La numerosa cantidad de artículos recibidos para nuestra convocatoria “Género e inclusión” derivó en este segundo tomo de La Ventana bajo la misma temática. No es de extrañar que tantas personas estén escribiendo sobre un tema que nos atraviesa y evidencia la actualidad. En este número lxs lectorxs podrán encontrar diálogos en los que nuestrxs colaboradorxs se han planteado diversas preguntas dándose a la tarea de ahondar y responder. Dichas discusiones cruzan diferentes vértices: desde los espacios privados de cuidado, hasta políticas públicas, pasando por la atención a la salud, el activismo por derechos, la organización colectiva y la inclusión en espacios universitarios.

            Al lanzar la pregunta ¿quiénes necesitan espacios de inclusión?, los autores nos han respondido. Identificamos a las mujeres migrantes carentes de derechos laborales; personas con enfermedades autoinmunes que no reciben derechos de salud dignos; nos escriben sobre mujeres obligadas a practicar la gestión de cuidados en países latinoamericanos; entre muchos otros temas puestos sobre la mesa de discusión que nos hacen nombrar y darnos cuenta de las problemáticas que urgen ser abordadas. A partir de las lecturas de nuestro número 59 hemos identificado que el principal propósito de la inclusión es identificar las barreras que limitan el acceso a la participación digna y libre de manera cotidiana y encontrar la brecha para minimizarlas y eliminarlas.

            Sabemos que los artículos en este volumen abonan a la cuantiosa conversación en asuntos de género, discapacidades, migrantes, diversidad, cuidados y minorías. Nombrar es darles un espacio, saber que existen y comunicar que de alguna u otra manera están resistiendo en una lucha que pocxs conocen y que aún más pocxs apoyan; hablar de ellxs es otra manera de incluirlxs en nuestra cotidianeidad y hacerlxs partícipes de espacios públicos, dar a conocer las injusticias que viven, poner sobre la mesa las responsabilidades que nos corresponden en materia de inclusión y dejar que sus voces tomen el espacio que les corresponde para denunciar y hacerse visibles.