Avances de
trabajo
AMOR
ROMÁNTICO ENTRE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS (HOMBRES Y MUJERES), UNA MIRADA DESDE
LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
ROMANTIC LOVE BETWEEN
UNIVERSITY STUDENTS (MEN AND WOMEN), A LOOK FROM THE GENDER PERSPECTIVE
Jorge García Villanueva1
Claudia Ivonne Hernández Ramírez2
Náyade Soledad Monter Arizmendi3
1 Universidad
Pedagógica Nacional, México. Correo electrónico: jvillanueva@upn.mx
2 Universidad
Pedagógica Nacional, México. Correo electrónico: cihernandez@upn.mx
3 SEP,
Escuela Secundaria Estado de Guerrero, México. Correo electrónico:
nayadesoledad@gmail.com
Resumen
El propósito de la presente
investigación consistió en analizar los discursos de la juventud universitaria
en torno a la concepción del amor romántico en las relaciones de pareja, a fin
de identificar la percepción que se tiene de las mujeres y de los hombres
dentro del vínculo sentimental y visualizar el imaginario colectivo e
individual compartido con la cultura hegemónica imperante. Se utilizó una
metodología de corte cualitativo y se optó por la técnica grupo de enfoque con
la finalidad de conocer la multiplicidad de perspectivas, ideas, conocimientos
y creencias, de una agrupación de personas conformada por cuatro mujeres y
cuatro hombres, respectivamente, con un rango de edad comprendido entre los 25
a los 30 años, pertenecientes a distintas áreas profesionales. Los hallazgos
revelaron que se continúa reproduciendo una ideología heteronormativa
y tradicionalista sobre el amor de origen patriarcal, la cual alude a las
creencias culturalmente compartidas sobre las características psicosociales
consideradas prototípicas y excluyentes entre hombres y mujeres. Aunque en los
discursos también se expone una representación idílica que transita de una
visión conservadora a una moderna que intenta deformar el disfraz de la moral
ortodoxa que a lo largo del tiempo ha preservado y perpetuado en las personas
el mito del amor romántico.
Palabras
clave: amor
romántico, estereotipos de género, cultura patriarcal, identidad de género.
Abstract
The purpose
of this research was to analyze the speeches of university students around the
concept of romantic love in relationships, to identify the perception people
have of women and men within the emotional bond and visualize the collective
and individual imaginary shared with the prevailing hegemonic culture, a
qualitative methodology court was used and was chosen by the technical group
approach, in order to meet the multiplicity of perspectives, ideas, knowledge
and beliefs of a group of people made up of four women and four men,
respectively, with an age range between 25 and 30 years from different
professional areas. The findings revealed that heteronormative continues
playing a traditionalist ideology about the love of patriarchal origin, which
refers to the culturally shared beliefs about the psychosocial characteristics
considered prototypical and exclusive between men and women. Although the
speeches also show an idyllic representation that transits from a conservative
vision to a modern one that tries to distort the disguise of orthodox morality
that over time has preserved and perpetuated in people the myth of romantic
love.
Keywords: romantic love, gender stereotypes, patriarchal culture,
gender identity.
Recibido
en 23/11/2017
Aceptado
en 27/02/2018
Introducción
En la actualidad, la juventud ha
comenzado a renovar las prácticas y concepciones referentes al concepto de amor
romántico[1],
aunque esta transformación se desliza entre los discursos tradicionales y los
nuevos (Rodríguez, 2006). Por un lado, se continúa reproduciendo la cultura
amorosa dominante y, por otro, poco a poco se han ido modificando las ideas
referentes a los vínculos amorosos y de pareja distanciándose de la moral
hegemónica. Los patrones del amor romántico obedecen a una construcción social
patriarcal que jerarquiza las relaciones entre las personas de acuerdo al sistema
sexo-género. Con frecuencia encubre la violencia de género, las relaciones de
poder jerárquicas (subordinación y dominación) entre las personas y la
reproducción de roles y estereotipos tradicionales (Silva, 2012). El poder, la
violencia y la discriminación en incontables casos, llegan a ser la única vía
de relación afectiva y sexual. La explicación obedece a que a lo largo de la
historia, las mujeres han sido etiquetadas como el “sexo débil” por su función
“natural” de procrear y de dar satisfacción sexual al hombre; relegadas a la
sumisión, al cuidado del hogar y la crianza. Mientras que los hombres han
fungido en el ámbito público como proveedores, seres racionales y fuertes, en
muchos casos (Hierro, 1985).
Comúnmente la
percepción que tiene la juventud sobre el amor romántico y la relación de pareja
se ha ido construyendo con base en historias, consejos, discursos, creencias y
rituales; que van desde enfatizar frases como: “mi vida eres tú”, “el amor lo
perdona todo”, “el que bien te quiere te hará llorar” o “amar es sufrir”, mismas que son reforzadas en revistas,
periódicos, libros, internet, televisión, radio, películas, etcétera. La
Encuesta Nacional de Valores en Juventud, señala que aún se continúa pensando
que las mujeres se guían por sus emociones y los hombres por la razón (IMJ,
2012). Basta señalar, que el discurso amoroso hegemónico se entrelaza
institucionalmente a través del Estado, la Iglesia, la escuela y la familia,
principalmente, en donde se construyen y perpetúan identidades (subjetividades)
dicotómicas y jerarquizadas (femenino/masculino).
Desde esta posición, las mujeres son vistas
como seres incompletos (dependientes), con necesidades naturales de amar para
completarse, mientras que los hombres son percibidos como autosuficientes,
completos e independientes. De tal manera, que estos arquetipos organizan las
relaciones y los discursos, potenciando la subordinación de las mujeres en las
relaciones de pareja (Saiz, 2013). Ahora bien, en este punto es importante
indicar que el objetivo de la presente investigación es analizar los discursos
de la juventud universitaria en torno a la concepción del amor romántico en las
relaciones de pareja, a fin de identificar la percepción que se tiene de las
mujeres y de los hombres dentro del vínculo sentimental y visualizar el
imaginario colectivo e individual compartido desde la cultura hegemónica
imperante.
¿Nacen
o se construyen las mujeres y los hombres en la cultura del amor romántico?
Cada individuo adquiere una identidad
psicosocial que es definida a partir de parecerse a unos y diferenciarse de
otros, misma que reelabora o confirma a lo largo de su vida. El núcleo familiar
influye en gran medida en la educación, interiorización y asimilación de
arquetipos ideales de lo que deben ser y hacer tanto hombres como mujeres, por
ejemplo, en las relaciones de pareja. A partir de la diferencia sexual, a la
mujer se le coloca en el ámbito de lo privado, ejecutando el papel de madre,
esposa y cuidadora; en el caso de los hombres se les ubica en el rol de
proveedores del hogar, representan la figura primordial o jefes en la familia,
y destacan en la esfera pública (Mejía, 2008). Una clave para poder comprender
cómo las personas construyen e interiorizan la idea del amor romántico, tiene
que ver con la socialización diferencial, puesto que desde la infancia se da
por sentado que por “naturaleza” niños y niñas son distintos, y por lo tanto,
tienen que desempeñar papeles diferentes en su vida adulta. En tanto, los
agentes socializadores como la familia, el sistema educativo, los medios
masivos de comunicación, la religión, entre otros, transmiten mensajes,
modelos, patrones, roles y estereotipos que al ser reiterados una y otra vez,
comúnmente las personas se apropian de éstos (Ferrer y Bosch, 2013), es decir, “los
hacen suyos”, como “un depósito de saber almacenado” (Giménez, 2006).
Al respecto, Ferrer y Bosch (2013) opinan que
la socialización diferencial contribuye a reafirmar la creencia de que hombres
y mujeres son diferentes, y por esa razón, deben comportarse de manera distinta
en diversas esferas de la vida humana, como en las relaciones afectivas de
pareja. En tanto, las personas al ser socializadas de modo desigual —en una
sociedad patriarcal—, comprenden el amor y la dinámica de la relación de pareja
en planos completamente distantes. Según Rodríguez (2006), también es cierto que
los actores poseen fuerza creadora para resistir al poder e innovar, dentro de
lo posible, las maneras en que viven sus afectos. Es decir, lo subjetivo no es
sólo resultado del contexto sociohistórico, en el
cual los individuos son socializados. Las personas podrían llegar a ser sujetos
capaces de reajustar prácticas y representaciones en torno a nuevas maneras de
ver el mundo, en este caso el amor, pues se hallarían elaborando narrativas que
trascendieran la regularidad y la homogeneidad de los discursos tradicionales
con la recreación de elementos nuevos, promoviendo rupturas y discontinuidades,
con las costumbres, la centralidad de la familia y el matrimonio, los valores
religiosos, el cuestionamiento de las prácticas sexuales, etcétera.
Si bien es cierto que
podrían llegar estas transformaciones a convertirse en una realidad, aún
prevalecen estereotipos, creencias, imágenes e ideas compartidas acerca de los
atributos personales que poseen los miembros de un grupo (Caterberg
y Kipen 2006; Morales y Moya, 1996). Al igual que los
roles y estereotipos de género que se imprimen como un modelo de comportamiento
en las personas, es decir, como patrones de formas de ser y comportarse. Basta
comprender que los estereotipos cambian de una sociedad a otra, varían a lo
largo del espacio y del tiempo. Asimismo, la adecuación personal de éstos,
responde a la necesidad de las personas de sentirse socialmente integradas
(Martín, 2006). En la actualidad, las mujeres se les percibe como “inteligentes,
responsables, trabajadoras y afectivas, pero no dejan de lado su [supuesta]
esencia: la maternidad y la educación de los hijos” (Aguilar, 2013, p.45),
ya que éstas son actividades consideradas “menos valiosas” socialmente e
influyen de alguna manera en las relaciones de poder y el papel que se juega
frente al otro u otra en las parejas románticas (Cázares y Pérez, 2009).
De esa manera se
explica, de acuerdo a Ferrer y Bosch (2013), que a las mujeres se les educa
para que se encuentren en el ámbito privado, se les fomenta que deben ser
afectivas, tiernas, sensibles, amorosas, agradecidas, complacientes, deben
recibir apoyo y protección, ser dependientes, cálidas, delicadas, pacientes,
fieles, honestas, dóciles, laboriosas, etc., se fija un perfil de mujer y se
condena todo lo que no se ajusta a él (Caro, 2008). Así, se construye un ser
para otros, lo cual genera que consideren a una pareja como la principal prioridad
en su vida, su razón de ser (Mejía, 2008; Vélez, 2012). Es así que las mujeres
transitan entre los ideales y los discursos que imperan en la sociedad. Por lo
tanto, la aprobación y la censura respecto a la feminidad dan cuenta de un
orden de género que disciplina los cuerpos, las subjetividades y las relaciones
sociales de las mujeres (Villanueva, 2014).
En el caso de los
hombres, dentro del imaginario social han sido colocados por encima de la
figura femenina, cuestión determinante para la mayoría de las relaciones de
pareja, pues implican relaciones de poder ya que no hay una proporción
equilibrada entre ambos sexos (Burin y Meler, 2009; Mejía, 2008). Por ejemplo, en lo que concierne
al rol de novio, es común que se espere que los hombres brinden compañía,
apoyo, solidaridad y diversión, además de un cierto cobijo económico. A pesar
de que cada vez es más frecuente el reparto de los gastos en las actividades de
las parejas, suele persistir el hecho de que el varón sea quien pague, sobre
todo si se encuentra la relación en una fase inicial (Rodríguez, 2006). También
es común que los hombres adopten el papel de proveedores como algo primordial y
parte de su “esencia” masculina. Por otro lado, les concierne el rol activo en el cortejo y
conquista, se espera que ellos tengan la iniciativa en las relaciones de
pareja, se les ha educado a ser “seres para sí”, por lo que el amor es sólo una
parte de su vida. Suelen no manifestar sus emociones de afecto (llanto, ternura
y delicadeza), se les reprime y castiga la manifestación de sentimientos. El ideal masculino
desde la cultura patriarcal, según Badinter (1993) se
consolida en la medida que: a) no tiene nada femenino; b) es exitoso y causa
admiración en los demás; c) es independiente y autosuficiente; d) es audaz y
capaz de afrontar los problemas; e) es caballeroso, energético y fuerte, y para
que tenga validez, no debe mostrar actitudes que se entienden como débiles o
poco masculinas (Mejía, 2008)
Discurso
amoroso hegemónico
Mitos,
significados y representaciones
Las mujeres y los hombres son educados
de diferente manera a lo largo de su vida, lo cual media la forma de pensar, de
relacionarse y entablar lazos afectivos con las personas. Desde la niñez, en la
juventud y la adultez se inscriben marcos de referencia (del mundo simbólico),
que los ayuda a guiarse en sus relaciones de pareja. El campo simbólico es la
esfera de “la vida social que se ha ido
autonomizando progresivamente a través de la historia en torno a cierto tipo de
relaciones sociales, de intereses y de recursos propios, diferentes a los de
otros campos” (Giménez, 2006, p.6). En
este caso, la esfera o el campo del que se habla es el que atañe a lo amoroso, y que se acompaña del capital cultural, que es entendido como
aquellas formas de conocimiento, educación, habilidades y recursos que
tiene una persona.
En la niñez son los padres y madres, o el primer
grupo de socialización, los que proveen a la infancia de un capital cultural
que trae consigo la transmisión de actitudes, creencias, normas y saberes
necesarios para desarrollarse en la vida, mismos que son compartidos por los
miembros de la sociedad que con el tiempo son reforzados por otros agentes de
socialización. Desde esta visión, lo
que se construye es una cultura afectiva que brinda “esquemas
de experiencia y acción sobre los cuales el individuo borda su conducta según
su historia personal, su estilo […]” (Le Breton, 1999, p.11 en Rodríguez,
2006), mismos que cambian según el periodo histórico. De modo que la cultura
afectiva está hecha de cientos de maneras de hablar de lo amoroso y de miles de
formas de expresarlo, como un conjunto de recetas disponibles. Es decir, sobre
el qué hacer en cada situación específica en términos de roles y estereotipos
(Rodríguez, 2006).
¿Y entonces existe el
amor romántico?, ¿Representa sólo un mito?, ¿Cómo se vive entre mujeres y
hombres? Al respecto, Sánchez (2013); Ferrer, Bosch y Navarro (2010); Caro (2008),
comentan que los mitos
románticos son un conjunto de creencias socialmente compartidas sobre lo que
significa el amor, mismos que suelen ser artificiosos. Entre los componentes
del mito occidental del amor romántico se enfatiza el sufrimiento, la pasión
incontrolable (irracional), la propiedad del amante (sentido de posesión por el
otro/a y viceversa) y el sentido mágico. En el trasfondo, se expresa la
violencia, la discriminación, desigualdad, los roles y estereotipos
tradicionales de género. Se le suele llamar mito del amor romántico, a la serie
de representaciones y manifestaciones discursivas, creencias, producciones
culturales y audiovisuales que caracterizan las maneras, los rituales y las
actitudes que lo hacen identificable. Además, representa un referente para
parejas heterosexuales y para parejas del mismo sexo. Generalmente, el mito del
amor romántico alude a la pareja ideal. Surgiendo así falsas expectativas
vertidas sobre el ser amado, pero que en muchas ocasiones suelen no ser
alcanzadas. Lo que conlleva a “el sacrificio” y las “pruebas de amor” a
superar, puesto que se tiene la idea que ese amor es el “verdadero”, “para toda
la vida” y es quien “complementa la vida” (Guardo, 2012). A continuación se
describen, brevemente, algunos de los principales mitos románticos vigentes en
la actualidad:
·
Mito de la media naranja: Se cree que la pareja que se haya elegido esta
predestinada, como alguien que llegaría a completar la existencia del otro/a,
sin embargo, esto se contrapone con la autonomía individual, con el riesgo de
caer en relaciones de dependencia afectiva, dominación y/o sometimiento, por el
miedo de perder a la otra persona (Guardo, 2012).
·
Mito
de la fidelidad: Los deseos románticos, eróticos y
sexuales deben satisfacerse sólo con una persona (la propia pareja), si no se
cumple quiere decir que no se le ama (Martín, 2012).
·
Mito
del príncipe azul: Se encuentra en los cuentos donde el
protagonista es un príncipe azul (guapo, valiente, inteligente, heroico,
etcétera) y una princesa perfecta (bella, complaciente, frágil, tierna,
etcétera) que espera ser salvada. La historia se caracteriza por la presencia
de una serie de dificultades que ambos consiguen superar para terminar con un
final feliz, no obstante, la figura del príncipe está asociada con el
paternalismo protector y con la idealización de un ser perfecto que llegará a
la vida de la mujer que tanto lo anhelaba (mismo que es transmitido desde la
infancia a niñas y niños), por ende, aquí los roles y estereotipos
tradicionales de género son claramente diferenciados y validados, en el sentido
de que el varón necesita a una mujer para poder reafirmar su masculinidad, entablar
una relación de poder —en la que él tenga el dominio y le dé su protección—
(Guardo, 2012).
·
Mito de los celos: En este se encierra la creencia de que los celos
son un signo de amor. Pero se liga a comportamientos egoístas e incluso
violentos tanto de hombres como de mujeres.
Por lo tanto, mientras
la reproducción y divulgación de “historias perfectas de amor romántico” se
muevan por el consumismo y las industrias editoriales, cinematográficas y
televisivas, se seguirán perpetuando fantasías ilusorias referentes al amor, a
las formas de relacionarse y al establecimiento de vínculos afectivos, por ello
es necesario transformar la idea de la espera de la pareja ideal (Martín,
2012).
Método
La metodología empleada para esta
investigación fue de corte cualitativo, puesto que se buscó comprender y
profundizar la concepción del amor romántico en las relaciones de pareja y sus
implicaciones —identificación de roles y estereotipos de género— desde la
perspectiva de las personas participantes (Hernández, 2006). Se optó por la
técnica grupo de enfoque o entrevista de grupo, con la finalidad de conocer la
multiplicidad de perspectivas, ideas, conocimientos y creencias, a través de la
interacción y la conversación con los sujetos, en correspondencia a la manera
en que las opiniones se producen, expresan e intercambian en la vida cotidiana
(Flick, 2012).
Para la selección de la
muestra se utilizó el criterio de conveniencia, el estudiantado afirmó tener o
haber tenido alguna relación de pareja en su vida. La población quedó
conformada por un grupo de cuatro mujeres y cuatro hombres, con un rango de
edad comprendido entre los 25 a los 30 años, provenientes de distintas áreas
profesionales (Historia Contemporánea, Ciencias Sociales, Derecho, Ciencia
Política y Administración Urbana, Creación Literaria, Comunicación y Cultura,
Ingeniería en Sistemas Electrónicos y Telecomunicaciones) de una universidad
pública ubicada al norte de la Ciudad de México. La información obtenida se
expuso en fragmentos de relatos verbales y se analizaron a través de categorías
construidas en función del aparato crítico, además, se emplearon seudónimos
para proteger la privacidad de las personas.
Análisis
de la información
Definición
de amor romántico:
No
sólo tiene que ver con los sentimientos, la atracción y las experiencias personales,
sino con el significado que se le atribuye y la sociedad de un contexto y
periodo histórico determinado (Bourdieu, 2000 y Giménez, 2006).
En este sentido, las aportaciones
proporcionadas durante la entrevista señalaron lo siguiente:
Soledad expresó:
Cada
quien va a tener una definición diferente respecto a sus experiencias que han
tenido… para mí el amor puede ser la felicidad o compartir algo con otra
persona.
Y
Julio:
Para mí no hay una definición muy clara porque es
algo muy muy grande… algo abstracto… para mí, sería algo espiritual del cuerpo
humano… algo dentro del cuerpo humano.
La definición del amor romántico se
efectúa desde lo que han vivido las personas, esto es, desde la experiencia y
sus creencias.
En el caso de Alicia, se enfatiza la
idea de compartir con el otro:
El amor significa compartir con la persona con la
que estas y dejar que esa persona sea libre, que se
desarrolle, por ejemplo si tiene planes diferentes a los tuyos, pues dejar que
los haga, sin poner trabas.
Por su parte, Martín comentó que el
amor:
Es
un sentimiento muy importante que mueve mis acciones. El significado del amor
constituye un mar de sentimientos, un universo muy grande… de apoyo hacia la
otra persona, es decir, para mí el amor es darlo todo para la otra persona y a la vez que sea retribuido, pero, a veces no puede ser.
Para Margarita:
El
amor es algo fugaz, porque ocurriendo la relación sexual, éste se acaba, pues
tiene que ver con un momento de efusividad… porque el amor dura mientras no se
consuma la relación, consumándose la relación, el amor se acaba porque se
empiezan a conocer las personas. Consumar la relación sería tener sexo.
Como puede observarse, cada participante
ha construido una definición personal de lo que considera que es el amor
romántico, la cual se ha nutrido de diversos mitos, fantasías y falacias, dando
paso a explicaciones con distintos significados que giran en torno al concepto
de amor, emoción, placer y sexualidad.
Cabe señalar, que el
amor tiene una contraparte vinculada a la posesión, los celos, la desconfianza
y la inseguridad, ante esta explicación Julio expresó:
Yo
creo que el amor para mí sería la lucha de la libertad… cuando estás en una
relación pareciera lo contrario, ¿no?, que estas como en una jaula que no
puedes salir porque están los celos, la posesión, etc.… “hago lo que él quiere
hacer”, entonces sí, el amor como yo lo veo sería diferente... Si quiere salir
con sus amigas, con sus amigos, si quiere simplemente quedarse en su casa, sin
que yo tenga que reclamarle “¡oye, por qué no estás conmigo!”, “¡oye, por qué
no me quieres ver!”, yo digo que sí, es la lucha por la libertad.
También el amor está relacionado con la
fidelidad y los roles paternos y maternos. Según Margarita considera que el
amor:
Es
convivir con mi pareja, con mucho respeto, confianza y fidelidad. Yo amo a mi
esposo con toda mi alma y el ver como mira y trata a nuestro bebé me hace
amarlo cada vez más.
Héctor
señaló lo siguiente:
Es
un compromiso lleno de diferentes momentos […] sentimientos que se exteriorizan
a manera de demostrar interés.
Desde la perspectiva de Herrera (2010) y
Romo (2008) este tipo de definiciones se vinculan con un estilo característico
de cómo se conforman las relaciones formales como el noviazgo o el matrimonio
en las que existe un pacto de exclusividad y continuidad. De manera
inconsciente, los participantes proclaman en su discurso una visión binaria y
estereotipada de los roles a los que cada quien tiene que ajustarse, al
expresar un saber cultural compartido entre la sociedad mexicana, finalmente,
manifiestan lo aprendido a lo largo de un proceso de socialización que comienza
desde antes del nacimiento, el cual se perpetúa a través del lenguaje, por
medio de narraciones, canciones, películas, ritos, costumbres y símbolos; esta
conformación de habitus
son aquellos esquemas de percepción y acción que permiten significar lo
acontecido, en este caso la concepción de amor (Bourdieu y Wacquant,
2008).
Enamoramiento: Enamorarse
es parte de un proceso, y por lo general las personas experimentan esta primera
fase, la cual se caracteriza por un periodo lleno de felicidad, plenitud y
deseos intensos, esto es, una ilusión (Hogg, 2010;
Rodríguez, 2006).
Isabel concuerda con
esta idea al comentar que:
Es
un periodo extraordinario “… color de rosa” uno está como con la pareja
“perfecta” es idealizado.
Jesús
enfatiza:
El enamoramiento tiene que ver también con las aspiraciones,
las implicaciones y la visualización que las personas tienen sobre su relación
de pareja, ya que consideran que en esta fase hay: …seguridad, confianza,
planes a futuro, metas, ilusiones, gastos, alegría y felicidad.
Las subjetividades exclamadas a través
de cada discurso de los participantes denotan creencias que fungen como guías o
conjuntos de recetas disponibles para entender y expresar una concepción de amor
(Giménez, 2006). No olvidando que son los sujetos también capaces de inventar y
reinventar la manera de manifestar sus sentimientos (Rodríguez, 2006).
Roles
femenino y masculino en la relación de pareja:
En
la actualidad, se podría señalar que la repartición de tareas sufrió cambios no
profundos porque aún se continúan realizando tareas de manera diferenciada
según el sexo de la persona.
Ante la situación planteada Margarita
respondió:
Mi
pareja cuida a los niños, se encarga de su educación, realiza actividades del
hogar, como cocinar y es muy buen consejero.
Isabel comentó:
El cobijo económico sigue siendo fundamental,
mantener, ser un buen proveedor y trabajador; eso es importante en la pareja.
A pesar de que cada vez el reparto de
gastos se realice de forma conjunta, suele persistir la idea de que los varones
tienen qué mantener a su familia. Este ideal masculino se sostiene por aquellas
características consideradas socialmente naturales, los hombres son fuertes y
las mujeres débiles, lo que coloca a los varones en una posición privilegiada
como afirman Badinter (1993); Burin
y Meler (2009) y Mejía (2008).
Aunque no sólo los hombres no han logrado transformar ese rol, en el caso
de las mujeres todavía se les adjudican otras tareas, visiblemente se observa
en el comentario manifestado por Héctor:
Las mujeres en las relaciones amorosas también
tienen derecho de salir a pasear, estudiar, platicar, proveer dinero al hogar,
cuidar a los hijos, administrar los gastos, trabajar, cocinar, lavar, planchar,
cuidar la casa y atender al marido.
A pesar de las exigencias y demandas que
se les reclama a las mujeres —doble o triple jornada—, se puede resaltar que
éstas han comenzado a moverse en la esfera pública, en espacios en donde sólo
existía exclusividad masculina, es necesario transformar la idea del trabajo
que tienen que desempeñar evitando pensar que la encomienda en el hogar es una
obligación natural por el hecho de haber nacido mujeres (Artous,
1996).
Estereotipos
femeninos y masculinos en la pareja:
Los estereotipos referidos a la pareja romántica tienen una gran influencia en
los individuos, representan imágenes (o tipos de “moldes”) fuertemente
arraigados en la conciencia acerca de los atributos que debe poseer el ser
amado, sobre cómo debe comportarse, qué trato deben dar al otro y las cosas que
tienen qué hacer por la persona especial (Caterberg y
Kipen, 2006; Martín, 2006; Morales y Moya, 1996).
Al respecto, Soledad
dijo:
[Que
sea] “caballeroso, tierno, cariñoso y responsable” […]. Una persona honesta,
que me trate bien, con respeto, que sea trabajador, hogareño y muy sincero.
Isabel, comentó:
Ser
responsable, comprometido, cariñoso, trabajador, emprendedor, comprensivo, buen
amante y respetuoso; divertido, inteligente, versátil, alto, deportista, limpio
y sincero.
Y Alicia, argumentó lo siguiente:
Que fuera compresivo,
que no me cargue la mano en la responsabilidad de la casa, que me diera mi
espacio, que me respetara, que no fuera celoso, que ame a su familia, que
permita el desarrollo individual, que sepa escuchar y sea protector […]. Que
sea educado, limpio, no mandón, no mentiroso, que no tenga vicios, que no sea
“Don Juan”, que tenga un buen trabajo, también generoso y no abusivo.
Estas expresiones manifiestan un
discurso cargado de un imaginario social compartido, que enfatizan la imagen de
un hombre “cuasi-heroico”, el cual tiene que cumplir una serie de requisitos
para poder considerase la pareja perfecta. Por ejemplo; poseer características estereotípicas
como el ser caballeroso, trabajador y protector, además, se espera que se
encuentre dotado de nuevos elementos que lo hagan responsable de los quehaceres
del hogar, que sea limpio, divertido y que sepa escuchar.
En el caso de los varones participantes,
manifestaron lo que a continuación aparece: Jesús, opinó:
Las
mujeres en una relación amorosa no tienen que regañar y no deben ser celosas.
En cuanto al aspecto físico; deben estar guapas, ser inteligentes,
sorprendentes, atrevidas y comprometidas.
Julio concuerda con Jesús:
Que
sea sincera, amable, que haya comunicación y confianza, recíproca, atenta,
empática, segura de sí misma, hermosa, inteligente, que escuche y cocine.
En los argumentos de Héctor, también se
manifiestan coincidencias con los anteriores testimonios:
La
mujer tiene que ser amable, respetuosa, empática, comprensiva, carismática,
bella, recíproca, amorosa y con sentido del humor.
Los hombres, también esperan una imagen
y figura falaz de las mujeres, juegan con el discurso tradicional entremezclado
con tintes fugaces de lo que consideran moderno, por ejemplo; las labores
mujeriles fusionadas con los aspectos emocionales dando como resultado la mujer
ideal —obediencia, sumisión y silencio— como elementos clave para poder ser
amada. Los testimonios recabados representan la visión que tienen las personas
de lo que significa una relación de pareja, aluden a estereotipos románticos,
inexistentes, falaces, inapropiados y fantasiosos, en donde se confluye lo
tradicional con lo moderno, sin tener claridad de lo que significa la palabra
amor, amar y amarse, tan sólo se ubica lo imperativo: “lo ideal es perfecto,
existe y lo merezco”.
Conclusiones
Los hallazgos de esta investigación
permiten comprender la complejidad de analizar las voces discursivas desde la
percepción que tienen los estudiantes en torno a las relaciones de pareja y los
vínculos amorosos que se entrelazan. En cada narrativa expresaron imaginarios, creencias,
valores, interpretaciones, ideas, sentimientos y prohibiciones, desde este
plano simbólico han construido una cosmovisión particular que ha conformado su
identidad personal y social (Zazueta y Sandoval, 2013) como aquel esquema de
percepción y acción sobre lo amoroso (Bourdieu y Wacquant,
2008), que guía su forma de recrear y reinventar su expresión sobre el amor
romántico (Rodríguez, 2006).
De acuerdo a
Singer (1999) la idealización sobre el amor se gesta históricamente, de tal
manera que se construyen imágenes o ideas que forman parte de la subjetividad
de las personas, es decir, son éstas quienes fabrican ideales imaginarios de la
persona a la que aman. Estos imaginarios contienen a su vez significados, que
revelan las estructuras simbólicas de una sociedad dada, y que al mismo tiempo
se conjugan con los discursos, ideas, percepciones, etcétera. Lo importante es
tener presente cómo se vive el sentimiento de manera particular y el
significado que se le otorga al amor en cada época histórica (Rodríguez, 2006).
En las narrativas
expresadas por el estudiantado, se observó la predominación de un discurso
hegemónico referente al amor dibujado desde lo “romántico”, esto es, saberes
compartidos y difundidos por la sociedad, en donde las mujeres y los hombres se
muestran con características diferenciadas, complementarias y contrarias. Según
Le Breton (2002) y Rodriguez (2006), mencionan que el
amor y sus idealizaciones corresponden a la cultura afectiva, entre lo
transmitido (instituciones religiosa o legal), lo aprendido (en la familia, los
discursos producidos históricamente) y lo recreado por los individuos (las
prácticas cotidianas), como modelos de experiencia y acción que orientan la
conducta de los individuos.
Ser hombre o ser mujer
es resultado de un proceso psicológico, social y cultural a partir del cual se
asigna un significado a lo masculino y a lo femenino. De esta manera, en cada
cultura existe una noción particular de lo que significa ser varón o mujer
(Rocha y Díaz, 2011). Es necesario insistir en que todo lo que se conoce de
estos dos entes, no son atributos naturales sino se trata de la fabricación de
construcciones culturales que enmarcan un solo camino a seguir por las
personas, la ortodoxia sexual. El amor no es abstracto, es histórico,
genéricamente diferenciado y tiene una función. Lo importante es dejar de
pensar que las personas son seres incompletos o medias naranjas y que las
relaciones de pareja son para la eternidad (Lagarde,
1992). Se requiere dejar de vivir en el mito y la fantasía para trascender las
ideas dominantes de la sociedad que han esclavizado los cuerpos humanos
azotándolos con deberes y prohibiciones como hechos naturales dejando de lado
la génesis histórica, social y cultural.
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[1] De acuerdo a Urrea y Quintín (2000) en Zazueta y Sandoval, (2013) por amor romántico se entiende una construcción
social de larga duración que instaura un patrón de dominación de lo
masculino sobre lo femenino, en el amor romántico
los afectos y lazos tienden a predominar sobre la cuestión
sexual (Giddens, 1992 en Zazueta y Sandoval, 2013).