Tejidos espontáneos: línea de atención emocional a
mujeres en crisis
Spontaneous Tissues: Emotional Care Line for Women
in Crisis
Yvon
Carrillo Ascencio[1]
El reconocimiento consciente de las relaciones desiguales
entre hombres y mujeres, que podría entenderse como el pilar del feminismo, a
veces encuentra su campo de acción específico en el vínculo cotidiano con los
demás o en buscar una manera de tejer prácticas, resignificaciones, historias y
apoyos. La pandemia generada por el SARS-CoV-2 y el respectivo distanciamiento
social, obstaculizan los vínculos con el exterior y su fortalecimiento, además
entorpecen la puesta en práctica de una empatía que resulta más que necesaria
en dicho contexto. No obstante, nombrar el mundo exterior como todo aquello
fuera de los límites espaciales o tangibles resulta una falacia: un conjunto de
mujeres desconocidas, de quienes hablamos en esta reseña, saben que lo que pasa
afuera de ellas también pasa adentro. Al inicio del confinamiento, decenas de
mujeres mexicanas profesionales de las ciencias Psi se vieron convocadas por
una colectiva y una institución feminista, que a través de sus redes sociales
propusieron atender telefónicamente a mujeres que se sintieran en crisis
emocional por los conflictos o sucesos que pudieran ocurrir en ese periodo en
la intimidad del hogar. Esto con la finalidad de mirar ese “adentro” que suele
ser invisible ante la mirada pública, sobre todo cuando las mujeres son
confinadas al espacio doméstico, que históricamente ha sostenido la hegemonía como
un estereotipo de género para ellas.
El mismo día que la Escuela de
Pensamiento Feminista Luna y la Colectiva El Aquelarre de Salem publicaron esta
sugerencia y convocaron a mujeres terapeutas, se conformó a través de Whatsapp una
red de 45 psicólogas de toda la República que compartían esta preocupación y
una perspectiva de género; se destinó una cuenta en dicha plataforma para
recibir solicitudes de mujeres que necesitaran atención psicológica de manera
inmediata, que fue denominada “Línea de Atención Emocional a Mujeres en Crisis”.
La Línea de Atención constituyó una red
que hoy se autodenomina Red de Psicólogas y Terapeutas Feministas: antes de
eso, no existía. En ello reside la espontaneidad de su consolidación, aunque hasta
ahora las integrantes se han organizado para tener un protocolo de atención
consensuado, hacer una sistematización y análisis de los datos estadísticos de
las llamadas, tener un directorio para canalizaciones y mantener una
comunicación permanente con el público en general y las potenciales usuarias de
la Línea. Esta Línea ha atendido a más de 1,030 mujeres de manera voluntaria y
gratuita, sin afiliación a ningún partido u organización, pues su comité
administrativo se conforma por las mismas psicólogas que atienden los casos.
Sus páginas en Facebook, Instagram y
Twitter[2]
son un punto de difusión y sensibilización en torno a los problemas que atañen
a las mujeres y es donde específicamente se dan a conocer datos sobre las
atenciones realizadas, y que dan cuenta de las temáticas y necesidades que
demandan una acción urgente en toda la sociedad y los distintos órdenes de
gobierno. Según los datos analizados, el tema más urgente a atender en materia
de equidad y género es la violencia. El motivo de consulta más común durante varias
semanas ha sido la violencia ejercida por la pareja sentimental hacia las
mujeres en todos sus niveles y gradientes.
En segundo lugar, estas llamadas se
deben a alguna ruptura emocional, en gran medida relacionada con infidelidad por
parte de los hombres y con relaciones codependientes que desorganizan emocional
y funcionalmente a las mujeres. El tercer tema que ha emergido en esta nueva
normalidad es la desigualdad en la carga de trabajo en cuanto al cuidado del hogar y
los hijos (a veces, hermanos) que recae sobre las mujeres. Estos asuntos indican que urge una
educación o reeducación emocional para mujeres y hombres, con el fin de romper
patrones de violencia, mentiras, chantajes, comunicación disfuncional y
codependencia que no permite avanzar hacia relaciones más transparentes, justas
y responsables. En este sentido, sin el trabajo de deconstrucción de la
masculinidad tradicional, el feminismo no puede lograr su objetivo de derribar
la desigualdad de género e impulsar patrones de crianza equitativa.
También se encuentra de manera muy
persistente la necesidad de acompañamiento al aborto o de atención
postraumática por violencia sexual ocurrida tiempo atrás. Lo anterior reitera
la necesidad de avanzar en materia de legislación en cuanto al aborto y
derechos sexuales para que los conflictos que esto implica para las mujeres
sean atendidos y mejor comprendidos por los distintos profesionales de las
ciencias médicas y de la salud mental en todo el país.
Adicionalmente, esta red de psicólogas ha encontrado
que comienzan a manifestarse algunos efectos de la pandemia hasta ahora, como
lo es la dificultad que hoy sienten muchas mujeres de vincularse, confiar y
socializar con otras personas. Por eso, la relevancia de estas redes de apoyo
se explica por sí misma: las mujeres, en gran parte, no acuden a las instancias
oficiales porque no confían en ellas ante casos de violencia o ante cualquier
situación que las haga sentir vulnerables emocionalmente.
Esta acción feminista, de generación casi
espontánea y emergente, es muestra de la cada vez más creciente exigencia de
cuidado, respeto y de una vida libre de violencias y sigue contribuyendo a que
la causa continúe repercutiendo en distintos ámbitos: como el laboral y el familiar,
para que no solo las mismas mujeres, sino toda la sociedad, se cuestione y deje
de dar por sentado los valores que sostienen a una estructura que ha perpetuado
una violencia sistemática. Esta esperanza abarca nuevas prácticas y reflexión en
los hombres, donde no es necesario que se comparen o sean comparados con los
que violan o maltratan frontal y físicamente a las mujeres, para que queden
exentos de todo vestigio de machismo o ejercicio de violencia; más bien son
prácticas de reconocimiento y análisis de las pautas o pilares que construyen
su masculinidad.
Se trata nuevamente de la utopía de una
empatía radical, más allá de lo que siempre se ha pensado o significado como: ponerse
en los zapatos del (O/o)tro, dado que es imposible empatar experiencias y
sentimientos cuando se está en distintas plataformas o circunstancias de sexo,
edad, condición socioeconómica, etc. Sin embargo, la empatía que escucha y
entiende, antes de hablar o protagonizar, contiene una potencia revolucionaria
para desestabilizar sistemas y remodelar otros. Por una parte, es esperanzador
que cada vez, en las generaciones jóvenes crecen más los círculos de hombres
deconstruyéndose y apuntando a la construcción de masculinidades alternativas,
mientras que, por otra parte, las mujeres siguen abandonando prácticas arcaicas
de competencia entre ellas y desarrollan más las de apoyo
y contención mutua.
[1]
Independiente, México. Correo electrónico: yvonca13@gmail.com
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