REIVINDICACIONES FEMENINAS, DOMINACIÓN MASCULINA Y VIOLENCIA SIMBÓLICA
EN LAS CANCIONES DE PAQUITA LA DEL BARRIO
Dalia Barrera
Bassols 1
Sonia
Guadalupe Contreras Medina 2
1 Escuela
Nacional de Antropología e Historia, México.
2 Escuela
Nacional de Antropología e Historia, México. Correo electrónico:
florecita_rokera1408@ hotmail.com
Resumen
Este trabajo presenta algunos resultados del
análisis del cancionero de la cantante de música popular Paquita la del Barrio,
ubicando dos momentos en su carrera artística y analizando diversos núcleos
temáticos de ambas etapas, donde vemos el paso de cantante de boleros y de
canciones de la noche a la construcción de su imagen como defensora de las
mujeres, reivindicadora de una respuesta agresiva y determinada por parte de
las mujeres, explotadas, mal amadas, violentadas a través de la infidelidad de
sus parejas. Dentro de la segunda etapa, una canción la hace famosa incluso
internacionalmente: “Rata de dos patas”, desarrollándose en adelante una serie
de canciones reivindicativas de las mujeres que llegan inclusive al llamado a
responder los agravios sentidos con discursos agresivos, denigradores de la
supuesta “hombría” de los varones machistas, no sólo por sus abusos, deslealtad
y desamor, sino también por la burla de sus “pequeños” atributos sexuales o su
declinar sexual al llegar a la vejez, que se busca paliar seduciendo a
jovencitas, quienes les agraviarán a su vez a través de la infidelidad. El
análisis se desarrolla a partir del concepto de “violencia simbólica” de Pierre
Bourdieu y encontramos solamente una canción que busca una cierta resignificación
de la masculinidad “verdadera”, que evidentemente es una golondrina que no hace
verano en su producción discográfica.
Palabras
clave: Dominación masculina, violencia simbólica, reivindicaciones
femeninas, discurso de odio, misandria.
Abstract
This work presents the results of the analysis of
Paquita la del Barrio’s songs, a well-known Mexican singer of popular music,
splitting her musical career into two main phases which encompass her
transition from the singer of bolero
and canciones de la noche —songs
about night life— to her current image as defender of women and an advocate for
a strong and aggressive response from their part to their being exploited,
depricated, and aggravated by their partners’ infidelities. She became
internationally known during the second phase for her song titled “Rata de dos patas”
—two-legged-rat—, developping a long list of song lyrics that aim to respond
to women’s grievances by denigrating the supposed manhood of machista men while referring not only to
their actual abuses, such as cheating or a lack of loyalty in general, but also
to the assumed “small” size of their sexual attributes and to their sexual
decline, which comes naturally with aging. According to these songs, attempts
are made by those men to mitigate this decline by seducing significantly
younger women, whom may in return pay back by cheating on them. Our analysis is
based on Pierre Bourdieu’s concept of “symbolic violence”. Signficantly, we
found only one song which aims at resignifying the concept of “real” manhood.
Keywords: Male domination, symbolic violence, female vindications,
hate speech, misandry.
Recibido en 1/05/2017
Aceptado en 31/07/2017
Este trabajo presenta los resultados del análisis
del cancionero de Paquita la del Barrio, cantante de música popular que alcanza
la fama a nivel nacional e internacional, particularmente a partir de una serie
de éxitos en la radio, siendo el momento de quiebre y de auge el lanzamiento de
la canción “Rata de dos patas”, a inicios del siglo xxi, al que siguieron múltiples éxitos en un tenor peculiar
dentro de la música popular. Paquita la del Barrio tenía cierta fama y ya
ocupaba un lugar significativo, pero al grabar “Rata de dos patas” se ve
relanzada y alcanza gran notoriedad, que conserva hasta la fecha. Su cancionero
incluye boleros, rancheras y canciones románticas.
Nuestro análisis ubica dos momentos en su carrera
como cantante, y pretende describir las tensiones que surgen entre la
construcción de reivindicaciones femeninas frente a la explotación, el desamor,
la humillación y la opresión, en dos vías: la primera, que denuncia a los
varones por explotar a las mujeres y por maltratarlas, y llama a la revancha a
través de la infidelidad femenina, la humillación del macho por su deficiente
desempeño sexual, la burla de la decadencia sexual del viejo y de sus argucias
para paliarla. Esta vía llama a las mujeres a no dejarse, a responder y
enfrentar a los varones, o incluso “mandarlos a volar”. La segunda vía,
representada por una sola canción, busca la resignificación explícita de la
masculinidad “verdadera”, la del varón que no explota, no maltrata, respeta y
ama verdaderamente a su compañera. Si bien esta canción es muy aplaudida en los
conciertos por el público femenino, las canciones que le dan mayor fama y que
suscitan fuertes emociones y aprobación entre el público son las del primer
tipo.
En total, analizamos 18 canciones en esta primera
entrega de resultados de investigación, algunas de las cuales, las más
antiguas, no las encontramos registradas en la Asociación Nacional de Autores,
y solamente dos, correspondientes a la primera etapa del cancionero de Paquita,
tenían como autora registrada una mujer, abordando una peculiar temática, como
veremos. Resultaría muy interesante abundar en el análisis sobre cuándo se
trata de canciones escritas desde la voz de un hombre y cuándo se trata de un
compositor varón que interpreta el punto de vista femenino, además del caso de
las dos canciones con autoría y voz femenina; sin embargo, esta aproximación
rebasa los objetivos de este trabajo.
Nuestro análisis aborda las dos etapas mencionadas
en el cancionero de Paquita, deteniéndonos en varios núcleos temáticos y al
final, abordando la única canción de explícita resignificación de la
masculinidad. Los núcleos temáticos se centran en la canción de la noche, que
habla de la prostitución y explotación de las mujeres enamoradas de su
explotador, pero que con suerte salen de la situación, al conocer el “amor
verdadero” de un “hombre verdadero”, incluyendo dos ejemplos de canciones de
transgresiones femeninas, que abordan la contradicción entre la relación con el
marido o pareja oficial que da amor y ternura, y el amante quien aporta pasión,
placer y aventura; un segundo núcleo parte de la canción emblemática “Rata de
dos patas”, que inaugura un discurso de odio, en una actitud que llega a ser
calificada de misandria, que se expresa en insultos directos al varón.
Se continúa
con un núcleo temático que llama a pagar la infidelidad masculina, uno de los
agravios más significativos para las mujeres, con la misma moneda, hecho que
las ayuda a encontrar el olvido; en el siguiente núcleo temático la mujer hace
burla del hombre, por tener un miembro viril de corto tamaño y se complace en
la denuncia de este hecho y de su incapacidad sexual; otra vertiente es aquella
que denuncia al viejo por su mal desempeño sexual, el cual busca remediar al
relacionarse con jóvenes que, por cierto, le pagarán con la moneda de la
infidelidad con hombres más jóvenes. Se cierra con una invitación a las mujeres
a “no dejarse”, a sentirse capaces de mandar a los “hombres malvados”, que por
generaciones las han dañado, y exigirles cambiar su forma de verlas y
tratarlas. Finalmente, cerramos con una canción que propone una abierta
resignificación de la masculinidad “verdadera”, la del varón que no es machista
y que es comprensivo, leal y amoroso con su mujer.
Se trata pues de un análisis del contenido de las
canciones, reagrupadas según los núcleos temáticos encontrados de acuerdo con
una primera aproximación, y que parte del concepto de “violencia simbólica” de
Pierre Bourdieu (2005), para explicar los elementos que se juegan en la
expresión de un profundo malestar femenino frente a la realidad de la
dominación masculina, la construcción de una actitud reivindicativa y un
implícito intento de reposicionarse frente a los varones, resignificando la
femineidad y la masculinidad, en la búsqueda de un efecto de igualación, que no
logra escapar de las representaciones dicotómicas de masculino/femenino propias
de la dominación masculina.
Breves antecedentes biográficos de Paquita la del Barrio
Francisca Viveros Barradas nace en 1947, en Alto
Lucero, Veracruz y vive una infancia en la pobreza, siendo criada por una tía
suya. Estudió la primaria y realizó diversos trabajos en el campo hasta que a
los quince años entra a trabajar al Registro Civil de su pueblo donde conoce a
su primer marido, 30 años mayor que ella, con quien tiene dos hijos. Pronto
descubre que es casado y con familia. En 1970 se va con su hermana Viola al
D.F., dejando a sus hijos al cuidado de su mamá. Llegan al barrio de Tepito,
forman un dueto y cantan en diversos establecimientos; en La Fogata Norteña
conoce en 1975 a su segundo marido (con el que vive hasta su muerte). Se
establecen y emprenden algunos negocios de servicio de banquetes; finalmente
construyen una casa habitación en la colonia Guerrero que es a la vez un local
para restaurante y variedades, bautizándolo como “Casa Paquita”, donde actúa
ella y se presentan otras variedades.
En 1975, ante una oferta de una gira en Perú, las
hermanas se separan y confrontan (y no vuelven a hablarse hasta años después).
En 1984 graba su primer disco, que ella misma paga, El Barrio de los Faroles y su productor la bautiza como Paquita la
del Barrio. En 1985 sale por primera vez en televisión, interpretando “Lámpara
sin luz” en el programa “Hoy Mismo”, conducido por Guillermo Ochoa, quien la
había conocido en su restaurante.
El matrimonio enfrenta diversos problemas, hasta que
las muestras de infidelidad del marido, llevan a que, una noche, mientras
cantaba “Cheque en blanco”, lo viera llegar y le gritara: “¿Me estás oyendo,
inútil?”, interjección que la vuelve famosa y que es muy celebrada en los conciertos
por el público femenino. Después de vivir más de dos décadas con su esposo,
confirma a través de una investigación de un detective, que él tiene otra
familia desde hace 15 años. Se distancia de él, aunque siguen viviendo en la
misma casa hasta su muerte.
En 1997 realizó su primera gira en los EE. UU.,
donde continúa trabajando hasta la fecha por temporadas y tiene un público muy
entusiasta. En 2001 aparece el disco Taco
Placero, con el éxito “Rata de dos patas”, con el cual alcanza gran fama y
altos niveles de popularidad. En 2006 es detenida por fraude fiscal y sale
inmediatamente del reclusorio al pagar una fianza.[1]
En 2009 realiza una gira conjunta con el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona
por Argentina y Colombia y en 2011 recibe en EE. UU. el premio Billboard de
Música Regional Mexicana.[2]
Ha sido conocida como “La Reina del Arrabal”, “La
Reina del Pueblo”, “La Guerrillera del Bolero”,[3]
“Reina y Defensora de las Mujeres”. En una entrevista manifiesta que desearía
ser recordada “Como una mujer luchona, alguien que estuvo y cantó para su pueblo,
en defensa de las mujeres”.[4]
Paquita canta también canciones rancheras y de tipo
romántico, aunque nunca abandona los boleros. Carmen de la Peza, estudiosa del
bolero, señala cómo este género es interpretado por cantantes de diversos
medios sociales y en espacios heterogéneos, desde la colonia Guerrero, con
Paquita la del Barrio, hasta la Cueva de Amparo Montes, en San Ángel, colonia
de clase alta (Peza, 1994).
De la canción de arrabal o de la noche: explotación, prostitución por
amor, regeneración por el amor verdadero
Un primer momento en el cancionero analizado, lo
constituyen canciones como “Besos callejeros”, “Más hombre que tú”, “Cheque en
Blanco” y “Confesión”. Se trata de boleros, algunos de la tradición de
cantantes reconocidas como Chelo Silva y María Luisa Landín, son canciones de
la noche que hablan de amores de mujeres explotadas, que venden su cuerpo por
dinero y sufren desengaños y, en ocasiones, son redimidas por el “amor
verdadero” de un “hombre verdadero”.
En “Besos callejeros” (Cordero, 1993), una mujer de
la noche, despechada exclama: “¿Y qué me importa/ Que quieras a otra/ Que te da
dinero?/ Si ya terminamos/ Y ya no te quiero”. Señala: “Amor por dinero/ Es
amor malvado/ Y a ti te han comprado/ Besos callejeros”. Concluye denunciando
el tipo de amores que tiene ahora su ex pareja: “¿Y qué me importa/ Saber que
tú tienes / Una en cada esquina?/ Si esos son amores/ De la mala vida”.
En “Más hombre que tú” (Rivera, 1993), la mujer de la calle,
explotada por quien amaba, encuentra un hombre que la saca de la mala vida, con
el que conoce “el verdadero amor”, quien señala, “es más hombre” que el
explotador: “Ahora ya no te atreves/ A mirarme siquiera/ Te grito cara a cara/
Todo lo que eres tú/ Me siento muy dichosa/ No soy una cualquiera/ Porque yo
tengo un hombre/ Que es más hombre que tú”.[5]
En “Cheque en blanco” (Valdelamar, 1992), se paga el intento
de la pareja de ofrecer a la mujer con los “socios”, con una irónica letra que
señala cómo le gusta la basura y le gusta lo corriente “Por barato, yo qué sé”.
La mujer aclara: “Yo, yo no soy letra de cambio/ Ni moneda que se entrega/ Que
se le entrega a cualquiera/ Como cheque al portador”. Como pago, dice: “¡Ay! me decepcionaste tanto/ Que ahí te dejo un
cheque en blanco/ A tu nombre y para ti/ Es por la cantidad que quieras/ En
donde dice desprecio/ Ese debe ser tu precio/ Y va firmado por mí”.
Finalmente, de esta primera etapa llaman la atención dos
canciones desde la voz de mujeres que son infieles, como “Confesión” (Olvera,
1993) y “Cuál de los dos” (Autor desconocido, 1993). En la primera, una mujer
casada se confiesa: “Padre, quiero confesarme/ Estoy casada con un hombre muy
bueno/ Y no soy feliz/ Estoy enamorada/ De otro que no sabe que mi cariño/ Le
pertenece a ese hombre/ Por la ley de dios”. La situación, dice, implica su
propio castigo, por lo que considera justa la absolución: “Padre, me casé en su
iglesia/ Con el divorcio no remedio nada/ Pues yo creo en dios/ Yo le
pertenezco, pero no lo quiero/ Este pecado ya está castigado/ Deme su perdón” (Olvera,
1993).
“Cuál de los dos” plantea la disyuntiva de una mujer que
tiene dos amantes y pide a dios le ayude a elegir con cuál quedarse:
Uno me da su amor
Con toda su pasión
Con toda su ternura
Otro me da placer
Y siento enloquecer
Viviendo su aventura
Dios mío
dime tú
A cuál
debo querer
Si los
dos me complacen
Tú di qué
debo hacer
Yo no sé
decidir
Cuál de
los dos amantes (Autor
desconocido, 1993).
En
este caso, la transgresión está en la interacción con dos amantes y no, como en
la canción anterior, en la que la transgresión se resuelve por la propia mujer,
pues opta por el marido y dejará al amante.
Ruptura y giro: misandria y el discurso de odio
Al inicio del siglo xxi,
en la radio suena constantemente una canción ranchera, abiertamente agresiva
hacia el varón: “Rata de dos patas” (Toscano, 2004a), en un hecho inédito en la
radio mexicana y rápidamente adquiere altos niveles de popularidad, en la voz
de Paquita la del Barrio. En poco tiempo, es altamente apreciada por el público
femenino, más allá de las fans de la cantante y suscita airadas reacciones por
parte del público masculino, aunque no deja de provocar risas, chacota y cierta
confusión ante el sentimiento agudo de coraje y animadversión que denota,
llegando a ser calificada como un discurso “misándrico”, definido como
expresión de un sentimiento de “aversión o menosprecio a los hombres” (Zárate,
2005: 227).[6]
En este mismo núcleo temático, encontramos otras dos canciones: “Pa’ puras
vergüenzas” (Coronel, 1993) y “Me saludas a la tuya” (Toscano, 1998).
“Rata de dos patas” (Toscano, 2004a) comienza: “Rata
inmunda/ Animal rastrero/ Escoria de la vida/ Adefesio mal hecho// Infrahumano/
Espectro del infierno/ Maldita sabandija/ ¡Cuánto daño me has hecho!”. Sigue en ese tono, llamándole alimaña,
culebra ponzoñosa, desecho de la vida, maldita cucaracha, entre otros insultos
más, y con el estribillo cierra: “Rata de dos patas/ Te estoy hablando a ti/
Porque un bicho rastrero/ Comparado contigo/ Se queda muy chiquito”. Cuando
Paquita canta esta canción en un concierto o presentación, las mujeres se
desfogan cantando, señalan a sus acompañantes varones, y, en el estribillo,
cantan a coro y se llega al punto más álgido del evento.[7]
Otra canción muy celebrada es “Pa’ puras vergüenzas”
(Coronel, 1993), donde una mujer celebra que su pareja decidiera marcharse,
pues ya “se estaba tardando”. Después de haber padecido sus bajezas y malas
acciones, concluye:
Si crees que al marcharte
Yo he de ir a rogarte
Te has equivocado
Para que lo sepas
Si un día fui feliz es hoy que te vas
Porque hoy me doy cuenta
Que vales tan solo
Pa’ puras vergüenzas
Aquí sólo estorbas
Por eso hoy te digo
¡Qué bien que te vas!
En un juego de palabras e ironía, en “Me saludas a
la tuya” (Toscano, 1998), Paquita canta: “Gracias/ Por acordarte de mi madre/ Y
es que hace bastante tiempo/ Que no me la recordaban/ Con un lenguaje florido//
Gracias/ Te agradezco tu cumplido/ Y sin hacer tanta bulla/ Te suplico que
también/ Me saludes a la tuya”. Como es de preverse, estas estrofas suscitan
gran emoción en el público femenino asistente al concierto, que codean a sus
acompañantes, divertido por la supuesta transgresión al hacer pagar al varón el
insulto, la deslealtad y el agravio con la misma moneda.
La Ley del Talión: infidelidad con infidelidad se paga
Un siguiente núcleo temático, que enciende también
al auditorio femenino, son las canciones que tratan sobre el pagar la
infidelidad de los varones con la misma moneda. Así, se canta a coro “Tres
veces te engañé”, complementada por “Al cuarto vaso de vino” y “No hay quinto
malo”, todas ellas canciones del género ranchero.
“Tres veces te engañé” (Macedo, 1993), es la
reflexión de una mujer que “tontamente siempre le era fiel” al hombre que
jugaba con ella. Pero, apunta: “Desgraciadamente/ Hoy fue diferente/ Me topé
con alguien/ Creo que sin querer”. Reivindica entonces en el estribillo: “Tres
veces te engañé/Tres veces te engañé/ Tres veces te engañé /La primera por
coraje/ la segunda por capricho/ La tercera por placer”. Concluye: “…Y después de esas tres veces/ Y después de esas tres
veces/ No quiero volverte a ver”.[8]
“Al cuarto vaso de vino” (Durán Durán, 1999), habla
de cómo: “El primero que me eché/ Me dio pena, no lo niego…El segundo ya no
fue/ Tan difícil que hasta creo/ Me empecé a sentir/ Más bonita, más mujer”. Al
tercero: “…Me empezó a valer tu ausencia/ Me emborraché de placer/ Y hasta tu
nombre olvidé”. Termina: “…Que me sirvan otro más/ Que voy a mandarte al
diablo/ Al cuarto vaso de vino”.
“No hay quinto malo” (Jiménez, 1996), comienza
fuerte y denuncia el abandono y desamor que la llevó a la infidelidad: “Sería
muy falso decir/Que te he engañado tres veces/ Ya hasta la cuenta perdí/ Eso es
lo que tú mereces// Siempre estuve abandonada/ Deseosa de tu calor/ Necesitaba
tus besos/ Necesitaba tu calor”. Concluye:
“Dicen que una no es
ninguna/ Dos apenas empecé/ La tercera me gustó/ Y por eso me pasé// Dicen que
no hay quinto malo/ Y por suerte lo encontré/ Él sí me llena de besos/ Y me
hace sentir mujer”.
Estas
canciones invitan a pagar la infidelidad del varón con la infidelidad femenina
y cada vaso de vino va alejándolas de la nostalgia, el coraje, etc., para irse
liberando hacia el olvido, el placer y… otra relación con un hombre que “las
hace sentir mujeres”.
Venganza
simbólica: es impotente, todo lo tiene chiquito
Hemos
visto cómo en la primera etapa las mujeres reprochan el desamor de los varones
que las explotan y son restituidas en su dignidad por el “verdadero amor” de
otro varón. También, ante el maltrato, encuentran el amor de un hombre “que las
hace sentir mujer”. Corresponde así esta visión a lo que Pierre Bourdieu
definiera como “violencia simbólica”, en tanto que: “Los dominados aplican a
las relaciones de dominación unas categorías construidas desde el punto de
vista de los dominados, haciéndolas aparecer de ese modo como naturales.(…)”.
(Bourdieu, 2005:50). Explica el autor:
La
violencia simbólica se instituye a través de la adhesión que el dominado se
siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación)
cuando no dispone, para imaginarla o imaginarse a sí mismo o, mejor dicho, para
imaginar la relación que tiene con él, de otro instrumento de conocimiento que
aquel que comparte con el dominador y que, al no ser más que una forma
asimilada de la relación de dominación, hacen que esa relación parezca natural;
o, en otras palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para percibirse
y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/bajo,
masculino/femenino, blanco/negro, etc.), son el producto de la asimilación de
las clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las que su ser social es el
producto (Bourdieu, 2005: 51).
De otra
parte, Bourdieu señala cómo
Por
estrecha que sea la correspondencia entre las realidades o los procesos del
mundo natural y los principios de visión y de división que se les aplican,
siempre queda lugar para una lucha
cognitiva a propósito del sentido de las cosas del mundo y en especial de
las realidades sexuales. La indeterminación parcial de algunos objetos permite
unas interpretaciones opuestas que ofrecen a los dominados una posibilidad de
resistencia contra la imposición simbólica. Así es como las mujeres pueden
apoyarse en los esquemas de percepción dominantes (alto/bajo, duro/blando, recto/curvo,
seco/húmedo, etc.), que les conducen a concebir los atributos sexuales
masculinos por analogía con las cosas que cuelgan, las cosas blandas, sin vigor
(Bourdieu, 2005:26-27).
En
ese sentido, en su afán de castigo simbólico a los varones que son
desconsiderados y abusivos con las mujeres, Paquita la del Barrio interpreta
canciones que los denigran, precisamente burlándose de que, a pesar de sus
actitudes agresivas y desplantes de mandones, se descubre al final que poseen
un miembro viril pequeño, haciéndose eco de la representación falonarcisista
que expresa los opuestos grande/pequeño como referentes del tamaño de la propia
virilidad y capacidad sexual del individuo. Así la cantante interpreta las
canciones “Taco placero” y “Chiquito”, entre otras de contenido semejante.
“Taco Placero” (Toscano, 2004b) denuncia la cobardía de un
hombre, que habló mal de una dama, quien a pesar de que debería quedarse
callada, lo pondrá en evidencia y hará saber a todos que resultó “un fiasco en
la cama”. En una metáfora culinaria, define lo sucedido y las capacidades
sexuales del individuo en cuestión: “Yo tan mal acostumbrada/ A cenas tan suculentas/
Yo me esperaba esa noche/ Una merienda completa// Y resultaste en el ruedo/ El
peor de los toreros/ Esa cenita contigo/ ¡Me supo a taco placero!”.
“Chiquito” (Toscano, 2004c) reitera la desacreditación del
macho engreído, quien en paños menores resulta que tiene un miembro viril
pequeño. El estribillo remata,
burlonamente: “Tienes el pie chiquitito/ Tienes los ojos chiquitos/ Tienes el
talón chiquito/ ¡En fin que todo chiquito!”. En su análisis de esta canción de
Paquita, Abilio Vergara señala cómo en este discurso existe una transgresión de
lo que se puede nombrar, por parte de la voz de una mujer, “(…) al
asumir un lenguaje genérico inusual, que posiblemente muchos considerarían
procaz: ‘tú ya no puedes’” (1999: 173).
El viejo:
se cree muy macho y ya no puede
Otra
vertiente de la burla al macho abusador son las canciones que Paquita
interpreta sobre el viejo que era “el mandón, el orgulloso, el patrón, el
poderoso”, pero que con la edad ya va en declive, recibiendo ahora maltratos y
desdén. Un ejemplo es la canción “Qué deteriorado estás” (Toscano, 2010), que
dice: “¡Qué deteriorado estás!/ ¿Qué pasó con ese tipo/ Que tomaba decisiones/ Que
imponía sus condiciones?/ Dime ¿a dónde fue a parar?”. Y en su condición de
viejo, tiene ahora que aceptar el mismo trato que prodigó: “Eres un pobre
servil/ Un perro viejo y cansado/ Hoy te tratan a patadas/ Hoy te dan sobras de
nada/ Y te tienes que aguantar”.
Diversas canciones hacen mofa del intento de sobrepasar los
efectos del tiempo, por el viejo que busca seducir a jovencitas para resarcirse,
exponiéndose a que éstas le pongan los cuernos y le mal paguen, como en “Viejo
rabo verde” (Toscano, 2007a): “Ya me enteré que eres un viejo rabo verde/ Y que
te gustan las pollitas quinceañeras/ Carne blandita porque casi ya no muerdes/
Tantito esfuerzo y se te afloja la mollera”. La burla recurre a la condición
virginal de las jovencitas que el viejo, “maldito hereje” busca, y la cantante le
promete “una ayudada” e, incluso no siendo virgen, “hacerle un milagro”:
Andas
buscando como gato en el tejado
La carne
joven pa´ clavarle bien el diente
Si a ti
te gustan virgencitas pa´ rezarle
¿De
cuándo acá, maldito hereje tan creyente?
Para
aclararte las cosas
Voy a
invitarte unos tragos
Muy
cierto es que no soy virgen
¡Pero
bien que hago milagros!
El
llamado “feminista”: Las mujeres mandan (otras masculinidades, resignificación
del verdadero hombre)
El
conjunto de canciones que desarrollan una crítica de los comportamientos de los
varones maltratadores y que recorren distintas veredas para hacer burla de su
mal desempeño sexual, del tamaño de su miembro viril, de su decadencia sexual
en la vejez, tiene que verse también a la luz de dos canciones: “Hombres
malvados” y “Las mujeres mandan”.
Una canción que resume los agravios sentidos y el llamado a
los hombres machistas a rectificar y “componerse” es “Hombres malvados” (Toscano,
2004d), el argumento es que si no, la mujer le conseguirá “un ayudante” o, peor
aún, lo privará de su masculinidad. Comienza: “¿Que qué traigo con los hombres/
Que por qué diablos los odio tanto?/ ¿Y cómo no voy a odiarlos/ Si son la causa
de tanto llanto?”.
A continuación, señala el carácter generacional del agravio:
“Mi abuelo burló a mi abuela/ Mi padre dañó a mi madre/ Y este hijo de su
suerte/ ¡Me sigue llegando tarde!”. Y el estribillo advierte: “O te compones en
lo adelante/ ¡O te consigo un ayudante!”. Los agravios sentidos y una cierta
reinterpretación implícita de la “verdadera masculinidad” se sintetizan así:
Los odio por vanidosos
Ven una falda y sueltan los perros
Y a la hora de la hora
No aguantan nada los embusteros
Y dicen que son muy machos
Porque andan con muchas hembras
Dejando hijos
por donde quiera
Pa’ que otros se los mantengan (Toscano, 2004d).
El
estribillo final resulta ya una amenaza grave: “Hombres malvados, ya les
cantamos/ ¡O se componen, o los capamos!”.
En los conciertos, al escuchar esta canción, ciertos pasajes suscitan gran
emoción y llevan a las mujeres a sumarse a dichas advertencias cantando a coro
con Paquita, particularmente el estribillo.
Revisaremos finalmente una canción ranchera que ha sido
definida incluso por los reporteros de espectáculos como el “himno de las
mujeres” y se intitula “Las mujeres mandan” (Toscano, 2008). Contiene un
llamado directo a las mujeres a no quedarse pasivas, a responder a los agravios
y agresiones, a no soportar los malos tratos, utilizando diversas estrategias,
de acuerdo al agravio específico:
Vamos con
todo las mujeres de hoy en día
Ya no se
vale soportar los malos tratos
Alza la
voz si eres la víctima callada
De esos
malditos malandrines pelagatos
De ti
depende que esas bestias anden sueltas
Hay una
celda y solo tú tienes la llave
Usa la
plancha, el trapeador o lo que sea
Y dales
duro por ahí donde ya sabes
No tengas
miedo por grandotes que los veas
Ponte
valiente, ya verás cómo se amansan
¡Que aquí
las mujeres mandan!
La
opción primera es no tener miedo y golpearlos en sus partes nobles, con la
plancha, el trapeador o lo que sea. En un segundo momento, se prevé que si no
cumple el varón con su papel de proveedor, se le negará el sexo, además de que
se le exigirá que cumpla como hombre en la cama o se buscará otro “que le dé
una ayudada”:
En esas
cosas de pasiones y de cama
No te conformes
con ser la mujer usada
Has de
exigirle que te cumpla como hombre
O te
complace, o que le den una ayudada
Hoy las
mujeres ya no somos conformistas
Llegó la
hora de soltarnos el cabello
Hoy nos
entregan la quincena completita
Dan para
el gasto, o negamos todo aquello (Toscano, 2008).
En
el cierre, se remarca que en la actualidad las mujeres son “reinas en la cama y
en la sala” y si los varones no les dan su lugar, deben “ahuecar el ala”, las
conmina a “no rajarse”, no creerles todo y amansarlos como al buey:
Vamos con
todo las mujeres hoy en día
Hoy somos
reinas en la cama y en la sala
Nuestro
lugar tienen que darnos esos machos
Y el que
no jale, que vaya ahuecando el ala
Ya me
despido, compañeras no se rajen
No les
crean todo, que son verbo y puro pico
Y como
dijo aquel abuelo, no se olviden
El buey
se amansa con la sal en el hocico (Toscano, 2008).
La
masculinidad resignificada
Del
mismo autor, Manuel Eduardo Toscano, en su canción “Si yo fuera Varón” (2007b),
encontramos una peculiar forma de resignificar la masculinidad “verdadera”, la
del varón que no explota, no abusa, no ofende ni violenta a su mujer y sabe no
ser indiferente, amarla y ser cariñoso y leal con ella. Así vemos un llamado a
los varones a mirar con comprensión la condición de las mujeres, señalando sus
múltiples tareas asumidas, mientras padecen el desamor y desatención del marido
y, estableciendo para los varones la necesidad de apoyarlas, comprenderlas y
amarlas:
Si alguna
vez
El Todopoderoso
Cambiara
mi papel
Y en vez
de ser mujer
Fuera yo
un hombre
Le
pediría
A ese ser
bondadoso
Bastante comprensión
Y usar el
corazón
Siempre
en su nombre
Para
dejar de ser
Tan cruel
con la mujer
Y darle
su lugar
A ese
gran ser
Que somos
todas.
Estar
un varón en el hipotético caso de ser mujer, lleva a señalar el comportamiento
deseable de un hombre, comprensivo y amoroso: “Sería el amigo, el hombre
comprensivo/ El compañero fiel que adora su mujer/ Y todo pasa// La entendería
y más en esos días/ La haría yo sentir/ Que no es un mueble más/ Que hay en la
casa”. En síntesis, dice el estribillo: “Si yo fuera varón/ Si yo fuera varón/
A mi hembra de rodillas/ Daría yo las gracias”.
A continuación, la canción expone el núcleo de la condición
de esposa, que vive embarazos, el cuidado de hijos y marido y es relegada y
reducida a un objeto más de la casa:
Porque yo
les pregunto
A todos
estos hombres
Si saben
qué es estar
Embarazada
nueve meses
Velando
por los hijos
Atendiendo
al marido
Cual
sirvienta sin sueldo
Que ni un
beso se merece
Hundida
en la rutina
Del patio
a la cocina
Bailando
con la escoba
El
fregadero y esas cosas
Porque el
marido llega
Buscando
como loco
El
control de la tele
Y ni se
acuerda de la esposa (Toscano, 2007b).
El
estribillo remata, después de esta explícita colección de agravios: “Si yo
fuera varón/ Si yo fuera varón/ Les daría a las mujeres/ Mi total comprensión”.
En los conciertos, el público femenino se conmueve cuando
escucha esta canción, aunque no tanto como cuando Paquita canta “Rata de dos
patas”, cuya letra sí conocen y repiten emocionadas las asistentes.
Consideraciones
finales
El
cancionero de Paquita la del Barrio ha sido considerado por Anna María
Fernández Poncela como parte de la música popular mexicana, encontrando en su
cancionero que, sin embargo, existe una:
(…) rebeldía y contestación femenina explícita del dominio
masculino en la composición, interpretación y puesta en escena de algunas
canciones de Paquita la del Barrio y Astrid Hadad, cada una en su estilo. Ellas
utilizan los moldes tradicionales de la canción popular mexicana, muchas veces
la reproducen tal cual, incluso calcando el mensaje, pero otras lo distorsionan
enmarcándolo en un complejo simulacro de cambio de roles de género y
complicidades varias con el auditorio. Con imaginación, dignidad e incluso una
enorme dosis de sentido del humor —que a veces deja cierto regusto triste y
amargo— se ganan al público, mayoritariamente femenino. Realizan artificios de
subversión simbólica tanto en la representación del imaginario social como en
la realidad cotidiana de la sociedad, siempre aludiendo a las relaciones
amorosas y sexuales entre hombres y mujeres (Fernández, 2002: 212-213).
Por
su parte, Alberto Zárate Rosales analiza el contenido misógino o misándrico de algunas
canciones populares, y en un pasaje de su trabajo aborda un concierto en la
explanada del zócalo del Distrito federal, ocurrido el 4 de octubre de 2003,
que ofrecen Lupita D’Alessio y Paquita la del Barrio. La propaganda del
concierto, convocado por el Gobierno del Distrito Federal, hace énfasis en el
carácter del repertorio de las cantantes: “Duro contra ellos”, dice y recurre a
la interjección que se ha vuelto clásica de Paquita la del Barrio: “¿Me estás
oyendo, inútil?”:
El sujeto
“inútil” significa que no sirve, que no es apto, que es ineficaz e incapaz. Y
esto es importante al hacer referencia a la construcción de la masculinidad. La
cantante provoca al público al violentar las diferentes imágenes alrededor de
lo que socialmente se acepta como “masculino” (Zárate, 2005: 236).
Sin
embargo, para este autor, las canciones de Paquita en su discurso implican que:
El
estereotipo que la cantante descalifica está en función de lo que ella valida.
Cuando menciona “inútil”, implícitamente lo compara con quien ella considera
como “útil”, un “hombre útil” es aquél que presenta determinados estereotipos,
entre los que destacan: carencia de rasgos feminoides; ser sujeto de éxito,
respetado y ganar dinero; ser fuerte como un roble; que tenga imagen de
fortaleza, seguridad y confianza en sí mismo; ser agresivo, inclusive hasta la
violencia.
Con su
eslogan descalifica, pero también expresa su aversión o menosprecio a los
hombres [misandria] lo cual, vinculado con el horror invencible a los hombres
[androfobia], aplica dicho rechazo de manera selectiva, es decir, no se aplica
a todos por igual: no todos los hombres son inútiles. La aversión se enfoca a
determinado tipo de “no hombres”, es decir, aquellos que no cumplen con las
características socialmente aceptadas del hombre “el que sí es útil” (Zárate,
2005: 236-237).
Como
hemos visto en las páginas anteriores, no coincidiríamos en que la visión de
Paquita y las canciones que interpreta necesariamente consideren al hombre
“útil” como alguien capaz de agresión y violencia, pues encontramos una crítica
a la supuesta valentía y real cobardía del hombre machista, etc. Este autor
menciona también la visión de Anna María Fernández Poncela (2002), de que en
estas canciones se llega a un nivel de violencia sexual y psicológica, que es una
especie de “guerra de sexos”, con contenidos de dolor, revancha, ardor, e ira:
La letra
de las canciones incluyen la descalificación y la humillación en una estructura
que permite llevar el discurso al clímax y se busca lograr una resolución a
favor de las mujeres que en ellas se identifican […] El contenido de la mayoría
de los temas de esa noche se centró en el desamor, en la descalificación, la
degradación, el rechazo, la humillación y la agresión, como elementos de
revancha, de búsqueda de igualdad e, inclusive, de una posible supremacía de
las mujeres sobre los hombres (Zárate, 2005: 238-239).
Nuestra revisión de 18 elementos del cancionero de Paquita
la del Barrio, nos ha mostrado una serie de núcleos temáticos en los cuales se
advierten diversas manifestaciones de la “violencia simbólica” (Bourdieu, 2005),
aunque encontramos solamente una canción donde explícitamente se busca una resignificación
de la “verdadera” hombría, que trasciende las diversas formas de agresión, abandono,
desapego y cobardía que de manera contradictoria están inmersas en las
representaciones sociales de la virilidad propias de la dominación masculina.
Sin embargo, en buena parte de las canciones, las de mayor éxito, por cierto,
se insiste en ironías y burlas que hablan del menosprecio por un varón “que
todo lo tiene chiquito” y cuya potencia sexual está en duda, reforzando así los
opuestos alto/bajo, grande/pequeño, hombre verdadero/remedo de varón.
De
otra parte, en algunas de las canciones se construye la reivindicación femenina
desde un llamado a las mujeres a no seguirse dejando maltratar, a responder con
las mismas armas (infidelidad, desdén, inclusive violencia física y verbal), a
la vez que se trasluce una crítica al desamor y cobardía subyacentes de manera
contradictoria en los esquemas de la dominación simbólica y sus representaciones
de la virilidad. De esta manera, el cancionero de Paquita la del Barrio aquí
analizado nos resume la expresión de un conjunto de agravios vividos por
generaciones, la construcción de ciertas estrategias de reivindicación
femenina, dentro de los referentes de las representaciones de la dominación
masculina de las condiciones femenina y masculina, así como un cierto intento
de resignificación de lo que la dicotomía masculino/femenino dicta como
masculinidad “verdadera” bajo dicha dominación.
Bibliografía
Autor desconocido. (1993). Cuál de los
dos. En Paquita la del barrio-Grupo Oro
Negro (Int. Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
Bourdieu,
P. (2005). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.
Cordero, V. (1993). Besos Callejeros. En Paquita la del Barrio con banda (Int.
Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
Coronel, I. (1993). Pa’ puras vergüenzas. En Ni un cigarro (Int. Paquita la del
Barrio). México: Discos Musart.
De la Peza Casares, M del C. (1994). El bolero y la
educación sentimental. Sus procesos de significación y resignificación, de lecturas
y escrituras diversas. Estudios sobre las
Culturas Contemporáneas, VI(17).
México: Universidad de Colima.
Durán Durán, M. (1999). Al cuarto vaso de vino. En Al cuarto vaso (Int. Paquita la del
Barrio). México: Discos Musart.
Fernández Poncela, A. M. (2002). Pero vas a estar muy
triste y así te vas a quedar. México: Instituto Nacional de Antropología e
Historia.
Jiménez, M. (1996). No hay quinto malo. En Paquita la del Barrio con mariachi (Int.
Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
Macedo, R. (1993). Tres veces te engañé. En Tres veces te engañé (Int. Paquita la
del Barrio). México: Discos Musart.
Olvera, J. (1993). Confesión. En Te voy a recordar (Int. Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2001). El bolero y la educación sentimental en México. México: UAM/Miguel
Ángel Porrúa.
______ (2011).
Palabras que matan. Discurso del odio y feminicidios en México. En D. Barrera
Bassols y R. Arriaga Ortiz (Eds.), Género,
cultura, discurso y poder. México: INAH/CONACULTA.
Sánchez, G. (7 de julio de 2015). TV Notas.
Paquita
la del Barrio. (2012).
Biografía (Página web). Recuperado de http://paquitaladel barrio.com.mx/bio
Rivera, R. (1993). Más hombre que tú. En Bórrate (Int. Paquita la del Barrio). México:
Discos Musart.
Toscano, M. E. (2010). Qué deteriorado estás. En Resultó vegetariano (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2008).
Las mujeres mandan. En Las mujeres mandan
(Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2007a).
Viejo rabo verde. En Puro dolor (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2007b). Si
yo fuera varón. En Puro dolor (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2004a). Rata de dos patas. En Taco placero (Int. Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2004b). Taco
placero. En Taco Placero (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2004c). Chiquito.
En Qué mamá tan chaparrita (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (2004d). Hombres
malvados. En Hombres malvados (Int. Paquita
la del Barrio). México: Discos Musart.
______ (1998). Me saludas a la tuya. En Me saludas a la tuya (Int. Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
Valdelamar, E. E. (1992). Cheque en blanco. En Desquítate conmigo (Int. Paquita la del Barrio). México: Discos Musart.
Vergara Figueroa, A. (1999). Fronteras: musicalizando
la identidad. Estética, sexualidad y “raza”. En M. Á. Aguilar, C. Cisneros y E.
Nivón (Coords.), Diversidad:
aproximaciones a la cultura en la metrópoli. México: Universidad Autónoma
Metropolitana/Plaza y Valdés.
Zárate Rosales, A. (2005). Algunos mensajes misóginos
en canciones populares comerciales. En D. Cazés Menache y F. Huerta Rojas
(Coords), Hombres ante la misoginia:
miradas críticas. México: Plaza y Valdés, CEIICH/UNAM.
[1]
Paquita la del Barrio sale de la cárcel. http://www.terra.com/musica/noticias/paquita_la_del_barrio_sale_
de_la_carcel/oci157481 (Consulta del 12 de diciembre de 2009).
[2]
http://paquitaladelbarrio.com.mx/bio (Consulta del 30 de marzo de 2012).
[3]
http://www.musica.com/letras.asp?biografía=10732
(Consulta del 9 de marzo de 2014).
[4]
Sánchez, G. (7 de julio de 2015). TV Notas.
[5]
María del Carmen de la Peza Casares, en su
análisis del bolero señala cómo solamente el hombre, con su amor y
reconocimiento tiene el poder de devolver a la mujer la dignidad perdida. Así
mismo, analiza los arquetipos de varón y mujer: el abandonador, el abandonado;
la santa y la puta (Peza, 2001). Por su parte, Zárate reseña en su análisis de
un concierto de Paquita la del Barrio, donde cantó esta pieza: “La frase final
enfatiza ‘ahora ya tengo un hombre que es más macho que tú’. Con esa frase
arrancó gritos y chiflidos de muchas mujeres en una amplia descarga emotiva”.
Este autor señala: “En la descalificación del hombre, ‘su hombre’, se refiere a
la sustitución por ‘un macho’. En el mensaje de su canción ella, al cambiarlo,
lo compara, resaltando las características viriles del macho, en particular la
fuerza sexual. Se valida la dominación y la jerarquía sustentada de la división
entre lo masculino y lo femenino, es decir, entre lo activo y lo pasivo, lo
fuerte y lo débil (Bourdieu, 2003)”. (Zárate, 2005: 242).
[6]
Como contraste, véase el artículo de Carmen de la
Peza Casares (2011) “Palabras que matan. Discurso del odio y feminicidios en
México”, que analiza el discurso misógino en las canciones del grupo Molotov.
El discurso de odio ha tenido un desarrollo significativo en nuestro país, en
los últimos dos lustros, sobre todo en la canción norteña de banda; sin
embargo, no hemos encontrado algún trabajo que aborde los contenidos de género
en este género de la canción popular.
[7]
Respecto a la reacción del público al interpretar
Paquita esta canción, resume Zárate: “La cantante se retiró del escenario. Se
apagaron las luces. El público chifló y aplaudió, hasta que regresó para cantar
un tema solicitado durante todo el evento: “alimaña, culebra ponzoñosa/ desecho
de la vida/ te odio y te desprecio/ rata de dos patas/ porque un bicho
rastrero/ comparado contigo/ se queda muy chiquito” El canto que une a la
cantante con el público llega a un punto climático. Casi podría decirse que es
una catarsis colectiva, hay mujeres que la interpretan con tal sentimiento, que
lloran al hacerlo. Al final, las luces se apagan, la gente sabe que ya terminó
el concierto y proceden a retirarse”. (Zárate, 2005: 243). Este autor concluye:
“El mensaje político del evento difundió un modelo hegemónico de ideología
patriarcal. Más que mostrar una actitud contestataria, lo que sucedió
finalmente fue la asimilación de las estrategias de agresión como parte de una
catarsis colectiva, fortaleciendo una ideología sexista que justifica y
legitima la agresión de las mujeres hacia aquellos hombres que no cumplen con
los estereotipos socialmente aceptados” (Zárate, 2005: 245).
[8]
Abilio Vergara puntualiza la transformación en esta
canción “[…] del rencor (verificador del orden) en placer […] Se pretende una
extremada radicalidad en el cambio, pues asume su propio cuerpo, y sus deseos
como sinónimo de vida, repercutiendo en una autovaloración positiva que deviene
en responsabilidad, que transforma la anterior minusvalía y la casi
infantilidad que le adscribía la dependencia”. (Vergara, 1999:173).