MUJERES
MAYORES ACTIVISTAS: TRAYECTORIAS Y EXPERIENCIAS EN MOVIMIENTOS Y ORGANIZACIONES
SOCIALES EN CHILE
OLDER
ACTIVISTS WOMEN: TRAJECTORIES AND EXPERIENCES IN MOVEMENTS AND SOCIAL
ORGANIZATIONS IN CHILE
Paulina Osorio-Parraguez[1]
Ignacia Isolda Navarrete Luco[2]
Rocío Briceño[3]
Gillian Saavedra Parraguez[4]
Resumen:
Este artículo presenta los
resultados de una investigación que explora las trayectorias y experiencias
políticas de mujeres mayores chilenas en sus espacios de participación política
y activismo. A través de un diseño metodológico cualitativo e inductivo, se
realizaron entrevistas en profundidad, de carácter biográfico, a mujeres
activistas mayores de 60 años que habitan y reflexionan en diversos campos
posicionales de la vida social y política en Santiago de Chile. Desde la
gerontología feminista y estudios interseccionales, se analiza e interpreta la
información empírica producida. Los resultados permiten concluir que la
participación política y el activismo femenino en la vejez se articula sobre la
base de tres ejes: el lugar de la trayectoria biográfica y socio-histórica de
participación política y activismo a lo largo de la vida; experiencias y
situaciones de violencias y discriminación por razón de género y edad; y el
despliegue de ciertas estrategias de resistencia de agencia colectiva. Se
reflexiona sobre el accionar colectivo de mujeres mayores y cómo la deuda
histórica de politización de la vejez femenina puede hoy encontrar cabida en los
múltiples contextos en que se gestan los actuales movimientos sociales y
feministas.
Palabras
clave: mujeres
mayores, participación política, activismo, envejecimiento, Chile
Abstract:
This article
reports on a study that aimed to explore the political trajectories and
experiences of older Chilean women, in their spaces of political participation
and activism. Through a qualitative and inductive methodology, we conducted
in-depth biographical interviews with female activists over 60 years of age,
who inhabit and reflect on various positional fields of social and political
life in Santiago de Chile. We analyse and interpret the produced data from the
perspective of feminist gerontology and intersectional studies. The results allow
us to conclude that political participation and female activism in old age is
articulated on the basis of three axes: the place of the biographical and
socio-historical trajectory of political participation and activism throughout
life; the experiences and situations of violence and discrimination based on
gender and age, and the deployment of certain strategies of collective agency
resistance. We reflect on the collective action of older women, and on how the
historical intergenerational debt and the politicization of old age females can
find a place in the multiple contexts in which the current feminist movement is
developing.
Keywords: Older women, political participation,
activism, ageing, Chile
Recepción:
30 de noviembre de 2020/Aceptación: 22 de marzo de 2021
En este artículo se reflexiona y
visibiliza la participación política y activismo femenino en la vejez. Su
objetivo es conocer y analizar las prácticas de activismo y participación de mujeres
mayores en Chile. Si bien la participación social de las personas mayores ha
sido un ámbito promovido y destacado desde la política pública institucional,
ésta se orienta principalmente a lo recreativo, a actividades físicas y de
ocio. En otro ámbito, la participación política y activismo de personas mayores
en movimientos sociales más amplios, aparecen como fragmentados e
invisibilizados en la escena pública actual. Las preguntas que guían este
estudio son: ¿Cómo se configuran las experiencias de envejecer de mujeres
mayores activistas? ¿Cuáles son las dimensiones de violencia y desigualdades
identificadas por mujeres mayores activistas? ¿Cuáles son las prácticas de
resistencia/agencia de mujeres mayores activistas? A través de ellas se abordan
las experiencias de acción colectiva de mujeres mayores en distintas
organizaciones sociales-reivindicativas y espacios políticos, desde donde se
observó y profundizó en los enunciados y posiciones de la participación
política y activismo de las mujeres mayores. El tema general que comprende este
estudio es la relación estructural entre el género y la vejez. Su abordaje se
realiza desde el conocimiento de las propias experiencias y vivencias de las
mujeres mayores, lo que permite su visibilización como agentes activas a través
de sus trayectorias de envejecimiento.
En la vejez,
la participación de “la mujer es considerablemente más alta en organizaciones
de adulto mayor, de padres y apoderados y de organización territorial y/o
juntas de vecinos” (Ministerio de la Mujer y la Equidad, 2019, p. 15). Esta
participación de mujeres mayores en diversos movimientos y colectivos sociales
se da en un contexto sociodemográfico de envejecimiento poblacional, no sólo en
Chile sino en América Latina. La feminización del envejecimiento demográfico es
una característica a destacar, pues es en ese contexto en que van emergiendo y
fortaleciéndose la acción colectiva de las mujeres mayores en nuestro país.
Participación
de las personas y mujeres mayores
La participación social de las
personas mayores es considerada un derecho y ha sido resguardada en distintas
convenciones internacionales desde la declaración de los “Principios de las
Naciones Unidas en favor de las Personas de Edad” en 1991 (MIDES, 2019). En
esta carta se señalan, entre otros derechos fundamentales, el derecho a la
independencia, la participación, la autorrealización y la dignidad (MIDES,
2019). Otro instrumento a destacar, ratificado por la mayoría de los países
latinoamericanos es la Convención Interamericana sobre la protección de los
Derechos Humanos de las Personas Mayores (2015), en este documento la
“participación, integración e inclusión plena y efectiva en la sociedad” (Organización
de los Estados Americanos, 2015) es un principio de la Convención, además de
integrarse un artículo específico sobre el derecho a la participación e
integración comunitaria.
En el
recorrido de 30 años de la creación de instrumentos internacionales, promoción
y garantía de los Derechos Humanos de las personas mayores, la participación
plena suele verse truncada, o al menos dificultada, por los estereotipos
negativos asociados y atribuidos a la vejez, a la falta de reconocimiento ―y,
en ocasiones, de autorreconocimiento― como colectivo (MIDES, 2019). En general,
la participación de las personas mayores se ve atravesada por el enfoque del
“envejecimiento activo”, el que, sin embargo, sólo es aplicado parcialmente
(Serrat, 2016), buscando encauzar su participación en actividades
recreacionales, deportivas o turísticas, mientras que minimiza la posibilidad
de incidir en políticas sociales o públicas dirigidas a sus demandas sociales.
Fuera de
estos marcos institucionales, las personas mayores se organizan, ya sea en sus
espacios territoriales cercanos o en movimientos sociales de mayor envergadura.
En el caso de Chile, la IV Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez
señala que un 44.2% de las personas mayores participan en alguna organización
social (Rosell, Herrera, Fernández y Rojas, 2017). En Chile, son las mujeres
quienes participan mayormente, alcanzando niveles de participación de un 43%
entre los 75 y 84 años (SENAMA, 2011).
En el
contexto latinoamericano, es posible identificar movimientos sociales
conformados por personas mayores, ya que justamente sus reivindicaciones y
luchas tienen relación con desigualdades y discriminaciones basadas en la edad.
Destacan las luchas por sistemas de pensiones y reformas a leyes previsionales:
El Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC) en Brasil, formado en la década de
1980 (Conte, Zanini y Ribeiro, 2019); la Unidad Nacional de Adultos Mayores
(UNAM) en Nicaragua creada el 2007 (Serra, 2020); el Frente de Personas Mayores
en Argentina, que emerge en 2015 (Soto, 2020); la Coordinadora Nacional de
Trabajadores “No+AFP”, en Chile, que nace en 2012 (Soto, 2016), entre otros.
También,
existen grupos articulados por la reparación de Derechos Humanos vulnerados por
conflictos políticos y armados. En Colombia, en el 2012 se conformó la
Confederación de Personas Mayores Víctimas (Organización Iberoamericana de
Seguridad Social, 2020). Movimientos sociales de familiares de detenidas/os
desaparecidas/os y ejecutadas/os políticos, que nacen en la década de 1980 en
el contexto de dictaduras cívicas militares, son hoy en día conformados y
liderados principalmente por mujeres mayores. Son, por ejemplo, las “Madres y
Abuelas de la Plaza de Mayo” en Argentina (Quintana, 2015) o la “Agrupación
Mujeres por la democracia en Chile” (Gross, 2015). En estos casos, las demandas
políticas no son motivadas por desigualdades específicas de la adultez mayor,
sino por la desaparición de sus hijas/os y/o nietas/os a manos de regímenes
militares.
Actualmente
se han conformado organizaciones comunitarias que han logrado generar redes de
protección para grupos de mujeres marginadas socioculturalmente, y que
experimentan sus procesos de vejez desde la estigmatización y exclusión social.
Son los casos de “La Casa Xochiquetzal”, en México (Desrus y Gómez, 2014) y
“Sueños de Mariposas”, en Argentina (Cybel, 2019). De estos ejemplos, destaca
la diversidad de formas de participación de las mujeres en la vejez, que se
agrupan en diferentes esferas y ámbitos sociales.
En el caso
de mujeres mayores, éstas tienen una baja participación política al
experimentar discriminaciones basadas en “la desigualdad que se construye
socialmente a partir de una supuesta inferioridad de las mujeres (razón de
género) y de las mayores (razón de edad)” (Farah, Sánchez y Castro, 2012, p.
89). Esto genera situaciones de desventaja en la participación a nivel privado
o público y que se expresa, por ejemplo:
No respetando sus derechos, no
teniéndoles confianza, no valorando su capacidad y/o dudando de ella, no
tomándolas en cuenta en representaciones políticas, sociales ni en la
conducción de instituciones (porque se prefiere a personas jóvenes), y
finalmente por la escasez de espacios y lugares de encuentro para las adultas
mayores. (Farah et al., 2012, p. 89)
La edad termina siendo un factor
importante dentro de la exclusión política de las mujeres mayores, ya que al
transitar a la vejez se manifiesta una pérdida de privilegio y un menosprecio a
este grupo. Esto incluso tendría relación en la falta de importancia que se les
da a éstas dentro del activismo feminista y los estudios de género (Calasanti,
Slevin y King, 2006).
Sobre
los lugares de las mujeres mayores en los movimientos feministas
Una de las deudas históricas y
contemporáneas del feminismo en sus diferentes olas, ha sido incorporar la
vejez y a las mujeres mayores como parte del movimiento feminista (King, 2013). Al respecto, la problematización de
las posiciones políticas y sociales que han ocupado las mujeres mayores en éstos
desde una perspectiva histórica, permite observarlas como parte de la orgánica
y su acción feminista. Los primeros movimientos organizados de mujeres,
consensuados bajo la primera ola del feminismo, se articulan para disputar el
derecho al voto femenino. El sufragismo, localizado a mediados del siglo xix en Inglaterra, estuvo conducido por
mujeres burguesas adultas y mayores (King, 2013). El feminismo de las décadas
de 1960 y 1970, se construye como un movimiento principalmente de mujeres
jóvenes, cuyo eje de lucha política son los derechos sexuales y reproductivos.
La centralización del eje biológico/reproductivo desplazó la vejez femenina como
lugar de enunciación feminista. Las brechas intergeneracionales entre mujeres
jóvenes y mayores, se ven reflejados en este campo de acción política, donde
las mujeres mayores son invisibilizadas en el movimiento y discurso feminista
(King, 2013).
El momento
de inflexión indudable es la segunda ola feminista, donde activistas
afronorteamericanas denuncian opresiones diferenciales entre género, raza y
clase, como posiciones encarnadas no compartidas con feministas “blancas”. El
feminismo “negro” robustece la teoría feminista en ejes invisibilizados y
naturalizados anteriormente, y profundiza en la interrelación de estas
categorías de diferenciación/opresión estructurales e históricas. Esta lucha
política sienta las bases para que en la década de 1980 se articule el concepto
de interseccionalidad (Hooks, 1981; Crenshaw, 1989). La crítica de los
feminismos negros, permite ver algunas cuestiones relacionadas a la edad como
sistema de diferenciación social. Sin embargo, al posicionarse la triada de
exclusión y opresión estructural entre género/clase/raza, la edad continua
invisibilizada como sistema de diferenciación (Krekula, 2007; Wilinska, 2010).
Ese momento histórico fue clave para articular un discurso que reivindica la
edad como sistema de opresión y de estructuración social, y que además
denunciaba al feminismo de un carácter edadista (Macdonald y Rich, 1983).
La
gerontología feminista emerge desde las bases de la gerontología crítica
anglosajona y norteamericana y frente al cuestionamiento intelectual de mujeres
mayores que, como tales, no se sentían parte de los movimientos feministas de
la segunda ola. Esa exclusión no sólo se refería a la participación política,
más bien a una no-representación dentro de las epistemologías y teorías
feministas. El enfoque propone el género como eje que marca diferentes
trayectorias y experiencias en el envejecer, por lo tanto la premisa conceptual
es la visibilización del cruce entre género y vejez. Revisa el sistema
sexo/género que continúa y se particulariza en la vejez femenina, generando
estructuras diferenciales en el proceso de envejecer para mujeres y hombres.
La
propuesta metodológica de la corriente es develar el carácter estereotipado y
androcéntrico de la vejez femenina, indagando en los discursos de las propias
mujeres mayores para comprender sus experiencias como mujeres envejecientes
(Freixas, 1997; Twigg, 2004). Teóricas de la gerontología feminista, fueron
activistas en la segunda ola feminista. A través de las reflexiones de estas
mujeres, no como jóvenes, sino como mujeres “maduras” y/o envejecientes, se
observa el desplazamiento de la edad como eje de opresión/desigualdad
diferencial. La revisión crítica hacia la segunda ola feminista en particular,
y a los estudios de género y feministas en general, es la invisibilización
política de la vida de las mujeres mayores, al ser el centro político la vida
reproductiva-biológica de las mujeres.
En
la década de 1990, se empezó a producir conocimiento científico desde otras
áreas del saber, como las Humanidades y Ciencias Sociales, en relación al
envejecimiento femenino (Arber y Ginn, 1996). De tal forma, el envejecimiento
deja de ser un proceso que únicamente se entiende desde un fundamento
cronológico-biológico, para comprenderlo desde la diversidad y heterogeneidad.
Actualmente,
el corpus teórico en la gerontología feminista, conjugada con las teorías interseccionales
(Calasanti et al., 2006; Krekula, 2007; Wilinska, 2010), posibilitan indagar en
el nexo entre género y vejez integrando múltiples dimensiones que posicionan a
las mujeres mayores en estructuras de diferenciación/opresión y
resistencia/agencia. Entendemos que estructuras de posicionamiento social
(edades, racialización, pertenencia étnica, identidades de género,
orientaciones sexuales, clases sociales, entre otras) son a su vez categorías
relacionales y dinámicas durante el curso de vida (Ferrer, Grenier, Brotman y
Koehn, 2017). La interseccionalidad, como teoría de la diferenciación y
diversidad contemporánea, abre espacios para profundizar las interrelaciones de
subordinación/resistencia entre diversas categorías sociales encarnadas por
mujeres mayores. Destacan estudios sobre población migrante femenina envejecida
(Zajicek, Calasanti, Ginther, y Summers, 2006; Ferrer et al., 2017);
mujeres mayores indigentes (Gonyea y Melekis, 2016) y precariedad
económica-laboral en mujeres mayores (Moore y Ghilarducci, 2018).
Metodología
Este artículo se enmarca en una
investigación de tipo cualitativa e inductiva, realizada en la Región
Metropolitana de Chile entre marzo de 2019 y octubre de 2020. En un primer
momento del proceso investigativo, se revisó una serie de datos secundarios de
caracterización sociodemográfica de la población de mujeres mayores en Chile.
Esta información permitió situar social y económicamente a las mujeres mayores
en el país y a su vez definir criterios para la construcción de una muestra de
mujeres mayores con trayectorias biográficas de participación política y
activismos. Se trabajó con una muestra por conveniencia que no busca representación
estadística, priorizando la diversidad en sus características estructurales.
Este tipo de muestreo nos asegura la validez de los resultados, pues se
selecciona a las participantes que mejor puedan informar sobre el fenómeno
estudiado (Mejía, 2000). La muestra estuvo compuesta por nueve mujeres mayores
entre 63 y 80 años, activistas sociales y comunitarias que participaban en
Sindicatos de trabajadoras de casa particular, asociaciones gremiales de
pensionados y pensionadas, organización territorial de adultos mayores,
organización de carácter religioso, defensa de Derechos Humanos, Diversidad
Sexual LGBTIQA+ y lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres (ver
Tabla 1).
Para un
segundo momento metodológico, la técnica de producción de información fue la
entrevista en profundidad de carácter biográfico, cuyo eje de articulación fue
la trayectoria de participación política y activismos de las entrevistadas. La
estrategia de contacto y la invitación a participar en la investigación fue a
través de las organizaciones sociales previamente identificadas por ámbito de
acción social y político. Posteriormente se tomó contacto con las dirigentas o
voceras de las organizaciones y con activistas, invitándolas a formar parte del
estudio.
El guión de
la entrevista fue flexible, priorizando que la propia entrevistada fuera
estructurando el diálogo desde su relato. El registro se realizó a través de
grabadora digital y notas en cuaderno de campo. Se trabajó con dos modalidades
para la realización de las entrevistas: una primera, al inicio de la
investigación, de encuentros directos con las participantes en sus
organizaciones o en otros espacios acordados; y una segunda, en la etapa final
de la investigación, que se caracterizó por encuentros a través de plataformas
virtuales debido al contexto sociosanitario de confinamiento en el país. Para
este último caso, las formas de registro fueron las mismas. En cada una de las
sesiones de entrevista se aplicó un protocolo de consentimiento informado, de
forma escrita u oral, con el fin de resguardar el anonimato de las
participantes y los aspectos éticos de la investigación.
Para el
análisis de la información empírica se utilizó el método comparativo constante
a través de la identificación de categorías definidas previamente y categorías
emergentes, las cuales se agruparon de acuerdo a las siguientes temáticas: a)
trayectorias de participación política y activismo en el curso de vida; b)
identificación de violencias y discriminaciones en las vejeces femeninas y c)
prácticas de resistencias y agencia para la participación política y activismo. Posteriormente
se generó una relación temática entre ellas. Para procesar esta información se
utilizó el software Atlas.ti 7.
Tabla
1: Perfil de las entrevistadas
Identificación |
Edad |
Ámbitos de
participación política y activismo |
Activista
lesbiana |
69 |
Derechos
Humanos y Diversidad Sexual |
Médica
feminista |
80 |
Derechos
Humanos; lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres |
Dirigenta
comunitaria |
76 |
Desarrollo
territorial; unión comunal de Clubes de Adulto Mayor |
Dirigentas
pensionadas (3) |
63, 69, 73 |
Asociación
de pensionados y pensionadas del sector público; reforma al sistema de
pensiones |
Vieja
feminista |
75 |
Movimiento
Feminista; lucha por la salud sexual y reproductiva de las mujeres |
Sindicalista |
65 |
Sindicato
de trabajadoras de casa particular |
Religiosa |
76 |
Organizaciones
comunitarias de carácter religioso |
Resultados
Trayectorias de participación
política y activismo en el curso de vida: “la que nace chicharra muere
cantando”
Para situar
y comprender el activismo y organización política en las experiencias de
mujeres mayores, es necesario generar un recorrido biográfico para dar cuenta
de la construcción política en sus cursos de vida. Se enuncia como un proceso
dado en relaciones sociales y socio-histórico, el cómo y por qué se han
integrado a distintos espacios de participación política y activismo en
diferentes momentos vitales. En ellos, se deja ver una naturalización y
articulación de la participación política como algo propio de sus vidas ―como
una suerte de “genética organizativa”―, relacionada a la socialización de la
actividad política en sus trayectorias familiares:
Siempre me he repetido [...] el que nace chicharra muere
cantando. Yo voy a ser [así] hasta el final. [...] Hay varias razones, pero yo
creo que la principal es porque viene en los genes [...] Mi padre y mi madre
eran dirigentes. (Dirigenta comunitaria, 76 años)
Lo mío ha sido un compromiso social, ha ido mutando entre
temas de derechos, y a medida que fue pasando el tiempo, se fue perfilando
mucho más en los temas de diversidad sexual [...] He participado, de acuerdo a
mi edad, y a mi proceso histórico y de vida, he ido mutando distintos
compromisos. (Activista lesbiana, 69 años)
Su
vinculación con espacios sociales y políticos comenzaron a edades tempranas, en
procesos de transformaciones políticas y culturales en Chile, experimentados
desde la década de 1950, y que fueron conducentes al fortalecimiento de un
movimiento de izquierda popular en los primeros años de la década de 1970. Al
posicionar el momento histórico y político en que desarrollaron sus juventudes
―marcado por el gobierno de la Unidad Popular―, se observa el cruce entre los
contextos sociohistóricos, las generaciones y la participación política:
De joven siempre fui muy activa [...] no tanto en lo
político, pero en lo social sí. Siempre tuve interés en organizarme. Trabajé,
de hecho, muy presente en el gobierno de Salvador Allende [...] participé muy
activamente en su gobierno y me abrió un sentido de la necesidad de organizarse.
(Sindicalista, 65 años)
Mi participación con temas sociales ha sido de siempre,
cuando estaba en el colegio [...] fui presidente del centro de estudiantes y
fui presidenta en la Facultad de Educación cuando estudié. (Activista lesbiana,
69 años)
En los relatos de las mujeres, la
dictadura cívico militar (1973-1990) se transformó en un punto de inflexión. Se
desarticulan instituciones públicas y se orienta la política estatal con un
carácter neoliberal. La persecución, tortura y desaparición tanto de militantes
de partidos políticos de izquierda, como de trabajadoras/es y sus asociaciones
gremiales, son experiencias que re-configuran las trayectorias políticas y
espacios de organización de las mujeres mayores.
A niveles
generacionales el trauma afectivo de la violencia física y estatal, es parte de
la memoria de estas mujeres. Se señalan las consecuencias físicas y corporales
que se pueden expresar y desarrollar en la vejez:
Le tengo miedo a las consecuencias que la tortura puede tener
en mí cuando sea más vieja [...], o sea cuando yo me olvido de una palabra
¡sufro! que no te digo, o sea me muero. (Activista lesbiana, 69 años)
Las primeras socializaciones y
participación en distintos espacios políticos ―la familia, la educación, el
trabajo― se ven atravesados por la dictadura y el exilio.
En estos
relatos se puede identificar la importancia de las trayectorias de vida en la
construcción de diversos activismos. Por ejemplo, aquellas mujeres que
comenzaron luchando por mejoras en el ámbito del trabajo, hoy, siendo viejas,
continúan enfocadas en la mejora de las pensiones. Otro ejemplo es el caso de
la entrevistada que comenzó su activismo por las demandas en torno a la salud
sexual y reproductiva de las mujeres, quien actualmente visibiliza con su
activismo la particularidad de la salud de las mujeres siendo mayores. Es
decir, tal como señala una de las entrevistadas, en estas trayectorias
activistas, se produce una especie de “mutación” en la lucha social que se
desarrolla en conjunto con sus trayectorias de vida.
Identificación de violencias y
discriminaciones en las vejeces femeninas: “la mujer vieja tiene una imagen que
es más castigada social y culturalmente”
Las trayectorias biográficas dan
paso a la identificación de desigualdades y/o problemáticas sociales en la
vejez femenina. Las construcciones de activismos están cruzadas por ámbitos
sociales y personales, como el trabajo doméstico y de cuidados, pensiones y
jubilación, la formación académica de las entrevistadas, el territorio, la
religiosidad, el trabajo asalariado, y la discriminación que viven dentro de
sus propias organizaciones sociales.
Una de las
manifestaciones de violencia identificadas es en torno al trabajo doméstico y
de cuidados. Si bien existe una continuidad de este trabajo por el mandato de
género al interior de sus grupos familiares, también las mujeres mayores se
emplean formalmente en los trabajos domésticos. En estos casos, las trabajadoras
de casa particular identifican conflictos y violencias ejercidas por otras
mujeres ―sus empleadoras―:
Diría que el 90% de la violencia que se ejerce hacia una
trabajadora [doméstica] es por otra mujer. El hombre se mete poco con las
trabajadoras. Es trabajo de casa, es siempre de la mujer. (Sindicalista, 65
años)
Además de la violencia experimentada
en los espacios laborales, al jubilarse, sus ingresos son afectados por los
modelos androcéntricos y patriarcales de los sistemas de pensiones (Cooperativa
Desbordada, 2020), que establece diferencias de género basadas en la esperanza
de vida:
La famosa tabla de expectativas de vida son las que más
perjudican a las mujeres en el nuevo sistema. Así que nuestros fondos, [aunque]
tengamos los mismos fondos que los hombres a nosotras nos tiene que alcanzar
para más años. (Dirigentas pensionadas, 63, 69 y 73 años)
De la misma manera, destacan que han
sido desplazadas por hombres mayores que pertenecen a organizaciones sociales
que reivindican luchas políticas similares, pero a quienes se suele dar mayor
visibilidad política y mediática:
Sí, el hombre siempre es el que manda, el que organiza. Para
las marchas sobre todo lo vimos nítidamente eso. Entonces a nosotras nos ponían
un poco atrás. (Dirigentas pensionadas, 63, 69 y 73 años)
Son los mismos “compañeros” quienes
ejercen esta violencia, en otras etapas y luchas políticas en el curso de vida
y en el presente.
Indagando
desde sus propios activismos las desigualdades y violencias particulares,
visibilizan las discriminaciones por edad y género, donde si bien se reconoce
una violencia institucional y estructural hacia la vejez, también se hace
relevante destacar las violencias simbólicas y de género a las que se ven
enfrentadas:
[...] para el capitalismo neoliberal, las personas que no producen
riqueza son desechables [...] ¿Y quiénes son? Las mujeres mayores obviamente,
que son las que ya no producen cuerpos para el trabajo, cuerpos para el
consumo, ni cuidan ya los cuerpos para que cotidianamente se reproduzca la
fuerza de trabajo, entonces esas mujeres ya no le sirven al capital neoliberal. (Médica feminista, 80 años)
[...] que no nos achiquen con el lenguaje, a mí el lenguaje
me importa mucho, que no nos abueleen [sic]. Yo soy señora, yo no soy abuelita
de nadie, más que de mis nietos. Que nos den el lugar en la sociedad que nos
merecemos, como se merece todo el mundo. (Vieja feminista, 75 años)
Respecto del castigo social que persiste hacia la vejez y
que se manifiesta en discriminación, exclusión y aislamiento, yo siento que en
Chile esto se manifiesta muy profundamente. En general, la mujer vieja tiene
una imagen que es más castigada social y culturalmente. (Vieja feminista, 75
años)
En la exclusión social de las
problemáticas de fondo que las aquejan, se identifican otras formas de
violencia basadas en las concepciones e imaginarios de género que posicionan a
las mujeres en el rol de cuidadoras, referidas a la obligatoriedad de cuidar a
sus nietos y nietas, apareciendo casi como la única posibilidad de trabajo el
que está justamente ligado a los cuidados. Frente a esto, existe una fuerte
crítica al trabajo reproductivo que está sólo asociado a las mujeres y
naturalizado en el rol de abuelazgo durante la vejez. Sobre todo, se cuestiona
una serie de complejidades y violencias que conllevan estos trabajos para las
mujeres mayores, en la que, si bien ellas proveen cuidados, no necesariamente
los reciben, siendo el entorno más directo parte de esta violencia:
[...] las mujeres que han tenido toda una vida de esfuerzo
físico, mental y social, viven sus últimos años en la pobreza, solitarias y sin
posibilidad de cuidado por parte de la familia, los hombres siempre mueren
cuidados por sus mujeres y las mujeres que quedan solas no pueden ser cuidadas
por nadie porque las nuevas generaciones ni siquiera alcanzan a cuidar a sus
hijos. (Médica feminista, 80 años)
A través del activismo se
identifican discriminaciones y violencias hacia la vejez femenina. Se considera
como parte del propio activismo la visibilización de éstas y, con ello,
integrarlas en su discurso de demanda. Las mujeres activistas mayores resisten
en tanto existen violencias encarnadas y que observan en otras mujeres mayores.
Prácticas de resistencias y agencia
para la participación política y activismo: “Allá estamos nosotras, aunque
seamos pocas, pero vamos”
Como respuesta a las violencias
identificadas, se señalaron acciones cotidianas y planes a futuro posibles de
entender como prácticas de resistencia/agencia que buscan generar cambios en
torno a problemáticas que estas mujeres visibilizan como colectividad. Estas
prácticas se desarrollan en espacios organizacionales, pudiendo ser de carácter
intergeneracional o exclusivamente de personas mayores. Aquí las opiniones son
disímiles, por un lado, una de las entrevistadas destaca que la lucha de las
mujeres debe complementarse y no limitarse por la edad:
Creo que sería poco enriquecedor que nos atrincheráramos en
una lucha corporativa, solamente como de feminismo por las condiciones de las
personas mayores, en circunstancias que creo que el feminismo tiene que
incorporar las luchas de todas las mujeres [...] allí estamos muchas de
nosotras incorporadas. (Médica feminista, 80 años)
Por otro lado, otras entrevistadas
destacan que existe una invisibilización en cuanto a las necesidades de las
personas mayores, dándose en diversos espacios de organización, por ejemplo, en
el feminismo:
Por supuesto que a mí me duele la deuda desde las compañeras
feministas, que no se incentivan, no se inspiran en esta temática porque es
invisible, porque ellas no la quieren ver. No ven a sus compañeras viejas, que
estuvieron hace 10 años luchando con ellas. (Vieja feminista, 75 años)
Otra entrevistada destaca que:
Claramente, no hay ningún movimiento de diversidad sexual en
términos generales que tenga una preocupación real por la comunidad LGTBIQ de
la tercera edad, cero. (Activista lesbiana, 69 años)
En otro ámbito, una práctica
utilizada por diversos movimientos sociales ―de diferentes generaciones― es la
organización de marchas, sean estas en el centro de la ciudad con convocatorias
masivas o en sus territorios cercanos, convocando a vecinos y vecinas:
Sí, en todas las marchas que hay del adulto mayor, allá
estamos nosotros [...] salimos de nuestro barrio con todas las viejas marchando
y llegamos acá a la Municipalidad. (Dirigenta comunitaria, 76 años)
Aunque estas actividades tengan una
alta convocatoria, no generan un gran impacto, pues los medios de comunicación
no les entregan la difusión deseada a sus demandas:
Hicimos todas las marchas posibles, unas marchas inmensas
que hicimos, pero no nos daban mucha cobertura. (Dirigentas pensionadas, 63, 69
y 73 años)
La territorialidad se destaca
también en el caso de la activista religiosa, quien desarrolla su militancia en
la organización de espacios de apoyo mutuo para mujeres, niñas y niños
vulneradas/os:
[...] las personas necesitaban servicios que son de alguna
manera organizados. Trabajamos [...] atendiendo aquellos servicios que en otro
momento hemos creado para que
nuestro pueblo tenga una respuesta a sus necesidades. Al mismo tiempo hemos
trabajado con muchas mujeres que necesitan hacer trabajos y ganar en su casa su
dinero a través de la artesanía [y] la formación de talleres. (Religiosa, 76
años)
Las mujeres mayores articulan formas
de resistencia a desigualdades socioestructurales desde sus propias
organizaciones y territorios, por medio de sus intereses, profesiones y
conocimientos propios. Al conocer las estructuras que las oprimen es posible
desarrollar herramientas de resistencia a partir de la autoeducación como
estrategia:
Mi próximo proyecto es juntar un grupo de compañeras y
enseñarles a defender a una trabajadora en la inspección del trabajo. ¿Cómo
hacerlo? Lo primero que las mandé fue a estudiar el Código del Trabajo. Bueno,
con este proyecto que tengo de enseñarles a las chicas a conocer bien la ley, a
enfrascarse, a entenderla, porque no es fácil y poder formar un grupo de
compañeras que estén dispuestas a ir a defender a las compañeras a la
inspección. (Sindicalista, 65 años)
En el caso de las activistas
académicas, se destacó el uso de publicaciones como una forma de visibilizar e
informar sobre la realidad de las mujeres envejecidas:
Y así esas temáticas tan importantes que tomaron las redes
de mujeres fueron compartiéndolo y replicando. Nosotras intentamos ponerlas en
estas revistas que editamos [...] Se distribuían a la membresía constituida por
grupos de mujeres que funcionaban en los diferentes países de la región, pero
también a profesionales de la salud, a las enfermeras, a las y los médicos, a
algunos políticos interesados en temas de mujer. Sirvieron, de alguna forma, para abrir reflexiones alrededor de
temáticas silenciadas. Y en uno de estos Cuadernos, a mí se me ocurrió ―porque me tocaba por mi edad y por mi interés personal―, priorizar el tema de las mujeres mayores. Creo que fue un
acierto. (Vieja feminista, 75 años)
Mujeres que fueron presas políticas
durante la dictadura, desarrollan prácticas que interpelan y denuncian las
violencias de Estado, a través de la creación de elementos literarios que
promueven una memoria feminista, desde sus voces como mujeres mayores:
Con el mismo activismo que tengo ahora, pero además con
compañeras ex presas, hemos conformado un grupo para escribir memoria literaria
feminista. O sea, escribir en conjunto un libro de cuentos feministas de ex
prisioneras, de nuestras vidas en la prisión y después de la prisión, pero
siempre referida a nuestra calidad de ex prisioneras políticas y feministas.
(Médica feminista, 80 años)
Para estas mujeres mayores
activistas sus formas de agencias y resistencias, no implican solamente
manifestarse y visibilizar sus problemáticas a través de marchar en espacios
públicos o hacerse visibles en la calle,
sino que además generan una serie de prácticas de resistencias desde sus
propios territorios y organizaciones en distintos ámbitos: comunitarios y de
solidaridad territorial, en sus sindicatos, en sus producciones académicas y en
el desarrollo de memorias políticas.
Reflexiones
finales
En este artículo se ha reflexionado
sobre la participación política y el activismo en la vejez femenina, desde
diversos ámbitos de acción colectiva. Se exponen las trayectorias de mujeres
mayores que participan activamente en diversas organizaciones y luchan tanto
por demandas políticas particulares ―como el sindicato de trabajadoras o
asociaciones de pensionadas―, como en movimientos sociales más amplios. El
análisis presentado muestra diversas experiencias de mujeres mayores
activistas, que se relaciona a sus posiciones socio-estructurales, desde donde
enuncian y reflexionan de su participación social y política; y enseña, una vez
más, la importancia de destacar la heterogeneidad en los cursos de vida del
grupo de mujeres mayores en particular, y de la vejez, en general.
Los
hallazgos permiten identificar tres ejes de articulación en el activismo
femenino durante la vejez: el lugar de la trayectoria biográfica y
socio-histórica de participación política y activismo en sus cursos de vida; experiencias
y situaciones de violencias y discriminación por razón de género y edad; y el
despliegue de ciertas estrategias de resistencia de agencia colectiva, que
buscan visibilizar el edadismo y la doble discriminación que viven las mujeres
mayores.
Desde las
investigaciones sobre gerontología feminista y procesos de visibilización
contemporánea de la vejez en los movimientos de mujeres, es posible observar
cómo se instala y experimenta una problematización de las vidas cotidianas y
violencias socio-estructurales de las vejeces femeninas. Aún así, las mujeres
mayores que participaron en este estudio, identifican discriminaciones basadas
en la edad, y las brechas intergeneracionales en los movimientos feministas.
Esta lectura concuerda con antecedentes históricos (King, 2013) y
contemporáneos de la gerontología feminista (Calasanti et al., 2006), en la
indicación de cómo el feminismo consistentemente ha desafiado los mandatos
sociales de género, pero no ha prestado atención a las construcciones sociales
de la vejez.
Desde un
enfoque del curso de vida (Ferrer et al., 2017), destacan las trayectorias
biográficas como elementos angulares para la comprensión de la participación
política y activismo femenino en la vejez. Los distintos tránsitos en espacios
políticos tienen que ver tanto con las edades, las posiciones estructurales,
como de los contextos socio-históricos ―las dictaduras, la instalación del
neoliberalismo, los movimientos actuales de mujeres― en que se desarrollan las
diferentes luchas. Estos son procesos relatados ya por otras experiencias de
feministas viejas (Macdonald y Rich, 1983; Luongo, 2020).
Es
interesante notar la crítica de las mujeres mayores a cómo la institucionalidad
y política pública cosifica su participación social (Soto, 2020). Es necesario
continuar visibilizando los posicionamientos políticos e interseccionales que
están siendo construidos por mujeres mayores activistas sobre las vejeces
femeninas. Tanto en los movimientos feministas, como en su participación y
acción política en movimientos y transformaciones sociales más amplios. A la
luz de los movimientos feministas en Latinoamérica, se gesta una oportunidad de
articular las posiciones de las vejeces femeninas al interior de los debates
feministas. Justamente, la deuda histórica intergeneracional y de politización
de la vejez femenina, puede hoy encontrar cabida en los múltiples contextos en
que se gesta el feminismo y de la transformación social. La evidencia
recopilada apunta a la necesidad de profundizar en experiencias
interseccionales sobre el envejecimiento femenino de mujeres mayores
latinoamericanas.
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Agradecimientos
Esta investigación se realizó en la
línea “Género y Envejecimiento” de la Red de Investigación en
Interseccionalidad, Género y Prácticas de Resistencia (Red Iger), Universidad
de Chile, financiada por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la
Universidad de Chile, 2019-2021. Agradecemos a las mujeres mayores que
participaron en este estudio y a Esteban Rojas Müller, estudiante en práctica
de la Red Iger, quien desarrolló parte del trabajo de campo.
[1] Chile.
Correo electrónico: posorio@uchile.cl
[2] Universidad
de Chile, Chile. Correo electrónico: ignav.lu@gmail.com
[3] Chile.
Correo electrónico: rocio28bg@gmail.com
[4] Chile.
Correo electrónico: gillian.saavedra@gmail.com