceso histórico y de vida, he ido mutando distintos compromisos. (Activista lesbiana, 69 años)

 

Su vinculación con espacios sociales y políticos comenzaron a edades tempranas, en procesos de transformaciones políticas y culturales en Chile, experimentados desde la década de 1950, y que fueron conducentes al fortalecimiento de un movimiento de izquierda popular en los primeros años de la década de 1970. Al posicionar el momento histórico y político en que desarrollaron sus juventudes ―marcado por el gobierno de la Unidad Popular―, se observa el cruce entre los contextos sociohistóricos, las generaciones y la participación política:

 

De joven siempre fui muy activa [...] no tanto en lo político, pero en lo social sí. Siempre tuve interés en organizarme. Trabajé, de hecho, muy presente en el gobierno de Salvador Allende [...] participé muy activamente en su gobierno y me abrió un sentido de la necesidad de organizarse. (Sindicalista, 65 años)

 

Mi participación con temas sociales ha sido de siempre, cuando estaba en el colegio [...] fui presidente del centro de estudiantes y fui presidenta en la Facultad de Educación cuando estudié. (Activista lesbiana, 69 años)

 

En los relatos de las mujeres, la dictadura cívico militar (1973-1990) se transformó en un punto de inflexión. Se desarticulan instituciones públicas y se orienta la política estatal con un carácter neoliberal. La persecución, tortura y desaparición tanto de militantes de partidos políticos de izquierda, como de trabajadoras/es y sus asociaciones gremiales, son experiencias que re-configuran las trayectorias políticas y espacios de organización de las mujeres mayores.

A niveles generacionales el trauma afectivo de la violencia física y estatal, es parte de la memoria de estas mujeres. Se señalan las consecuencias físicas y corporales que se pueden expresar y desarrollar en la vejez:

 

Le tengo miedo a las consecuencias que la tortura puede tener en mí cuando sea más vieja [...], o sea cuando yo me olvido de una palabra ¡sufro! que no te digo, o sea me muero. (Activista lesbiana, 69 años)

 

Las primeras socializaciones y participación en distintos espacios políticos ―la familia, la educación, el trabajo― se ven atravesados por la dictadura y el exilio.

En estos relatos se puede identificar la importancia de las trayectorias de vida en la construcción de diversos activismos. Por ejemplo, aquellas mujeres que comenzaron luchando por mejoras en el ámbito del trabajo, hoy, siendo viejas, continúan enfocadas en la mejora de las pensiones. Otro ejemplo es el caso de la entrevistada que comenzó su activismo por las demandas en torno a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, quien actualmente visibiliza con su activismo la particularidad de la salud de las mujeres siendo mayores. Es decir, tal como señala una de las entrevistadas, en estas trayectorias activistas, se produce una especie de “mutación” en la lucha social que se desarrolla en conjunto con sus trayectorias de vida.

 

Identificación de violencias y discriminaciones en las vejeces femeninas: “la mujer vieja tiene una imagen que es más castigada social y culturalmente”

Las trayectorias biográficas dan paso a la identificación de desigualdades y/o problemáticas sociales en la vejez femenina. Las construcciones de activismos están cruzadas por ámbitos sociales y personales, como el trabajo doméstico y de cuidados, pensiones y jubilación, la formación académica de las entrevistadas, el territorio, la religiosidad, el trabajo asalariado, y la discriminación que viven dentro de sus propias organizaciones sociales.

Una de las manifestaciones de violencia identificadas es en torno al trabajo doméstico y de cuidados. Si bien existe una continuidad de este trabajo por el mandato de género al interior de sus grupos familiares, también las mujeres mayores se emplean formalmente en los trabajos domésticos. En estos casos, las trabajadoras de casa particular identifican conflictos y violencias ejercidas por otras mujeres ―sus empleadoras―:

 

Diría que el 90% de la violencia que se ejerce hacia una trabajadora [doméstica] es por otra mujer. El hombre se mete poco con las trabajadoras. Es trabajo de casa, es siempre de la mujer. (Sindicalista, 65 años)

 

Además de la violencia experimentada en los espacios laborales, al jubilarse, sus ingresos son afectados por los modelos androcéntricos y patriarcales de los sistemas de pensiones (Cooperativa Desbordada, 2020), que establece diferencias de género basadas en la esperanza de vida:

 

La famosa tabla de expectativas de vida son las que más perjudican a las mujeres en el nuevo sistema. Así que nuestros fondos, [aunque] tengamos los mismos fondos que los hombres a nosotras nos tiene que alcanzar para más años. (Dirigentas pensionadas, 63, 69 y 73 años)

 

De la misma manera, destacan que han sido desplazadas por hombres mayores que pertenecen a organizaciones sociales que reivindican luchas políticas similares, pero a quienes se suele dar mayor visibilidad política y mediática:

 

Sí, el hombre siempre es el que manda, el que organiza. Para las marchas sobre todo lo vimos nítidamente eso. Entonces a nosotras nos ponían un poco atrás. (Dirigentas pensionadas, 63, 69 y 73 años)

 

Son los mismos “compañeros” quienes ejercen esta violencia, en otras etapas y luchas políticas en el curso de vida y en el presente.

Indagando desde sus propios activismos las desigualdades y violencias particulares, visibilizan las discriminaciones por edad y género, donde si bien se reconoce una violencia institucional y estructural hacia la vejez, también se hace relevante destacar las violencias simbólicas y de género a las que se ven enfrentadas:

 

[...] para el capitalismo neoliberal, las personas que no producen riqueza son desechables [...] ¿Y quiénes son? Las mujeres mayores obviamente, que son las que ya no producen cuerpos para el trabajo, cuerpos para el consumo, ni cuidan ya los cuerpos para que cotidianamente se reproduzca la fuerza de trabajo, entonces esas mujeres ya no le sirven al capital neoliberal. (Médica feminista, 80 años)

 

[...] que no nos achiquen con el lenguaje, a mí el lenguaje me importa mucho, que no nos abueleen [sic]. Yo soy señora, yo no soy abuelita de nadie, más que de mis nietos. Que nos den el lugar en la sociedad que nos merecemos, como se merece todo el mundo. (Vieja feminista, 75 años)

 

Respecto del castigo social que persiste hacia la vejez y que se manifiesta en discriminación, exclusión y aislamiento, yo siento que en Chile esto se manifiesta muy profundamente. En general, la mujer vieja tiene una imagen que es más castigada social y culturalmente. (Vieja feminista, 75 años)

 

En la exclusión social de las problemáticas de fondo que las aquejan, se identifican otras formas de violencia basadas en las concepciones e imaginarios de género que posicionan a las mujeres en el rol de cuidadoras, referidas a la obligatoriedad de cuidar a sus nietos y nietas, apareciendo casi como la única posibilidad de trabajo el que está justamente ligado a los cuidados. Frente a esto, existe una fuerte crítica al trabajo reproductivo que está sólo asociado a las mujeres y naturalizado en el rol de abuelazgo durante la vejez. Sobre todo, se cuestiona una serie de complejidades y violencias que conllevan estos trabajos para las mujeres mayores, en la que, si bien ellas proveen cuidados, no necesariamente los reciben, siendo el entorno más directo parte de esta violencia:

 

[...] las mujeres que han tenido toda una vida de esfuerzo físico, mental y social, viven sus últimos años en la pobreza, solitarias y sin posibilidad de cuidado por parte de la familia, los hombres siempre mueren cuidados por sus mujeres y las mujeres que quedan solas no pueden ser cuidadas por nadie porque las nuevas generaciones ni siquiera alcanzan a cuidar a sus hijos. (Médica feminista, 80 años)

 

A través del activismo se identifican discriminaciones y violencias hacia la vejez femenina. Se considera como parte del propio activismo la visibilización de éstas y, con ello, integrarlas en su discurso de demanda. Las mujeres activistas mayores resisten en tanto existen violencias encarnadas y que observan en otras mujeres mayores.

 

Prácticas de resistencias y agencia para la participación política y activismo: “Allá estamos nosotras, aunque seamos pocas, pero vamos”

Como respuesta a las violencias identificadas, se señalaron acciones cotidianas y planes a futuro posibles de entender como prácticas de resistencia/agencia que buscan generar cambios en torno a problemáticas que estas mujeres visibilizan como colectividad. Estas prácticas se desarrollan en espacios organizacionales, pudiendo ser de carácter intergeneracional o exclusivamente de personas mayores. Aquí las opiniones son disímiles, por un lado, una de las entrevistadas destaca que la lucha de las mujeres debe complementarse y no limitarse por la edad:

 

Creo que sería poco enriquecedor que nos atrincheráramos en una lucha corporativa, solamente como de feminismo por las condiciones de las personas mayores, en circunstancias que creo que el feminismo tiene que incorporar las luchas de todas las mujeres [...] allí estamos muchas de nosotras incorporadas. (Médica feminista, 80 años)

 

Por otro lado, otras entrevistadas destacan que existe una invisibilización en cuanto a las necesidades de las personas mayores, dándose en diversos espacios de organización, por ejemplo, en el feminismo:

 

Por supuesto que a mí me duele la deuda desde las compañeras feministas, que no se incentivan, no se inspiran en esta temática porque es invisible, porque ellas no la quieren ver. No ven a sus compañeras viejas, que estuvieron hace 10 años luchando con ellas. (Vieja feminista, 75 años)

 

Otra entrevistada destaca que:

 

Claramente, no hay ningún movimiento de diversidad sexual en términos generales que tenga una preocupación real por la comunidad LGTBIQ de la tercera edad, cero. (Activista lesbiana, 69 años)

 

En otro ámbito, una práctica utilizada por diversos movimientos sociales ―de diferentes generaciones― es la organización de marchas, sean estas en el centro de la ciudad con convocatorias masivas o en sus territorios cercanos, convocando a vecinos y vecinas:

 

Sí, en todas las marchas que hay del adulto mayor, allá estamos nosotros [...] salimos de nuestro barrio con todas las viejas marchando y llegamos acá a la Municipalidad. (Dirigenta comunitaria, 76 años)

 

Aunque estas actividades tengan una alta convocatoria, no generan un gran impacto, pues los medios de comunicación no les entregan la difusión deseada a sus demandas:

 

Hicimos todas las marchas posibles, unas marchas inmensas que hicimos, pero no nos daban mucha cobertura. (Dirigentas pensionadas, 63, 69 y 73 años)

 

La territorialidad se destaca también en el caso de la activista religiosa, quien desarrolla su militancia en la organización de espacios de apoyo mutuo para mujeres, niñas y niños vulneradas/os:

 

[...] las personas necesitaban servicios que son de alguna manera organizados. Trabajamos [...] atendiendo aquellos servicios que en otro momento hemos creado para que nuestro pueblo tenga una respuesta a sus necesidades. Al mismo tiempo hemos trabajado con muchas mujeres que necesitan hacer trabajos y ganar en su casa su dinero a través de la artesanía [y] la formación de talleres. (Religiosa, 76 años)

 

Las mujeres mayores articulan formas de resistencia a desigualdades socioestructurales desde sus propias organizaciones y territorios, por medio de sus intereses, profesiones y conocimientos propios. Al conocer las estructuras que las oprimen es posible desarrollar herramientas de resistencia a partir de la autoeducación como estrategia:

 

Mi próximo proyecto es juntar un grupo de compañeras y enseñarles a defender a una trabajadora en la inspección del trabajo. ¿Cómo hacerlo? Lo primero que las mandé fue a estudiar el Código del Trabajo. Bueno, con este proyecto que tengo de enseñarles a las chicas a conocer bien la ley, a enfrascarse, a entenderla, porque no es fácil y poder formar un grupo de compañeras que estén dispuestas a ir a defender a las compañeras a la inspección. (Sindicalista, 65 años)

 

En el caso de las activistas académicas, se destacó el uso de publicaciones como una forma de visibilizar e informar sobre la realidad de las mujeres envejecidas:

 

Y así esas temáticas tan importantes que tomaron las redes de mujeres fueron compartiéndolo y replicando. Nosotras intentamos ponerlas en estas revistas que editamos [...] Se distribuían a la membresía constituida por grupos de mujeres que funcionaban en los diferentes países de la región, pero también a profesionales de la salud, a las enfermeras, a las y los médicos, a algunos políticos interesados en temas de mujer. Sirvieron, de alguna forma, para abrir reflexiones alrededor de temáticas silenciadas. Y en uno de estos Cuadernos, a mí se me ocurrió porque me tocaba por mi edad y por mi interés personal, priorizar el tema de las mujeres mayores. Creo que fue un acierto. (Vieja feminista, 75 años)

 

Mujeres que fueron presas políticas durante la dictadura, desarrollan prácticas que interpelan y denuncian las violencias de Estado, a través de la creación de elementos literarios que promueven una memoria feminista, desde sus voces como mujeres mayores:

 

Con el mismo activismo que tengo ahora, pero además con compañeras ex presas, hemos conformado un grupo para escribir memoria literaria feminista. O sea, escribir en conjunto un libro de cuentos feministas de ex prisioneras, de nuestras vidas en la prisión y después de la prisión, pero siempre referida a nuestra calidad de ex prisioneras políticas y feministas. (Médica feminista, 80 años)

 

Para estas mujeres mayores activistas sus formas de agencias y resistencias, no implican solamente manifestarse y visibilizar sus problemáticas a través de marchar en espacios públicos o hacerse visibles en la calle, sino que además generan una serie de prácticas de resistencias desde sus propios territorios y organizaciones en distintos ámbitos: comunitarios y de solidaridad territorial, en sus sindicatos, en sus producciones académicas y en el desarrollo de memorias políticas.

 

Reflexiones finales

En este artículo se ha reflexionado sobre la participación política y el activismo en la vejez femenina, desde diversos ámbitos de acción colectiva. Se exponen las trayectorias de mujeres mayores que participan activamente en diversas organizaciones y luchan tanto por demandas políticas particulares ―como el sindicato de trabajadoras o asociaciones de pensionadas―, como en movimientos sociales más amplios. El análisis presentado muestra diversas experiencias de mujeres mayores activistas, que se relaciona a sus posiciones socio-estructurales, desde donde enuncian y reflexionan de su participación social y política; y enseña, una vez más, la importancia de destacar la heterogeneidad en los cursos de vida del grupo de mujeres mayores en particular, y de la vejez, en general.

Los hallazgos permiten identificar tres ejes de articulación en el activismo femenino durante la vejez: el lugar de la trayectoria biográfica y socio-histórica de participación política y activismo en sus cursos de vida; experiencias y situaciones de violencias y discriminación por razón de género y edad; y el despliegue de ciertas estrategias de resistencia de agencia colectiva, que buscan visibilizar el edadismo y la doble discriminación que viven las mujeres mayores.

Desde las investigaciones sobre gerontología feminista y procesos de visibilización contemporánea de la vejez en los movimientos de mujeres, es posible observar cómo se instala y experimenta una problematización de las vidas cotidianas y violencias socio-estructurales de las vejeces femeninas. Aún así, las mujeres mayores que participaron en este estudio, identifican discriminaciones basadas en la edad, y las brechas intergeneracionales en los movimientos feministas. Esta lectura concuerda con antecedentes históricos (King, 2013) y contemporáneos de la gerontología feminista (Calasanti et al., 2006), en la indicación de cómo el feminismo consistentemente ha desafiado los mandatos sociales de género, pero no ha prestado atención a las construcciones sociales de la vejez.

Desde un enfoque del curso de vida (Ferrer et al., 2017), destacan las trayectorias biográficas como elementos angulares para la comprensión de la participación política y activismo femenino en la vejez. Los distintos tránsitos en espacios políticos tienen que ver tanto con las edades, las posiciones estructurales, como de los contextos socio-históricos ―las dictaduras, la instalación del neoliberalismo, los movimientos actuales de mujeres― en que se desarrollan las diferentes luchas. Estos son procesos relatados ya por otras experiencias de feministas viejas (Macdonald y Rich, 1983; Luongo, 2020).

Es interesante notar la crítica de las mujeres mayores a cómo la institucionalidad y política pública cosifica su participación social (Soto, 2020). Es necesario continuar visibilizando los posicionamientos políticos e interseccionales que están siendo construidos por mujeres mayores activistas sobre las vejeces femeninas. Tanto en los movimientos feministas, como en su participación y acción política en movimientos y transformaciones sociales más amplios. A la luz de los movimientos feministas en Latinoamérica, se gesta una oportunidad de articular las posiciones de las vejeces femeninas al interior de los debates feministas. Justamente, la deuda histórica intergeneracional y de politización de la vejez femenina, puede hoy encontrar cabida en los múltiples contextos en que se gesta el feminismo y de la transformación social. La evidencia recopilada apunta a la necesidad de profundizar en experiencias interseccionales sobre el envejecimiento femenino de mujeres mayores latinoamericanas.

 

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Agradecimientos

Esta investigación se realizó en la línea “Género y Envejecimiento” de la Red de Investigación en Interseccionalidad, Género y Prácticas de Resistencia (Red Iger), Universidad de Chile, financiada por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, 2019-2021. Agradecemos a las mujeres mayores que participaron en este estudio y a Esteban Rojas Müller, estudiante en práctica de la Red Iger, quien desarrolló parte del trabajo de campo.



[1] Chile. Correo electrónico: posorio@uchile.cl

[2] Universidad de Chile, Chile. Correo electrónico: ignav.lu@gmail.com

[3] Chile. Correo electrónico: rocio28bg@gmail.com

[4] Chile. Correo electrónico: gillian.saavedra@gmail.com