COEDUCACIÓN:
APROXIMACIÓN A UNA EPISTEMOLOGÍA FEMINISTA EN EL AULA
COEDUCATION:
AN APPROACH TO A FEMINIST EPISTEMOLOGY IN THE CLASROOM
Victoria Alejandra Rodríguez Salamanca1
1Correo electrónico: vikitoriaster@gmail.com
“El que no habla es
vulnerable.”
Ángela Davis
Resumen
Este
texto es un sustrato de una investigación que realicé en la ciudad de Ibagué
(Colombia), sobre la educación basada en perspectiva de género y feminista. En
dicho sistema de educación, no existe un programa con enfoque de género a
disposición de los colegios y escuelas, por lo tanto, hablar de coeducación
implica tener en cuenta que la cultura está permeada por prácticas machistas. Cuestión
fundamentada desde el pensamiento religioso, económico, entre otras, también
por las bases epistémicas y científicas del sistema educativo. Por lo tanto,
las ideas aquí expresadas tienen un contexto adecuado, en el sentido que, a
nivel social, es necesaria la implementación de programas con dicha
perspectiva, e implica por otro lado, proponer una nueva epistemología desde el
feminismo sobre temáticas tratadas en el currículo: fundamentalmente, el
cuerpo, la sexualidad, la diversidad cultural, étnica y de género, la visibilidad
de las mujeres en la ciencia, la economía, entre otras.
No
existe, en el sistema educativo de Ibagué, ni la palabra “co-educación”
ni ninguna otra que comprenda una educación con perspectiva de género. En este
texto se recogieron las impresiones de las docentes que están intentando
construir una mirada de género sobre la educación, así como analizar las
principales dificultades para incluir dicha perspectiva epistémica en el currículo
del sistema educativo. De igual manera, se hizo posible visibilizar los retos
que ellas han tenido que afrontar, tanto a nivel personal, familiar, laboral y
social para introducir esta perspectiva.
Palabras clave:
género, coeducación, epistemología feminista
Abstract
This text is a part
of an investigation that I made in Ibagué city (Colombia) about education based in gender perspective and feminism. In this education system a program with gender
perspective available to schools doesn’t exist, therefore, speaking of coeducation implies taking into account that
culture is permeated by sexist practices.
This is based
in religious, economic and other ideas, also by the epistemic
and scientific bases of the
education system. Therefore, the views expressed in this article have
an appropiate context, in the sense that, in the social level, the implementation of programs with this
perspective is necessary, and implies, on the other
hand, proposing a new epistemology from feminism about topics in the curricula:
fundamentally, the body, sexuality, cultural, ethnical and gender diversity, women visibility in science, economy, amongst others.
In
the educational system of Ibagué, the word coeducation doesn’t exist, or any other
that includes a gender perspective education. In this article perceptions from the theachers
that are trying to build a gender perspective about education were collected, as well as analyze the main
challenges to include this epistemic perspective in the educational system curricula. Likewise, is was possible
to visualize the challenges that they have had
to face, at a personal, family,
work and social level to
introduce this perspective.
Keywords:
gender, coeducation, feminist epistemology
Recepción: 27 de julio de 2018/Aceptación: 03 de
diciembre de 2018
Currículo: hacia la
De-construcción del sistema educativo
El
sistema de educación del departamento del Tolima, a través del currículo, no
avanza paralelamente con el desarrollo de la ciencia ni con los derechos
humanos expresados y defendidos por la ONU[1], la Constitución Política
de Colombia, y en términos generales, por las Constituciones Democráticas de
los diferentes países de América Latina, aunados algunos en la UNASUR[2]. Dicho departamento oculta
derechos, por ejemplo, el de la diversidad sexual y de género, consignada en la
Constitución de Colombia (1991).
Art.13: Todas
las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección
y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o
mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los
abusos o maltratos que contra ellas se cometan. (Constitución política de Colombia,
1991)
Las
situaciones de segregación son dramáticas e invisibilizadas
por el mismo sistema educativo. Como queda en evidencia en el conocido caso de
Sergio David Urrego[3],
quien se suicidó debido al hostigamiento que recibía por parte del cuerpo docente
y administrativo por ser homosexual. Los hechos se dieron en el colegio
Gimnasio Castillo Campestre en la ciudad de Bogotá. Se cree que el cuerpo
docente y administrativo llegó a ponerse de acuerdo para segregarlo, de forma
similar, se presentan múltiples situaciones de acoso y abuso sexual a niñas y
niños menores de edad, ampliamente registradas en el Instituto Nacional de Medicina
Forense y la Fiscalía[4] de la Nación. Estas
situaciones pueden prevenirse e incluso erradicarse de la vida social, porque
es el cuerpo docente quien tiene la capacidad de detectarlo “tempranamente” y
poner en marcha algún mecanismo para solucionarlo.
Pero
lo anterior, no es posible debido a las dificultades que se encuentran en el
mismo cuerpo administrativo y docente, pues no es posible de-construir los
paradigmas de género sin tener pleno conocimiento de qué es el género, cómo atraviesa
todo el ámbito social[5] por un lado, y corporal[6] por el otro, de cada una
de las personas que ejercen funciones de representación y ejecución de la
democracia en la sociedad. Es decir, nos referimos a la de-construcción[7]
(Asensi, 2018, pp. 11-19) sobre la diversidad de
género, sexual y fundamentalmente sobre la situación de las mujeres en todos
los sentidos del espectro social, en la economía, educación, justicia,
representación democrática y de derechos en Abya Yala[8]. Pero la de-construcción del pensamiento no es
tarea fácil, ya que sostiene el sistema económico y social, y está tan
profundamente arraigado en nuestros cuerpos y vidas, que es necesario, por
tanto, re-pensar los principios
filosóficos y culturales que lo sostienen.
Se
puede observar que la sociedad se refleja en la población de estudiantes, estos
últimos, han construido la identidad de
género[9]
(Butler, 2016, pp. 67-89) basada en principios epistémicos y culturales, que
tiene como base principios binarios o arquetipos
del pensamiento[10] (Jung,
1970, p. 9): femenino/masculino, mujer/hombre, macho/hembra. Una frase muy
común utilizada como excusa es, el
respeto a lo que culturalmente se considera como feminidad, cuando en
realidad, ese respeto se da basado en la consideración de que todo aquello
femenino es débil, suave, histérico, irracional, emocional, etc. Fundamentalmente
se da este problema, o crisis del sistema, porque el concepto de feminidad y
masculinidad en el que se basa la educación colombiana está fundado en la
dominación, es decir, que la feminidad
es, en términos sociales y culturales, dominada por lo masculino. Esta dominación se ejerce a través de comportamientos
naturalizados y socialmente aceptados, Michel Foucault (2003) los denomina dispositivos de control, estos funcionan
como instrumentos de autocontrol y de control social, regulación y control del género. Dicho de otra manera, es el
control sobre las relaciones sociales y de parentesco a través del amor, la
amistad, las relaciones laborales, las relaciones sexuales, etc., todo
construido con base en la dominación a todo lo considerado femenino. Por ello, es posible hallar características propias del
sistema de violencia hacia las mujeres y personas disidentes del orden de
género y sexual en el sistema social de derecho en el que vivimos, es en otros
términos, en el sistema económico, de salud, cuidado y justicia, por lo que las
mujeres y la comunidad LGBTIQ sufren enormes discriminaciones y segregación.
Como
causa de lo anterior, se entiende que Lo
masculino es lo dominante. Un sujeto que se autodenomine masculino, lo hace también para esconder
cualquier manifestación de feminidad. En otras palabras, frente a la feminidad que en realidad es su propio estereotipo, estará
intentando auto-dominarlo en su construcción
del yo; es decir, un hombre que se autodenomina hombre va a tener una relación de
opresión o dominación a todo lo que se manifieste como feminidad, incluso en su
propio cuerpo, experiencia y vida, ya que el sujeto es una construcción social[11]. Según Simone de Beauvoir (1987), el sujeto tiene como experiencia vital el orden de género, dicho de otra manera,
convive toda su vida con esas dos formas de comprender el género femenino o
masculino y debe decidirse por uno “correspondiente” con el sexo[12], ya sea porque se lo han
enseñado así en casa (cultura), o porque su
razonamiento ―conceptos epistémicos enseñados en las escuelas, colegios y
universidades― deseos, sensaciones, emociones ―desarrollados también a partir
fundamentalmente de la cultura y la sociedad― que lo llevan a expresarse y
decidirse por alguno de los géneros. Esta es una de las principales normas de
género.
Cuando
esa relación entre el género y el sexo no corresponde con las lógicas
normalizadas y establecidas por el sistema social, la persona entra en
conflicto con su ser y con la sociedad, pues es rechazado y etiquetado como raro. De ahí, por ejemplo, los
movimientos queer
en Estados Unidos, que levantan la voz para pedir por los derechos de todas las
personas vulneradas, segregadas y esclavizadas por la normalización del género (Butler, 2016, p. 83), las cuales sufren la discriminación del sistema social, pues el derecho del sistema
democrático no reconocía hasta hace muy poco como sujetos de derecho a las
personas trans, cosa que comienza a ocurrir en muchos
países de Abya Yala. O como
en el caso de las mujeres, donde los Estados no construyen aún instrumentos que
les proteja de la segregación y la violencia.
En
consecuencia, esa persona de la que se habla en líneas anteriores, prefiere
seguir las reglas de género impuestas por la sociedad actual, ya sea porque es
más fácil llevar a cabo relaciones sociales sin exclusión, o por muchas otras
razones o experiencias[13] que suceden dentro del sistema
social y cultural, que controlan el género[14] (Preciado,. 2008). Aunque estos principios estén expresados en la
Constitución Política de Colombia y las instituciones educativas sean garantes
de estos derechos, ello no se cumple en casi ninguna de las instancias del
Estado. Y ¿por qué no? Primero debe hacerse un ejercicio de de-construcción sobre los significados
de la feminidad y masculinidad desde una perspectiva de género y feminista en
cada una de las personas que participan en el sistema educativo, de salud,
economía y demás, incluyendo a las culturas, las diversas comunidades
afro-descendiente y étnicas; y en general, en cada una de las culturas en Abya Yala. Por supuesto, esta
lucha siempre ha estado ligada a los movimientos sociales principalmente, y su
corta historia está “poco” escrita y se ha dado fundamentalmente, por la luchas
de las mujeres para ser libres de los sistemas normalizados de violencia
machista. Esta historia dice que siempre el sistema democrático ha escondido y
doblegado la voz de las mujeres y las personas disidentes de género. Si el
sistema educativo de este país pusiera en práctica la teoría de género y
feminista, seguro sería posible un Estado más democrático, pero esto sólo es
posible si se da la de-construcción del género en el cuerpo administrativo y
docente.
Es
así que la de-construcción del
ejercicio docente debe empezar por comprender que muchos conceptos aplicados en
los libros de texto, utilizados actualmente en las instituciones educativas, se
basan en conceptos errados históricamente y corregidos por los últimos avances
de la ciencia, tales como la influencia de las hormonas en los cuerpos, el
cromosoma XY y XX; la imposibilidad de que los embriones no tengan un sexo
definido hasta la séptima semana de gestación, o que el sexo y el género son lo
mismo, entre otras muchas ideas que transforman paradigmas en la sociedad.
En
ese sentido, la disciplina pedagógica ha perdido su calidad científica. Por lo
que se ha limitado a reproducir un canon filosófico, literario y científico desactualizado
y sin sustento político, básicamente a reproducir conceptos. Aquí pueden surgir
las siguientes preguntas ¿por qué se ha perdido tanta fuerza? ¿El planteamiento
político en qué lado quedó? Sin embargo, el movimiento social frente a estos
temas ha aumentado. Estos movimientos se han dado porque han llegado a afectar
las necesidades vitales de los pueblos en Abya Yala. Los territorios, los lazos de comunidad, los recursos
como el agua, la flora, la fauna, y la seguridad alimentaria, entre otras
cuestiones. Todo esto se materializa en el cuerpo de las mujeres[15]. Este momento es quizás
un grito de ¡Basta! Basta de la precariedad en la vida de las mujeres en los
pueblos indígenas y los pueblos afro-descendientes.
El
debate acerca de la administración de la educación es urgente, sin embargo,
cada maestra o maestro tiene el poder de interlocución con los estudiantes.
Esta es una estrategia utilizada por algunas de las maestras entrevistadas en
esta tesina. De-construir el concepto desde una perspectiva feminista
y de-colonial[16].
Se debe hacer énfasis en que las practicas racistas, nacen y se sostienen desde
el seno de las ciencias mal enseñadas. Las fronteras que atraviesan la multiplicidad
étnica son igual de importantes que las del género. En este sentido, se debe
buscar garantizar que la enseñanza sea anti-racista,
de-colonial, de-constructiva y feminista.
Uno debe ir indudablemente junto al otro “Sin olvidar que históricamente, ha
sido, más fácil abolir la esclavitud en el cuerpo de los hombres, que en el de
las mujeres” (Davis, 2016, pp. 88-108), pues aún hoy, existen más de 60.000
mujeres obligadas a prostituirse en Europa, como esclavas sexuales. Por lo que
es un reto de la educación contribuir para eliminar la violencia y segregación
hacia las mujeres.
¿Cómo
sucede esto? A través de las falacias conceptuales, como se les
suele llamar a aquellos conceptos que son fundamentales en la construcción de
prejuicios hacia las mujeres, los movimientos queer y la multi-etnicidad.
Éstos tienen que ver con campos de investigación “recientemente” desarrollados
como, por ejemplo, la teoría del performance
del cuerpo, el pensamiento anti-racista y decolonial, así como el feminismo decolonial.
El pensamiento cartesiano dividió al ser humano en cuerpo/mente, y estas
teorías fueron ciertas hasta hace pocos años. Actualmente, se ha descubierto
que el cuerpo y el cerebro están íntimamente ligados. Por tanto, la
consideración de educar la mente separada del cuerpo, ha sido un error abismal
en la enseñanza. De aquí se han derivado innumerables comportamientos sociales
y formas epistémicas que han tenido que ser reconsideradas. Hoy, la ciencia es
consciente que somos todo a la vez; la mente es una parte del cuerpo, pero es
necesario aprender exponiéndonos a través del cuerpo. En este ámbito, la
ciencia endocrina ha contribuido a cambiar algunos de estos paradigmas.
Adicionalmente,
la endocrinología es el argumento comúnmente utilizado sobre la influencia de
las hormonas en el género, los estrógenos en la delicadeza en el cuerpo de las
mujeres, o la presencia de testosterona que supuestamente aumenta la capacidad
de fuerza física en el cuerpo de los hombres, lo cual los hace violentos
irremediablemente. Aunque se siga enseñando y permanezca en la sabiduría
popular, se desconoce que estas hormonas estén también presentes en el cuerpo
de las mujeres, al igual que los estrógenos en el cuerpo de los hombres.
Anne
Fausto-Sterling (2006) hace una recopilación
histórica del desarrollo de la ciencia endocrina. Lo que ha significado a la
sociedad moderna comprender estas nuevas teorías. Actualmente, se mezcla el
saber popular, las experiencias vitales o culturales y la mala enseñanza de la
ciencia, sobre el desarrollo de las hormonas en el cuerpo humano, Fausto-Sterling concluye, en el capítulo llamado, “La política de
género y la construcción de la sexualidad”, diciendo:
Pero, a pesar
del hecho de que ambas hormonas parecen estar presentes en todos los tipos de
cuerpos y producir toda suerte de efectos, muchos periodistas e investigadores
continúan considerando al estrógeno la hormona femenina y a la testosterona la
hormona masculina. (p. 217)
De aquí que se produzca esa suerte de
determinismo biológico.
Otro
de los innumerables ejemplos, es el trabajo de la científica Helen Hamilton Gardener quien demostró en su libro llamado Sexo y Cerebro de 1888 (Saini, 2018) que las
mujeres no eran inferiores mentalmente a los hombres por ser mujeres. Aunque
esto no se enseñe literalmente así, se sigue pensando que las mujeres no son
hábiles, por ejemplo, en el pensamiento matemático. Las tasas de acceso de las
mujeres en las ciencias matemáticas son claras[17].
En
este sentido, el deber de la educación es desvirtuar estas ideas preconcebidas,
mal interpretadas o mal enseñadas, ya que las reducciones simplistas de la
ciencia se convierten en prejuicios sobre los cuerpos de las mujeres y de la
comunidad LGBTI. Es así, que las teorías feministas y de género proponen
alternativas en el análisis de las ciencias sociales cuando permiten demostrar
la vulnerabilidad de las mujeres y de la comunidad LGBTI dentro del sistema
social y político en el que vivimos, al tener menos posibilidades laborales,
económicas, educativas, de bienestar y seguridad, altos índices de violencia
intrafamiliar, menor posesión en propiedad de tierras, e incluso, sufrir las
consecuencias del desplazamiento forzado, entre otras. Cuando se tienen en
cuenta las anteriores cuestiones se considera que se construye una perspectiva
feminista, se desvirtúan falacias y prejuicios construidos desde los inicios de
la ciencia y se incentiva la conciencia social.
Sin
embargo, para que haya conciencia no basta con que en el sistema educativo se
desvirtúen estos conceptos errados, sino que también se materialicen en la
realidad social de las instituciones educativas. Algunas leyes como la 1257[18], entre otras, buscan proteger
a comunidades vulnerables de la violencia y la segregación del sistema social, pero la
escuela, al no desvirtuar esas ideas, hace factible la vulneración y contribuye
a la segregación. Por el contrario, lo que debería hacer es contribuir a construir
la norma a través del conocimiento y la ritualización
social de quienes reconocen la diferencia. Judith Butler (2016) lo dice en
estos términos:
La distancia
entre el género y sus casos naturalizados es precisamente la distancia entre
una norma y sus incorporaciones. He sugerido más arriba que la norma es
analíticamente independiente de sus incorporaciones, pero quiero enfatizar que
esto es solo una heurística intelectual que ayuda a garantizar la perpetuación
de la norma misma como un ideal eterno e inalterable. De hecho, la norma solo
persiste como norma en la medida en que se representa en la práctica social y
se re-idealiza y se re-instituye en y a través de los rituales sociales diarios
de la vida corporal. La norma no tiene un estatus ontológico independiente; sin
embargo, no puede ser fácilmente reducida a sus casos: ella misma es
(re)producida a través de su incorporación, a través de los actos que tratan de
aproximarla, a través de las idealizaciones reproducidas en y por esos actos.
(p. 78)
Es
decir, que la ley sea norma y ésta sea un valor materializado en la realidad
social de las instituciones, en la vivencia constante de la comunidad
educativa.
Actualmente,
el sistema de educación en Colombia se encuentra en una crisis curricular
puesto que las instituciones educativas operan con conceptos des-actualizados
científicamente. De igual forma, la organización administrativa del sistema
educativo hace que un salón de clase parezca más un laboratorio de producción
industrial que un lugar de encuentro para compartir conocimientos a través del
debate crítico, incluso con los estudiantes más jóvenes o infantes, que son muy
críticos con la realidad. La escuela no puede seguir anulándoles y construyendo
así personas dóciles, imaginadas con la realidad global. Cada salón de clases
cuenta con aproximadamente 50 estudiantes en espacios físicos que no superan
los 6 metros cuadrados por salón; con jornadas de hasta 8 horas diarias de
clases. Por lo tanto, el cuerpo de docentes se encarga de hacer efectivos
conceptos que van a favor de la explotación de la naturaleza, en contra de la
diversidad sexual, de género y étnica. Esto quiere decir que la mayor parte de
conceptos en los que se basa el sistema educativo actual, se han desarrollado
por una academia colonialista, androcéntrica, etnocéntrica
y absolutamente consumista, obviando, por supuesto, una perspectiva económica,
política y cultural local.
Como
consecuencia, enfrentamos enormes dilemas cotidianos como la violencia contra
las mujeres, la segregación y asesinato de las mujeres trans
y el poco valor por la vida de la sociedad en general, resultado de más de 50
años de guerra, producida por el modelo económico actual que crea profundas
desigualdades entre las personas, atravesadas por el género y la etnia. Es
probable que un cambio epistémico del currículo en el sistema de educación
colombiano proyecte la paz, la industria eco-sostenible, el desarrollo
económico responsable con las comunidades y el medio ambiente, disminuya la violencia
de género y en última instancia se refleje en un mejor vivir para la sociedad.
De-construcción y decolonialidad en el cuerpo de los profesionales del
sistema educativo
La
relación de los docentes con los estudiantes es directa, entran en juego
mecanismos como la empatía y los afectos, por lo tanto, la comunidad de
maestros debe tener una formación clara y coherente con el sistema de derecho,
reflejado en la constitución y con un pensamiento científico y social. La
de-construcción del pensamiento machista-materialista es muy compleja y lenta,
quizás esto sea lo más difícil de la teoría de género y feminista, pues
atraviesa el cuerpo de cada uno de los sujetos que en ella trabajen. Por dicha
causa es fundamental que el cuerpo docente tenga formación teórica sobre la
teoría de género y feminista.
En
muchos aspectos, el ejercicio docente deja de ser una actividad en la que es
posible reflexionar acerca del mundo que nos rodea, para convertirse en una
actividad en la que se enseñan contenidos desactualizados, en términos
científicos y bajo la dictadura de la cultura machista-consumista. Ser maestra/o
es ante todo una labor política; son las y los docentes quienes mejor
preparadas deben estar para ejercer su labor. En este momento coyuntural de la
política global y especialmente en Abya Yala, es ingente empezar desde nuestro territorio corporal e invertir en espacios solidarios de indagación
e investigación colectiva. Indudablemente, la subjetividad influye en nuestra
labor, por lo que es nuestra mejor herramienta, y esto es quizás, lo más
afortunado de la educación, debido a esto, el ejercicio de la de-construcción
es imprescindible. Las funciones sociales de los géneros deben ser debatidas,
cuestionadas en el cuerpo de cada una de las maestras y maestros, primero
porque la influencia hacia las y los estudiantes es directa, y con frecuencia
refuerza los estereotipos sobre el cuerpo, el género, sus roles y la etnicidad.
Actualmente,
si un estudiante manifiesta inconformidad con las determinaciones sociales del
género, no existe ningún protocolo para la protección de sus derechos, sino al
contrario, es tratado por el sistema de educación como si estuviera en
“problemas” o en el peor de los casos como si padeciera una enfermedad.
En conclusión, algunas
estrategias/alternativas para desarrollar una pedagogía basada en género y
feminista, sin esperar a que el sistema educativo lo provenga
Con
estas cuestiones luchan todos los días docentes en la escuela, y no sólo con
las/os profesionales a los que no les interesa el discurso de género, sino
también con el sistema educativo que no propone nuevos paradigmas conceptuales.
El enfoque sigue dirigido a cómo se enseña en la escuela, y eso parece lo
correcto, pero se olvidan de la otra pregunta: ¿qué se enseña en la escuela? Las
entrevistadas no señalan que lo primero no sea importante, sino que el énfasis
también debe estar en lo segundo, en este sentido, las recomendaciones
generales son:
·
De-construir los
contenidos curriculares bajo la perspectiva de género.
·
Decolonizar
el currículo.
·
Generar y participar en
pequeños grupos de discusión, locales, reales, y comunitarios.
·
Replantear el canon
filosófico, literario y científico que ha servido de base en los trabajos y repensarlo.
Ponerlo en práctica en la vida individual, o a nivel sistema y por su puesto,
la capacitación del cuerpo docente perteneciente al sistema educativo con
enfoque de género y decolonial.
·
Implementar un área
especial para la enseñanza profunda de la teoría de género en el sistema
educativo.
Debatir
las estrategias que se han desarrollado por las docentes entrevistadas podrá
plantear un camino para la evolución de una pedagogía de los estudios de género
y feminismos. Estas prácticas han sido extraídas de los ejercicios y los
conflictos que han tenido las profesoras en sus aulas durante su experiencia;
ellas fueron construyendo desde el discurso de género y los feminismos, un
marco de conflicto que anteriormente describimos y a partir de allí, construyeron
herramientas discursivas y pedagógicas para procurar una solución. Una de esas
estrategias ha sido movilizar el lenguaje; movilizarlo en el sentido de
construir constantemente una discusión en torno al orden de género frente a los
supuestos de lo que significa ser masculino y femenino, siendo igual de
reiterativas como es el mismo orden de género en espacios como el juego de
roles, las dinámicas de poder y violencia en los niños y niñas.
Otra
técnica empleada en clase o en espacios de juego, es formular preguntas sobre
acciones concretas que tienen la apariencia de ser “verdad”. Las cuales se
sustentan desde la cultura y aparentan ser verdad, pero que a la luz de la
teoría de género y decolonial, no lo son. Éstas se
constituyen como verdad, aunque no lo sean, por cuestiones de repetición
cultural o social, o por la pobre enseñanza de las ciencias. Por ejemplo,
muchas experiencias de las mujeres en el transcurso de nuestra historia
reciente han ido cambiando, las mujeres no habían asistido a la escuela hasta
hace 60 años aproximadamente, porque se consideraba social y culturalmente que
su actividad principal debía centrarse en el hogar. En los últimos 20 años, son
las mujeres las que más culminan estudios profesionales en Colombia, aun así,
la educación sigue siendo profundamente machista y colonial, por ello es
necesario tener en cuenta que “la verdad es siempre una verdad histórica”,
siguiendo lo expresado por Judith Butler, (1998, p. 296)[19], y por De Beauvoir, et.al. (1987, p. 250)
en la frase “no se nace mujer, se llega a serlo”, se comprende por extensión
que cualquier género es también construido como una verdad histórica. En este
sentido, para transformar la costumbre de lo que se dice sobre el género, o
sobre la función del sexo y de las prácticas sexuales, es necesario darle otro
significado, es decir, poner en cuestión esas construcciones que se sostienen a
través del lenguaje y de las acciones repetitivas culturalmente y que se
visibilizan en la comunidad en el sistema educativo.
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[1] Organización de
las Naciones Unidas (ONU)
[2] Unión de
Naciones Suramericanas. UNASUR.
[3] Se puede
ampliar la información en distintos medios de comunicación en Colombia que
documentaron el caso de Sergio Urrego. En este caso se ha tomado un artículo
del periódico, El Espectador (2018). Revisar referencia.
[4] Este informe
presenta la situación de la violencia sexual en menores de edad, (Cifuentes,
2015).
[5] Amaia Pérez
Orozco (2014) hace un análisis de economía global y cómo afecta esto a las
minorías sexuales y a las mujeres.
[6] Pierre Bourdieu
hace un análisis muy interesante acerca de la influencia del cuerpo en los
ejercicios de dominación masculina.
[7] Manuel Asensi escribe un artículo que explica la categoría de-construcción reinterpretando el
trabajo de Jacques Derrida.
[8] Este concepto o
término está aún en discusión en los círculos académicos y de los movimientos
sociales de todo el continente en América, fundamentalmente en América Latina
(centro-sur). Aun así, es reivindicativa la utilización del término, pues
nuestros pueblos afro-descendientes e indígenas se encuentran hoy en una lucha
frontal por mantener la naturaleza y sus propios territorios libres de la
explotación minero-energética.
[9] Se pueden
hallar ampliaciones de estos conceptos y categorías de análisis sociales y antropológicos
en el trabajo de Judith Butler.
[10] Jung y Lacan
construyeron la teoría de los arquetipos del pensamiento que son las bases
sobre las que emergen las culturas, especialmente, el pensamiento occidental.
[11] Simone de Beauvoir. El segundo sexo.
[12] El concepto de
la diferencia sexual hombre/mujer, Judith Butler (1998).
[13] Es difícil
determinar las múltiples formas de exclusión que viven las mujeres y las personas
disidentes de género, pero acerca de las experiencias de las personas que
transitan el género, se toma como referencia el trabajo de Paul. B. Preciado.
[14] Foucault en su
trabajo titulado Historia de la
Sexualidad, hace un análisis de los dispositivos de control que utiliza el
poder.
[15] Lolita Chaves Ixcaquic es una mujer defensora de los derechos de la
naturaleza. Tantuka TV (2018)
[16] Para trabajar a
profundidad el concepto de decolonialidad recomiendo la lectura del texto El giro decolonial
de Castro-Gómez y Grosfoguel (2007).
[17] En el artículo
Mujer e ingeniería, la revista de la Universidad de los Andes (octubre 2017 -
mayo 2018) profundiza sobre este tema.
[18] La ley 1257 es
una ley que busca proteger a las mujeres contra el machismo y el maltrato.
[19] Judith
Butler. (Actos performativos y constitución del
género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista)