PERSPECTIVAS DE LAS (IN)VISIBILIDADES DEL CUERPO QUEER/HETEROSEXUAL: EL CUERPO TRAVESTI EN
LA NOVELA PLÁSTICO CRUEL
Premthara Chaichumporn[1]
Resumen
Este artículo tiene como objetivo presentar las perspectivas de la apropiación al cuerpo de los travestis, debido a la transgresión de la normatividad sexual y a la dualidad de la identidad masculina y femenina. La noción del cuerpo travesti se considera como un cuerpo desnaturalizado, mientras que el cuerpo heteronormativo representa al género natural por la reproductividad desde su cuerpo naturalizado. Para cuestionar la relación entre el travestismo y el cuerpo, Plástico cruel (2011), novela argentina escrita por José Sbarra, representa las (in)visibilidades del cuerpo que reinterpretan las dimensiones corporales de los personajes heterosexuales y los travestis en la sociedad de consumo, rodeado por la idea materialista y la obsesión corporal.
Al referirse al cuerpo normalizado de la heterosexualidad y al cuerpo no normativo del travestismo, se aplica el concepto able-bodiedness a la heterosexualidad. Por el contrario, los travestis son etiquetados como un cuerpo no capaz. La reinterpretación conceptual del able bodiedness aplicado en los personajes heterosexuales revela que la heteronormatividad, aunque tiene su cuerpo funcional no logra buscar el amor y una relación estable.
Palabras clave: travestismo, cuerpo, able-bodiedness, (in)visibilidad, (des)naturalización
Abstract
This article aims to represent perspectives of the travesty body appropriation, due to the body normativity transgression and the duality of masculine and feminine identity. The notion of the travesty body is considered as denaturalized body, while the heteronormative body represents the natural gender because of the reproductive capacity from their naturalized body. In order to question the relationship between transvestitism and body, Plástico cruel (2011), the Argentine novel written by José Sbarra, represents the (in)visibilities of the body, which reinterpret the body dimensions of heterosexual and travesty characters in the consumer society, surrounded by the materialism and the body obsession.
Referring to the heterosexual normalized body and the travesty non-normative body, the concept able-bodiedness is appropiately applied to the heterosexuality. On the contrary, transvestites are labeled as unable body. The concept reinterpretation of “able-bodiedness” applied to heterosexual characters reveals that heteronormativity, in spite of their functional body, does not succeed in love and stable relationship.
Keywords: transvestism, body, able-bodiedness, (in)visibilities, (de)naturalization
RECEPCIÓN: 1 DE MAYO 2017/ACEPTACIÓN: 31 DE MAYO 2017
(Des)naturalización del cuerpo queer en la literatura
Dentro del ámbito de estudio queer y de la política de género se clasifica un cuerpo en dos únicos sentidos: un cuerpo normal y un cuerpo anormal. Concretamente, el cuerpo queer constituye un enfrentamiento entre lo normalizado y lo deformado bajo la mirada, el control social, político y religioso en América Latina. Al denominar lo normal y lo normalizado, todos los conceptos están vinculados a la ideología de la heterosexualidad en la cual se produce la práctica discursiva acerca de la normatividad sexual.
En el siglo XX, la literatura homosexual representa la anormalidad corporal en forma de la desmoralización, deshumanización y deformación. Todas estas ideas consideran al cuerpo como algo desnaturalizado. En La Virgen de los sicarios (Vallejo, 2002), el cuerpo está bajo el control religioso y social para definir el género normal y el cuerpo normalizado. Alexis, como protagonista sicario homosexual, posee una dualidad de la masculinidad y homosexualidad para expresar su identidad sexual. La narración del espacio corporal se enfoca en que el personaje lleva consigo tres escapularios: uno en su cuello, otro en el antebrazo y el último en el tobillo. Estos son símbolos de la divinidad religiosa y lo motivan en el cumplimiento de su misión. Lo naturalizado vuelve a ser visible en el momento en que Alexis se identifica con su rol sicario: el sujeto yo heterosexual. A pesar de ello, el rasgo homosexual le provoca ser eliminado del espacio heteronormativo. Como es un queer sicario, Alexis es rechazado por Dios, y la eliminación al cuerpo desnaturalizado es un castigo para enaltecer la heteronormatividad.
La representación del cuerpo travesti en El beso de la mujer araña (Puig, 1994) muestra al protagonista Molina como un sujeto subordinado y complementario, al lado del prisionero político Valentín Arregui. El vestido y el comportamiento de Molina muestran una asimilación a la feminidad. La única manera para convertirse en una mujer es vestirse, maquillarse y andar como una mujer, es decir, el cross-dressing le permite acercarse y minimizar su desnaturalización corporal. Por esta razón, para naturalizar el cuerpo travesti el cross-dressing puede funcionar como una comodidad, una asimilación, una transición y una apropiación al cuerpo travesti. De todas maneras, tener el cuerpo feminizado a través de su vestimenta no deduce que el protagonista haya logrado una búsqueda fantasmagórica y se identifique como mujer ya que la desetiqueta de la desnaturalización corporal no le permite convertirse en una mujer normalizada, sino en una persona con cuerpo afeminado. Por lo tanto, el cuerpo del travesti funciona como complemento, subordinando y confirmando la legitimidad de la heteronormatividad.
Para un sujeto travesti la asimilación de la feminidad es solamente una imitación de la naturalización femenina bajo la estructura heteropatriarcal. Si un travesti se somete a dicha estructura, esto significa que acepta la superioridad de la heteronormatividad. La narración del cuerpo travesti tiene, por tanto, una connotación peyorativa, humilde y despectiva para fortalecer la naturalización del cuerpo heterosexualizado. El cuerpo es un sitio donde se ejerce una ambivalencia bajo el poder dominante, especialmente, el cuerpo travesti, cuya “idealización” y significantes se ven más tangibles, polémicos, dinámicos y fluyentes porque tiene la feminidad y masculinidad más sobresalientes que el cuerpo homosexual. En Cuerpos que importan, Butler se refiere a la imitación cuando explica:
Afirmado que todo género es como el travesti o está travestido sugiere que la “imitación” está en el corazón mismo del proyecto heterosexual y de sus binarismos de género, que el travestismo no es una imitación secundaria que supone un género anterior y original, sino que la heterosexualidad hegemónica misma es un esfuerzo constante y repetido de imitar sus propias idealizaciones (Butler, 184: 2002).
En el siglo XXI, el enfoque sobre el cuerpo recibe la influencia del pensamiento centrado en el individualismo, el materialismo y la libertad sexual para la apropiación del cuerpo. Existen varios enfoques teóricos para leer cómo se conceptualiza un cuerpo sexualizado, donde se entrecruzan una serie de prácticas discursivas. Por eso, el campo del cuerpo sexualizado es un espacio multidimensional para representar la (des)naturalización. El punto más polémico a la hora de referirse al cuerpo queer es la categorización dentro de la desnaturalización. Es decir, el estudio del cuerpo homosexual masculino y del cuerpo travesti representa un grado de diferencia y de subcategorización.
En La migraña, novela autobiográfica del mexicano Antonio Alatorre (2012), se representa la preocupación por el cuerpo y la mente individual. El estado de la migraña le permite al protagonista, Guillermo, proyectar ciertos pensamientos y recuerdos internos en forma de sueños con los que quiere retroceder en el tiempo, y de comportamientos en un nivel consciente e inconsciente. La memoria le hace vivir una ilusión óptica, aunque le provoca sufrimiento y preocupación. Por otra parte, los recuerdos juveniles le permiten observar y conceptualizar el cuerpo después de que Guillermo observa a Pepe, un chico de quince años que está desnudo. Para el protagonista, la transición del cuerpo juvenil al cuerpo adulto, le hace preocuparse por la naturalización del cuerpo masculino: “quisiera quedarme para siempre como Pepe. No quiero ser adulto.” (Alatorre, 2012: 38). Durante la transición a la pubertad, la noción del cuerpo sexualizado y naturalizado le provoca un autoconocimiento para que se identifique como un heterosexual masculino. Para Guillermo, el cuerpo naturalizado, es un cuerpo conocido/desconocido y familiar/ajeno.
Materialización del cuerpo travesti: ¿Una vuelta a la naturalización?
Para responder a la pregunta sobre la naturalización es importante relacionar el cuerpo naturalizado con la heterosexualidad que considera al travestismo como cuerpo desnaturalizado. Esta desnaturalización obstaculiza a los sujetos travestis, les imposibilita identificarse y representar su cuerpo en público debido a que la materialización del cuerpo permite y legaliza al cuerpo normalizado. Sin embargo, la (des)naturalización ayuda a los individuos travestis a proyectar su identidad en ciertos espacios sociales, como en los desfiles gay, el espectáculo y el cabaret. Si se considera al cuerpo travesti como naturalizado teóricamente, ¿esta naturalización beneficiará el placer sexual de los heterosexuales masculinos o favorecerá la estética femenina de los travestis?
El Carnaval: ¿Los travestis se convierten en las mujeres?
En América Latina la materialización del cuerpo queer se idealiza mediante las prácticas institucionales que enmascaran la pluralidad del cuerpo sexualizado y delimitan la presencia de los queers en algunos contextos sociales. De igual manera, la representación del cuerpo travesti está permitida momentáneamente en una ocasión específica, en un lugar observado y un tiempo situacional. Las escenas del carnaval latinoamericano vivifican y reavivan estos cuerpos queer para reidealizar, representar y llevar a cabo la materialización del cuerpo. Asimismo, el carnaval permite a los individuos expresar el cuerpo queer naturalizado a través del concepto de las diversidades en América Latina, tierra de riqueza étnica, cultural, histórica, incluso de género: “El travestismo es una importante subcultura dentro del escenario homosexual de Latinoamérica; asimismo está autorizado por la sociedad en general, aunque de manera pasajera, dentro de la estructura de Carnaval” (Cornwell, citado por Chant y Craske, 2007: 266).
La manifestación en el carnaval es una exposición del proyecto de la identidad multisexual donde subyace la óptica heterosexual para controlar y significar el género normativo. Por un lado, la escena carnavalesca permite a todos participar y sentirse divertidos, incorporados, e identificados como una identidad colectiva latinoamericana ante la mirada internacional. La diversidad identitaria sexual vuelve a la visibilidad mediante la celebración; el cross-dressing exaltado fortalece y enaltece el cuerpo queer, especialmente a los travestis en vivificar y materializar su cuerpo e identidad. Por otro lado, dentro de la manifestación del cuerpo diversificado se encuentra una mirada heteropatriarcal que todavía repite la idealización del cuerpo sexualizado. Al representar y reidealizar el cuerpo queer el proyecto es visible bajo la observación y la mirada heterosexual. Es la materialización ejemplar del cuerpo (des)naturalizado en el espacio, el lugar y el tiempo situacional. Por esta razón, el carnaval es una ambivalencia de la manifestación y materialización del cuerpo queer latinoamericano, que no puede subvertir la normatividad y la naturalización del cuerpo heteronormativo.
La mitificación de la escenificación carnavalesca permite a los travestis vestirse de mujer para el autoconocimiento de su identidad y para acercarse a la feminidad. De la misma forma, esta transformación de vestimenta en pos de lo femenino es una sobrerrepresentación corporal de manera exaltada físicamente. En vez de acercarse a la naturalización por ser travestis, produce un desconocimiento y distanciamiento ante la mirada pública. El proceso de la mitificación de la fantasía identitaria femenina los delimita en sus bordes corporales, lo cual les hacen quedarse en su cuerpo desnaturalizado. Como el carnaval representa “la autenticidad del baile travesti”, el sujeto del yo travesti suele sobrerrepresentar, materializando el cuerpo como una expresión hiperbólica y exponiendo la desnaturalización. Butler (2002: 192) considera que “el sujeto es la imbricación incoherente y movilizada de varias identificaciones; está constituido en y a través de la iterabilidad de su actuación, una repetición que le sirva a la vez para legitimar e ilegitimar las normas de autenticidad que lo producen a él”. Por tal razón, la manifestación carnavalesca ayuda a representar la naturalización y la presencia del cuerpo queer, en este caso, los travestis a la visibilidad. Por otro lado, la exposición exaltada del cuerpo les enaltece la desnaturalización ante los espectáculos heteronormativos. Es decir, el cuerpo queer sigue manifestando la desnaturalización.
El consumismo y el cuerpo travesti
Debido a la globalización, ciertas influencias culturales occidentales y orientales se entrecruzan. Este fenómeno afecta no sólo la manera de consumir productos, servicios y bienes, sino también la consideración del cuerpo como un capital de recurso económico. La sociedad consumista considera al cuerpo como una dimensión socioeconómica porque va en aumento su valor y su valoración. La materialización del cuerpo queer bajo la globalización hace cambiar el concepto del cuerpo queer marginal, subcategorizando y desnaturalizando al cuerpo que tiene valor económico, ya que, para llevar a cabo la materialización del cuerpo travesti es necesario que sea modificado médicamente.
El avance tecnológico de principios del siglo XXI, ha jugado un papel imprescindible en la apropiación al cuerpo. El cuerpo travesti está bajo la justificación del discurso médico para obtener un estado de perfección corporal y para acercarse a la feminidad; el discurso médico-estético conceptualiza no sólo la belleza, sino el valor económico de los cuerpos modificados. Dentro del contexto global la modificación corporal travesti sigue creando su mundo utópico para obtener un cuerpo femenino. Para los travestis el término “plástica” se hace tangible y esencial en procesos como la rinoplastia y mamoplastia con los cuales pretenden llegar a ser de género femenino y naturalizar su desnaturalización. A pesar de ello, el cuerpo travesti modificado, teóricamente, no logra la feminidad sino la afeminidad porque el género normativo presupone la función biológica reproductiva calificando su naturalización.
En el nivel regional y continental latinoamericano el cuerpo travesti no está permitido en ciertos espacios públicos. Cada nación todavía puede conceptualizar e idealizar un cuerpo normalizado. El cuerpo travesti queda excluido en la marginalización del cuerpo homosexual masculino, a pesar de haber obtenido la cirugía plástica: “En México y en Brasil los travestis manipulan y transforman atributos físicos –cabellos, pechos, nalgas– por medio de cirugía, hormonas y otras invenciones, para realzar su ‘afeminación’” (Chant y Craske, 2007: 267).
En el presente, la tecnología de la modificación corporal considera a los travestis como una desviación sexual que necesita reestructurar el cuerpo para acercarse a la feminidad, en la cual los sujetos travestis están bajo las prácticas médicas. La operación plástica aumenta la feminidad idealizada mientras que reduce la masculinidad visible. Por eso lo masculino se sustituye por lo femenino mediante el uso de objetos plásticos. La plasticidad conlleva un desdoblamiento para la formación de la identidad sexual. Por un lado, el uso de la tecnología de cirugía plástica convierte al cuerpo desnaturalizado en un cuerpo naturalizado femenino de forma parcial. También estas tendencias permiten a los sujetos travestis ser visibles, de hecho, se someten a la patología sexual, psicológica e identitaria antes y después del cambio corporal a partir de la justificación médica de naturalizar al cuerpo travesti. Concretamente, el género travesti representa una identificación no identificada. La finalidad de materializar el cuerpo travesti puede asumir que aún tiene un cuerpo desnaturalizado.
En la literatura, los sujetos travestis desempeñan trabajos relacionados con la prostitución para poder comer, pagar rentas, apoyar a la familia, incluso se someten a cirugías porque si tienen aspectos femeninos pueden tener un mayor estatus social y económico sobre los demás travestis y hombres. Es por ello que los travestis que ejercen la prostitución necesitan una inversión corporal para poder ganarse la vida. En tales casos el cuerpo es un proyecto identitario para llegar a la feminidad. Por desgracia, algunos travestis no logran realizar este proyecto: “se realizan otras transformaciones corporales que, en la mayoría de los casos, las mismas travestis se autoprovocan sin una consulta profesional especializada previa, tal es el caso de la hormonización y algunas prácticas ‘caseras’ que implican un riesgo mucho mayor” (Camacho, 2007: 36). El cuerpo materializado mediante la cirugía o las prácticas caseras implican una temporalidad. En el consumismo, el cuerpo travesti se ve obligado a mantener la frescura, la seducción y la feminidad como una marca etiquetada para la satisfacción sexual.
El proyecto de reidealización del cuerpo travesti implica una imitación utópica de los modelos corporales femeninos. Al cumplir la operación plástica, ¿qué modelos deberían mantener los travestis bajo una sociedad consumista para expresar su afeminidad? La apropiación del cuerpo les obliga a mantener la temporalidad del cuerpo feminizado para satisfacer el placer de los hombres, ya que, el cuerpo puede llegar a caducarse, deshacerse y deformarse. El carnaval, como la manifestación de la diversidad sexual, es una escena para ensayar obras corporales modificadas de los travestis. El cuerpo expuesto es observado y consumido por los espectadores en el desfile del orgullo. Es por ello que conlleva un valor económico y estético. El cross-dressing, la vestimenta exagerada y extravagante, y el cuerpo modificado en las escenas de sobrerrepresentación del travestismo, y a la vez, expresa su atracción sexual.
Existe una correlación entre la política de género y la política de nación a través de la manifestación carnavalesca y el símbolo del cross-dressing, en el sentido de que la nación conceptualiza el cuerpo travesti como desnaturalizado y este cuerpo travesti representa su naturalización como la diversidad sexual:
Each geopolitical location obeys its own social and political logic in the particular ways different forms of sexual identity begin to occupy and unsettle the public imaginary: subjects identified by their sex or gender variance thus display different conditions of possibility for the emergence of their subjectivities (Lewis, 2010: 4).
Los espectáculos o los shows travestis se sumergen en la corriente consumista para promocionar la economía del país aprovechando el eslogan de la diversidad sexual. El cabaret, las marchas queer y el concurso de belleza de Miss Trans en América Latina todavía se quedan observados bajo la óptica heteropatriarcal para conservar la heteronormatividad. Por esta razón el cuerpo queer es uno de los promotores económicos en el nivel regional y global.
Finalmente, ciertas marchas de diversidad sexual funcionan sólo para diversificar y glorificar los géneros pervertidos en cierto contexto situacional debido a que el cuerpo queer todavía se plasma en la desnaturalización, especialmente, el cuerpo travesti. La sociedad consumista lo representa de manera socioeconómica, en cambio, en los ámbitos religiosos, políticos y militares son etiquetados peyorativamente. Al materializar el cuerpo travesti, el proyecto de imitación, reidealización, naturalización, y autonomía identitaria se queda sin trayecto final por el incumplimiento de transfigurarse en una mujer femenina.
El able-bodiedness y la naturalización del cuerpo queer/heterosexual
En el estudio del cuerpo queer la cuestión más polémica es cómo se conceptualiza un cuerpo (no)normativo. Normalmente, el cuerpo es un campo de batalla, de lucha y de negociación en cuanto a la política de género, además la función reproductiva. La heterosexualidad suele ser representada de manera válida por cumplir esta función reproductiva y tener el cuerpo natural, funcional y moral. Este es un modelo idealizado. Aplicando el concepto teórico de Compulsory Able-Bodiedness para analizar el cuerpo y el género queer/heterosexual, está demostrado que el able-bodiedness fortalece la heteronormatividad sobre la homosexualidad[2].
Si se traduce literalmente, el able-bodiedness define un estado del cuerpo capaz/potencial para funcionar, complementar, contribuir y cumplir algo. De hecho, según la traducción se ve obligado a que el cuerpo capaz/potencial se someta a la ideología de la heteronormatividad[3]. Al analizar este concepto puede observarse en primer lugar, que el cuerpo capaz significa una capacidad procreativa: el cuerpo tiene que corresponder al sistema y a la relación heterosexual. En segundo lugar, el cuerpo capaz funciona como un modelo discursivo y preserva la normatividad sexual ejercida por las instituciones sociales para idealizar la heternormatividad. En cambio, los sujetos no normativos se vuelven menos visibles en los espacios sociales, políticos y culturales dominados por los heteronormativos. En tercer lugar, el cuerpo capaz no debería enfocarse en la productividad sexual, en cuanto al sistema idealizado del género, sino que abarcaría la productividad socioeconómica. Las justificaciones del cuerpo capaz, en el sistema económico es básicamente un cuerpo laboral. Por ejemplo, en la sociedad consumista, el cuerpo es visto como capital/fetiche para representar el concepto de la potencia física y estética y, a la vez, hacer el marketing del able-bodiedness[4]. El cuerpo capaz bajo el consumismo se percibe como materia vendida, rentable y beneficiosa al identificarse; es un espacio de negociación y de inversión económica, aparte de la formación identitaria sexual. Para la apropiación del cuerpo en el presente el able-bodiedness es trascendental para mantener el valor económico y comercial del cuerpo.
El able-bodiedness juega un papel importante para idealizar la naturalización del cuerpo. Al mismo tiempo, los sujetos se ven obligados a obedecer, cumplir y permanecer al sistema heterosexual. McRuer explica el concepto del able-bodiedness:
En primer lugar, able-bodiedness es una de las bases de las formas dominantes de género y sexualidad (y viceversa, las formas dominantes de encarnación se basaron en la heterosexualidad y la comprensión tradicional de la masculinidad y la feminidad). En segundo lugar, quería mostrar que el compulsory able-bodiedness es igualmente imposible de alcanzar a la perfección y sin contradicción alguna. Y, así como Butler mostró que los géneros y las sexualidades no normativas pagan un precio en el sistema de la heterosexualidad obligatoria, mi teoría busca examinar cómo los cuerpos y las mentes no normativas están oprimidas en un sistema de compulsory able-bodiedness (Pérez y Ripollés, 2016: 141).
El compulsory able-bodiedness surge en plena preocupación disidente para materializar el cuerpo heteronormativo, que vuelve a ser una identidad preferible e idealizada. ¿Qué aspectos justifican el compulsory able-bodiedness? Si un sujeto heterosexual tiene una discapacidad física, pero tiene la capacidad reproductiva, ¿esto se puede calificar como able-bodiedness? En cambio, si un sujeto queer es una persona discapacitada, ¿lo calificarían como cuerpo discapacitado y mente perversa? En la base del compulsory able-bodiedness subyace la política de expresión e identificación heterosexual obligatoria. Por tanto, se entrelazan el compulsory able-bodiedeness y la compulsory heterosexualidad como una sistematización idealizada.
Normalmente, el cuerpo queer se aleja del término able-bodiedness por su nudo psíquico en el momento de tener relaciones sexuales con el género opuesto, a pesar de que se tiene habilidad reproductiva. El problema es que ¿los queers deberían tener el able-bodiedness para identificarse como normativos? Tanto la normatividad como la naturalización está basada en la justificación de la óptica heterosexual que la ejerce desde el género normativo. En este caso el cuerpo travesti se encuentra anómalo, discapacitado, perverso por poseer la ambivalencia femenina y masculina en un solo cuerpo. Sin embargo, el cuerpo travesti logra exponerse y beneficiarse en las actividades económicas como la prostitución, las marchas de diversidades sexuales, los espectáculos y los medios de comunicación. Es decir, los travestis representan su cuerpo laboral, capaz, productivo o able-bodiedness en el sistema socioeconómico, cuya presencia corporal tiene fines comerciales. Probablemente, el cuerpo travesti tiene que acercarse a la feminidad, transformándose en una mujer afeminado, por lo menos, tener pechos, para que su cuerpo funcione económicamente. La naturalización es feminizar su cuerpo; pechos firmes y grandes, piel lisa, nalgas curvas. Entonces el cuerpo capaz/potencial de los travestis podría ser denominado como el able-bodiedness.
La manera de la apropiación al cuerpo en Plástico cruel
Además de ser subcultura dentro de la homosexualidad, el cuerpo travesti representa la transición identitaria de la masculinidad a la feminidad. En la novela Plástico cruel se argumenta la noción del cuerpo de los personajes heterosexuales y los personajes travestis bajo el concepto del able-bodiedness. Normalmente, el cuerpo con estas características es destinado a los personajes heteronormativos, sin embargo, la heterosexualidad revela la relación superficial hasta que les obstaculiza encontrar el amor. En Plástico cruel José Sbarra narra la relación incondicional de Bombón, quien se identifica como un travesti y se siente apasionado con el protagonista Axel, pero está en una relación con Linda Morris, una mujer guapa y rica. La historia se narra en formas fragmentadas, diálogos y diarios, los cuales revelan el mundo ilusionado, deseoso, decepcionado del protagonista travesti hacia Axel. En el mundo de Bombón ser una mujer afeminada le hace crear un mundo imaginario donde puede expresar su identidad y deseo identitario abiertamente. En la novela, los elementos “diario” y “señales de tránsitos” se usan para revelar los sentimientos y el entendimiento al mundo del protagonista.
El cuerpo travesti: Bombón y La Malco
Aunque le llaman “poeta y puta”, Bombón ha intentado estar visible en el mundo de Axel, sin embargo, la presencia de Bombón no logra convencer a su amante para satisfacer la relación sexual. Tampoco puede identificarse como una mujer debido a su cuerpo desnaturalizado. Tiene solo dos pechos, sin órganos reproductivos y sexuales femeninos, es decir, su cuerpo tiene una hibridez física masculina y femenina. Lo anterior es perceptible en el siguiente fragmento de la novela:
– ¿Qué clase de chica es Bombón?
– Es la clase de chica que puede ser un chico.
– ¿Es lesbiana?
– No, es travesti.
– ¿Está operada?
– Tiene tetas, buenas tetas.
– Pero... ¿abajo?
– Tiene huevos.
– ¿Te acostaste con Bombón?
– Me chupó la pija un par de veces.
– ¿Por qué lo decís todo de la peor manera? (Sbarra, 2011: 41).
Según Linda y Axel, a los travestis les falta una operación para convertirse en una mujer. No tienen el cuerpo naturalizado que corresponde al sexo biológico al nacer, sino que tienen un cuerpo desnaturalizado afeminado. Además, el personaje travesti no logra ser una mujer completa y natural. Es decir, el travestismo es un género que oscila entre la masculinidad y la feminidad, y nunca llega a ser feminidad, sino la afeminidad mental y física. Esta naturalización se conceptualiza a partir de la función reproductiva humana y la habilidad procreativa: es una percepción ideal, idealizada, reidealizada y evoluciona hasta formar la ideología del cuerpo naturalizado.
El cuerpo de Bombón, por lo tanto, se concibe miedoso e inseguro, pero a la vez, produce una sensación seductora. En su diario, Bombón describe y representa su cuerpo como un juego de fantasía y de placer sexual:
A mí me encienden por las tetas. Si un hombre me acaricia bien las tetas podrá obtener de mí lo que quiera. Mis pezones son el PLAY para que empiece el placer. Aprieta mis tetas y dará comienzo el juego. Me enciendo por ahí. No soy una mujer hasta que un hombre no abre sus labios para cerrarlos sobre mis pezones. Aprieta mi PLAY y el placer del mundo estará en tus manos (Sbarra, 2011: 41).
Al contrario, La Malco, amigo travesti de Bombón, tiene el cuerpo envejecido, con rasgos menos estéticos y afeminados:
La Malco no es atractiva, tiene las tetas horriblemente caídas y su culo no permite un solo elogio. Hace treinta años que La Malco tiene las tetas caídas y un culo que no permite elogios y sin embargo se sorprende de que los hombres no quieran verla más después de haberla llevado a la cama (Sbarra, 2011: 79).
Por estas razones, el cuerpo travesti necesita rejuvenecer la apariencia femenina para satisfacer con el placer sexual a los personajes masculinos. Es decir, deben exponer su rasgo corporal femenino estético más que el masculino.
El cuerpo heterosexual: Axel y Linda Morris
Como los personajes heterosexuales pertenecen a la categoría de la naturalización sexual, la consideración al cuerpo normalizado les permite tener una relación más estable y prolongada que la de los personajes travestis. Linda Morris, una chica urbana vive en la ciudad de Buenos Aires, está enamorada de Axel apasionadamente. Linda es representada como una mujer superficial en la sociedad metropolitana, donde se preocupa por sí misma y por el placer sexual. El personaje tiene varios seudónimos como la Muñeca de Plástico, la Burguesa Plastificada, el Plástico Cruel, la Muñeca Barbie. En el momento de que Axel y Linda tienen la relación sexual, nos hace interpretar el concepto de la naturalización y la desnaturalización. Linda cuenta a su madre:
– Me quedó ardiendo el culo toda la semana.
– ¿Cómo te atreviste a hacer algo así?
– Con él no hay nada a lo que no me atreva. – Vas a tener que ir al analista.
– Cada vez que siento el ardor en el culo me acuerdo de Axel. Es como si lo llevara a todas partes dentro de mí.
– ¡Linda! Dejá de hablar de ese modo.
– No puedo. Estoy enamorada.
– ¿Se lo dijiste a ese chico?
– Sí. Y me respondió que lo único que le interesa del plástico es su cualidad de ser descartable. (Sbarra, 2011: 63-64).
Concretamente, el sexo anal queda prohibido e interpretado como un tabú moral en algunas culturas, de todas maneras, esta relación se hace a través del cuerpo heteronormativo, ciertas normas tradicionales se reconceptualizan y se consideran como una preferencia individual. El cuerpo heteronormativo, por tanto, es un espacio de reidealizar lo normal y lo anormal.
La apropiación al cuerpo y lo abyecto
El cuerpo (des)naturalizado se relaciona con el concepto de la abyección porque este marco teórico ayuda a entender las dimensiones del cuerpo. Para representar un cuerpo naturalizado, es imprescindible mantener el cuerpo sano y seguro sin exponer la identificación pervertida, en este caso la homosexualidad. La abyección muestra un desdoblamiento de aceptar y eliminar algo significativo formando al sujeto desde dentro[5]. Por un lado, el sujeto necesita lo abyecto como una formación para identificarse; por otro, lo abyecto tiene que ser rechazado si el sujeto se considera perjudicado. Dentro de cada sujeto lo más importante es conservar y rechazar lo abyecto desde la infancia hasta la muerte para mantener una vida sana y segura.
El travestismo muestra su incertidumbre identitaria entre la masculinidad y la feminidad, es decir, la afeminidad. El cuerpo travesti puede ser un ejemplo de la ambivalencia sexual que representa lo abyecto. Tal es el caso de Bombón, quien se vuelve visible en el momento en que puede satisfacer el placer sexual a los personajes heterosexuales, sobre todo a Axel. No obstante, el cuerpo travesti es rechazado al terminar las misiones sexuales. Axel quiere la presencia de Bombón solo para cumplir su deseo sexual. El cuerpo abyecto de los travestis es visible cuando muestra la estética o la belleza afeminada, comparando el cuerpo agradable de Bombón con el cuerpo desagradable de su amigo travesti La Malco. Sin embargo, Axel no puede tener la relación sexual anal con Bombón, sino con Linda, una mujer heterosexual. El cuerpo travesti funciona como algo significativo para que Axel sobreviva en el mundo de la fantasía sexual, pero en el mundo heteronormativo Axel debe rechazarlo porque el deseo al cuerpo travesti puede perjudicar su naturalización de ser masculino heterosexual.
Algunas nociones del cuerpo son perceptibles en la interpretación de residuos corporales tales como la saliva, la sangre, el excremento, la orina. Estos son fluidos sexuales que producen los cuerpos. En Plástico cruel estos elementos significativos muestran que, al cruzar los bordes corporales, son deseados y rechazados al mismo tiempo. Lo abyecto se convierte en un algo significativo para cada sujeto de manera diferente:
Cae tu meada. Oro desde tu entrepierna hasta mis piernas. Rayo de sol humeante y vertical. Cae tu meada. Chispas doradas de tu amor líquido caen sobre los engranajes caliente de mi locura. Báñame. Empápame. Cae tu meada. Méame la espalda, méame el culo, los huevos, los pies y lléname la boca (Sbarra, 2011: 56).
En la novela al referirse a “una forma de amor líquido” Axel está satisfecho y también Linda está satisfecha por lograr hacerlo. Así se evidencia cuando le responde a su madre: “No me escapé... lo disfruté, mamá” (Sbarra, 2011: 59). Lo abyecto vuelve a ser algo significativo para los dos cuerpos desnudos heteronormativos.
En la escena que Alex está satisfecho con estos fluidos corporales, Linda se siente aburrida por su comportamiento sexual. Ella considera que el amor líquido es fluyente y temporal, y empieza a negar lo abyecto producido por el cuerpo de Axel: “Voy a tragarme cada una de las gotas de mi leche sobre tu cuerpo. Después podrás ducharte” (Sbarra, 2011: 90). De hecho, Linda lo ve como asqueroso y empieza a salir con Trespa, uno de los amigos de Bombón. La obsesión con el cuerpo de Trespa está relacionada con su apariencia física afirma Bombón que Trespa “es la clase de individuo que una busca cuando necesita que una barra de carne apacigüe su angustia. Trespa no es un hombre. Es un consolador” (Sbarra, 2011: 157). Linda se siente apasionada con Trespa por su seducción física. Puede resumirse que la forma de la apropiación al cuerpo entre los personajes heterosexuales en la novela es el consumo de la superficialidad y la temporalidad de la relación. No se concentran en la unión familiar el verdadero amor ni la procreación humana, sino en la libertad sexual. En el cuerpo normalizado y naturalizado, la cuestión de la superficialidad es vista como normal.
Las (in)visibilidades del cuerpo queer/heterosexual y el amor
Al problematizar el cuerpo como espacio identitario y espacio reproductivo, la heteronormatividad representa la legitimidad del able-bodiedness. En Plástico cruel el cuerpo heteronormativo vuelve a ser controversial porque a los personajes heterosexuales no les parece importante la relación estable, sino que consideran al placer sexual sobre el cuerpo. Bombón y su amigo La Malco no poseen able-bodiedness por su travestismo, pero considera a la relación amorosa como lo más importante. El título de la novela nos hacer pensar en la relación humana con la superficialidad y la temporalidad. También cuestiona la presencia y la ausencia de los personajes heterosexuales/queers vistos como normales y anormales. Los sentimientos y el amor que producen el cuerpo no normativo, en este caso, los cuerpos travesti de Bombón y de La Malco, conducen a la discapacidad e improductividad.
Además, la novela cuestiona la interrelación y la perspectiva humana sobre el amor en la sociedad consumista. La mirada al cuerpo lo convierte y lo materializa. Para Axel, el cuerpo es un locus donde se puede encontrar tanto amor como el placer:
– ¿Qué me pedís que haga?
– Lo que quieras, pero hacelo todo vos, parame la pija, hacé con ella lo que quieras, te la presto.
–Sólo quiero amar.
–Entonces amame la pija, amala, tratala como a una fiera a la que vas a domar y después metétela donde quieras, hoy estoy para mirar el techo y gozar. Si te gusta la pija, te la presto. Y si no, volvé a tu casa. (Sbarra, 2011: 71).
Dentro de la sociedad consumista, el travestismo posee la dualidad identitaria sexual, la narración del cuerpo travesti se describe en el sentido deconstructivo más que constructivo. Bombón es representado como objeto anómalo y desnaturalizado, debido a que carece la cualidad del able-bodieness para encontrar el amor y la relación estable: “Quizás exista el amor, pero no para mí. Soy un monstruo. No soy un monstruo. Esta noche pasará” (Sbarra 2011: 100).
Para Linda Morris la perspectiva del amor y de la relación firme es un “acto gratis” que no se cobra ni tiene precio. Todas las relaciones tienen sentido tan temporal y superficial que permite a Linda dejar a Axel. Linda, la Muñeca Barbie o el Juguete de Plástico, es representada como un objeto sexual, sin embargo, tanto el significado del objeto sexual como la feminidad se ven diferentes en la sociedad consumista, ya que Linda no está consumida, sino está consumiendo la superficialidad y la relación sexual. A pesar de que el término “plástico” se usa en la novela para cualificar a Linda Moris como Muñeca Barbie, Plástico Cruel, La Plastificada, el able-bodiedness reinterpreta al personaje heterosexual femenina que es un sujeto normalizado y tiene su cuerpo naturalizado.
Si se fija en la legitimidad de la (des)naturalización y de los personajes heterosexuales y los travestis, evidentemente la institución religiosa juega un papel importante para garantizar y justificar el término del cuerpo normalizado y anormalizado. En la novela el papel de la Iglesia aceptará la idea de la relación plástica y la obsesión corporal, en caso de que los personajes sean sujetos heteronormativos. La heterosexualidad es legalizada y moralizada dentro de la esfera religiosa. En la boda religiosa de Linda Morris y Trespa el padre los proclama como sujetos visibles: “¿Linda Morris, aceptas por esposo a Trespa Porongoni y a su enorme pija para tragártela todas las noches y para chupársela como Dios manda, cada vez que él lo desee?” (Sbarra, 2011: 174). “¿Y tú, Trespa Porongoni, aceptas a Linda Morris con su insaciable vagina, su boca jugosa y su culo brillante para satisfacerla todas las noches y particularmente las noches de lluvia?” (Sbarra, 2011: 174). El padre de la Iglesia es un ejemplo de que tiene autorización para proclamar la (des)naturalización de la identidad heteronormativa y del cuerpo naturalizado.
Conclusión
La apropiación del cuerpo de los personajes heterosexuales y los travestis es una cuestión de política de género que interpreta un cuerpo en dos sentidos: la naturalización y la desnaturalización. La heterosexualidad, evidentemente, tiene el cuerpo naturalizado y normalizado porque su cuerpo biológico corresponde al able-bodiedness, o el cuerpo capaz. En cambio, el travestismo es representado por el cuerpo desnaturalizado y anormalizado que carece del able-bodiedness. El cuerpo travesti está bajo el control y la mirada heteronormativa que percibe al travestismo como monstruo, perversión y desviación. Tienen el rasgo femenino y masculino, y a la vez, enaltecen más afeminidad que la feminidad. En una sociedad consumista como esta, la narración del cuerpo travesti es visible cuando el cuerpo es materializado económicamente, mientras que el cuerpo de los personajes heterosexuales es visible para la búsqueda y la liberación del placer sexual.
Bibliografía
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[1] Universidad de Thammasat. Tailandia. Correo electrónico: damocles.dew@gmail.com
[2] Durante una entrevista con Robert McRuer explica el concepto de compulsory al afirmar que: “Uno de los retos para hablar de esto es que la palabra able-bodiedness no siempre se traduce al castellano fácilmente, pero eso no quiere decir que el concepto de ‘capacidad obligatoria’ no exista. Básicamente, en inglés, able-bodied en teoría describiría simplemente una persona sin discapacidad. El problema es que vivimos en un mundo que no se limita a ver el “no tener una discapacidad” en una manera que es un hecho neutro sobre el cuerpo o la mente. Por el contrario, vivimos en un mundo que en primer lugar concibe que ‘no tener una discapacidad’ es el estado “natural del ser” (Pérez, Meliana Moscoso, Ripollés, Soledad Arnau 2016: 140).
[3] En Crip theory: Cultural Signs of queerness and disability, Robert McRuer conceptualiza el género y la normatividad. Probablemente, la heterosexualidad ya no se considera como un orden y una naturaleza del género idealizado. Tampoco la homosexualidad se concibe como discapacitada mental: “Visibility and invisibility are not, after all, fixed attributes that somehow permanently attach to any identity […] because of changing ecnomic, political, and cultural conditions at the turn of the millennium, the relations of visibility in circulation around heterosexuality, able-bodiedness, homosexuality, and disability have shifted significantly” (McRuer, 2006 :2).
[4] En Les fabriques du corps Anastasia Meidani explica que: “Le premier comprend l’instrumentalisation de la corporéité. Animé par l’éthique de la rentabilité, ce système trace les contours d’un corps vecú comme capital, investi par les valeurs des usages sociaux essentiellement ancrés sur les enjeux professionnels. Le deuxième système comprend la fétichisation du corps. Pris dans réseau d’opérations symboliques, animé par l’éthique de la beauté, le corps est ici vecú comme totem. Ce système est investi par des valeurs d’échange principalement ancrées sur le jeu de séduction” (Meidani, 2007: 318).
[5] Veáse más sobre la abyección en lo que explica Julia Kristeva (1982: 2): “Un ‘algo’ que no reconozco como un algo. Una importancia de sin sentido, sobre la cual no hay nada insignificante, y la cual me destroza. En el margen de inexistencia y alucinación, de la realidad que, si lo admito, me aniquila. En este punto, lo abyecto y abyección son mis salvaguardias”. Traducido del texto original: “A ‘something’ that I do not recognize as a thing. A weight of meaninglessness, about which there is nothing insignificant, and which crushes me. On the edge of nonexistence and hallucination, of a reality that, if I acknowledge it, annihilates me. There, abject and abjection are my safeguards”.