GÉNERO, LITERATURA Y ADOLESCENTES EN TIEMPOS DE PANDEMIA
GENDER, LITERATURE AND ADOLESCENTS IN PANDEMIC TIMES
Sara
Alicia Aguirre Mumulmea[1]
Resumen
En este documento proponemos una lectura
de la realidad a partir de la teoría de género y los análisis culturales para
comprender las relaciones actuales entre las y los adolescentes y los
estereotipos de género en Querétaro, México. Ofrecemos los detalles de una
investigación aplicada con enfoque cualitativo, realizada de manera virtual debido
a la crisis sanitaria de COVID-19 en octubre de 2020 con una población de
estudiantes de Educación Media Superior utilizando el método Intervención
Acción Participativa. Identificamos la presencia del espejismo de la igualdad (Valcárcel, 2011) como problema medular.
Desde la mirada cualitativa analizamos de qué manera este espejismo se vincula
con los estereotipos, para así planificar un proyecto de intervención social
orientado a problematizarlos.
En el caso de las adolescentes identificamos
la vigencia del mandato de belleza en las mujeres, la estigmatización de la
sexualidad femenina y la preocupación por la violencia de género en el país.
Los varones, en general, cumplieron con un estereotipo tradicional de la
masculinidad: el imperativo de la fortaleza física y emocional. Ofrecemos, por
lo tanto, el análisis detallado sobre la información recuperada en el
diagnóstico, el diseño del taller de literatura y género, y los resultados que
obtuvimos de él. Entre estos últimos destacamos las demandas de la población de
adolescentes por crear más espacios de diálogo en torno al género, cómo mejorar
la implementación del taller y la sensibilización que desarrollaron sobre el
género y la sociedad (críticas al adultocentrismo). Compartimos una estrategia
para contribuir con la construcción de una sociedad más justa e inclusiva desde
la educación.
Palabras clave: estudios de
género, adolescentes, educación media superior, literatura, educación en
COVID-19
We propose in
this document an interpretation of reality based on gender theory and cultural
analysis to understand current relationships between adolescents and gender
stereotypes in Querétaro, México. We offer details of applied qualitative research
carried out virtually because of the health crisis of COVID-19 in October 2020,
with a population from the High School with the Participatory Action Research
method. We identified the presence of a mirage of equality (Valcárcel,
2011) as a central problem. We analyze from a qualitative perspective how this
mirage is linked to the stereotypes to plan a social interventional
project-oriented to questioning them.
For girls, we
identified the validity of beauty mandates in women, stigmatization of female
sexuality, and their worry about the current scene of gender-based violence in
Mexico. Males, in general, complied with a traditional stereotype of
masculinity, physical and emotional strength. Therefore, we offer detailed
analysis of the information retrieved in the diagnosis, the design of the
literature and gender workshop, and the results we obtained from its
application. From these results, we highlight the adolescent’s population
demands to create more dialogue spaces about gender, their opinions about how
to improve the workshop for future implementations, and the sensitivity about
gender and society that they developed (criticisms of adultcentrism). Finally,
we emphasize the value of working with literature as a tool that contributes to
the sensibility of these subjects. Therefore, we share a strategy to contribute
to the construction of a fairer and more inclusive society through education.
Keywords: gender studies, high school education, literature, teenagers,
education in COVID-19
Recepción:
14 de septiembre de 2021/Aceptación: 14 de diciembre de 2021
En México debe enfatizarse la educación
con perspectiva de género si se quiere lograr una sociedad equitativa. La
institución escolar es un espacio fértil y necesario de intervenir, ya que
legitima valores y conocimientos impregnados por nuestra cultura. Por ello
desarrollamos esta investigación aplicada desde un enfoque cualitativo, para
contribuir al campo de estudios cuyo interés sea la Institución de Educación
Media Superior y la perspectiva de género en México. Escogimos este enfoque
debido a que las investigaciones previas con adolescentes son escasas en este
país, sobre todo si la comparamos con la atención puesta en los niveles educativos
básicos y superiores; además, ha primado el enfoque cuantitativo aludiendo a la
paridad de género, por ello, esperamos que nuestro trabajo contribuya con las
acciones orientadas a atender las problemáticas y solicitudes que atraviesan
las y los adolescentes.
El trabajo con las
adolescentes atrajo nuestra atención para menguar el desarrollo de la noción de
orfandad de género propuesto por
Lagarde (2012). Este concepto se refiere al desconocimiento de una genealogía
femenina como consecuencia de la educación androcéntrica indicando que las
mujeres: “Han ido a la escuela, espacio emancipador e iluminador, a reafirmar
desde el saber y la razón científicas que las mujeres no existen. Y, que si
existen, no importan.” (p. 411); consideramos que la invisibilización de los
aportes de las mujeres en las diferentes áreas del saber contribuye con la
perpetuación de estereotipos, limitando así los imaginarios de realización
posibles. Por tales motivos, esta propuesta integra estrategias para
contrarrestar estos efectos.
El interés de trabajar
con varones se orientó al replanteamiento de los lugares que social y
culturalmente les han sido asignados. Según Connel (1997) la masculinidad
hegemónica solo es alcanzada por una minoría de hombres, por lo que el resto de
ellos sostiene, desde la subordinación, el estado de poder de los primeros. Sin
embargo, es posible puntualizar que el ejercicio de alcanzar un ideal masculino
también puede resultar agobiante para los varones. Consideramos este tema
fundamental para hacer visibles las experiencias que acompañan a la
construcción de la masculinidad; es decir, las vigencias y fracturas del
estereotipo para posibilitar otros modelos de construcción identitaria.
Escogimos la Intervención
Acción Participativa como método para implementar un taller de género y
literatura. Debido a la pandemia global por COVID-19, la recopilación de datos se
realizó en modalidad virtual. El principal objetivo fue sensibilizar a las y
los adolescentes a través de material literario sobre temáticas vinculadas a
los estudios de género. Estas fueron seleccionadas según la información
recabada por el diagnóstico efectuado. Basándonos en ella, diseñamos el
programa de contenido para generar beneficios atinados para la población. Los
datos obtenidos al término de la intervención nos ofrecen un panorama de
acciones pendientes para solventar las necesidades y demandas de esta población
en el contexto actual.
La evaluación del taller
nos permitió reconocer experiencias valiosas de las y los participantes. Dentro
de ellas destacamos las conexiones que pudieron crear entre los temas revisados
y sus entornos; las demandas de esta población por crear más espacios de
diálogo en torno al género, lo cual es indicador de interés sobre el tema; la
concientización sobre los estereotipos de género con mayor profundidad; la
satisfacción en general con la metodología del taller y cómo mejorarlo; así
como la sensibilización histórica y cultural que desarrollaron para comprender
las luchas políticas en torno a las identidades de género y el reconocimiento
de derechos. Estos datos, además de permitirnos reconocer lo provechosa que fue
la implementación, nos alienta a desarrollar futuras réplicas en el ámbito
escolar. Otro tema importante es el de las reflexiones a propósito de la mirada
adultocéntrica que debemos desestabilizar para beneficiar a la población de
adolescentes en México.
Finalmente, destacamos lo
valioso de pensar la literatura como una tecnología de género (Lauretis, 1989).
Comprenderla en ese sentido nos ayudó a proponer el discurso literario como un
dispositivo eficaz por su capacidad de representar y reproducir las relaciones
sociales en los contextos ficcionales, ya sean históricos, políticos y sociales
entre los géneros. Las ventajas de trabajar con literatura residen en que
estimula la imaginación, la sensibilidad y la empatía suscitadas por la
experiencia estética de la lectura. Por lo tanto, propicia un acercamiento
sensible con temas que dialogan con nuestras realidades.
Debido al impacto social de la pandemia
generada por COVID-19 se alteraron las rutinas de manera globalizada. México
fue uno de los países afectados, por lo cual los espacios que implicaban una
presencia física, como es el educativo, también se trasladaron a la modalidad
virtual. Este hecho esclareció las brechas entre clases socioeconómicas, ya que
condicionó los recursos tecnológicos para que las y los alumnos continuaran sus
estudios. En este contexto, consideramos viable seleccionar una institución
privada de bachillerato en Querétaro. Las actividades estuvieron principalmente
a cargo de la investigadora/facilitadora que suscribe, apoyada de la profesora
encargada de la materia intervenida. El criterio de selección poblacional se
limitó a las posibilidades de la institución: el curso de Literatura y
escritura creativa con estudiantes avanzados, e impartido en inglés.
La edad de la población estuvo
en el rango de los 14 a los 16 años. Dato censal y relevante es que, en aras de
dar margen de libertad para conocer la manera en que las y los estudiantes se
autoidentifican, el formato para ingresar el género no se constriñó a casillas
que indicaran mujer u hombre, sino que se proporcionó una línea en blanco. Las
identidades genéricas registradas fueron las hegemónicas duales (mujer y
hombre). En total fue un grupo de 31 personas del cual 23 se identificaron como
mujeres y ocho como hombres.
Los métodos que
utilizamos para el desarrollo de la intervención fueron: lectura de textos
literarios, proyección de material audiovisual y ejercicios de escritura. Realizamos
cinco sesiones de dos horas por semana. Los materiales necesarios para la
implementación del taller, tanto para quien lo impartió como para la población participante,
fueron: acceso a internet; dispositivos electrónicos con cámara, micrófono y
bocina; y conocimiento básico de las TIC para utilizar aplicaciones que
permiteran encuentros virtuales. El proyecto constó de tres etapas en su
implementación directa con la población:
1.
Diagnóstico. Iniciamos
con tres instrumentos de recolección de datos: cuestionario cualitativo, grupo
focal y técnica escrita. El objetivo de estas técnicas fue indagar en la
experiencia y percepción del género en los adolescentes.
2. Sensibilización
histórica y cultural. Seleccionamos un corpus literario
con criterios temáticos relacionados con las problemáticas identificadas en la
etapa anterior para lograr la sensibilización pretendida. Este corpus
contempló principalmente obras de escritoras latinoamericanas: The house on
Mango Street (1984), de Sandra Cisneros; A room of one’s own (1929),
de Virginia Woolf; Nadie alzaba la voz (1984), de Paula Varsavsky; Escenario
de guerra (2000), de Andrea Jeftanovic y Borderlands/La Frontera. The
New Mestiza (1987), de Gloria Anzaldúa. Incluimos El laberinto de la soledad
(1950), de Octavio Paz, por su análisis de la figura del macho mexicano.
Dirigimos
este material según cuatro ejes esenciales: visibilización histórica,
reflexiones sobre las desigualdades, discusiones sobre temas de su interés con
enfoque de género y lecturas que propongan escenarios subjetivos de la
experiencia de vivir un género. Durante cada sesión hubo espacio para comentar
los temas a partir de preguntas específicas, pero también solicitamos
ejercicios escritos al final. En otras ocasiones recurrimos a ejercicios con el
apoyo de narrativas visuales.
3.
Evaluación. Aplicamos
dos instrumentos de recolección de datos: un cuestionario cualitativo y una
técnica escrita. El primero tuvo el objetivo de indagar en qué medida se logró
deconstruir el espejismo de la igualdad
en esta población; la segunda se orientó a conocer sus opiniones sobre la
metodología y el material incluido en el taller.
Resultados del diagnóstico
Fue valioso reconocer que las y los
estudiantes demostraron un nivel profundo de reflexión crítica sobre el tema de
la igualdad entre los géneros. Sin embargo, en este primer acercamiento, la
mayoría de la población demostró lo que Valcárcel (2011) señaló como el espejismo de la igualdad. Parafraseando
a la filósofa, esto refiere a cuando se sostiene la creencia de que la igualdad
es el estado actual de las relaciones entre los géneros.
Es importante señalar que
los riesgos de asentarnos en esta ilusión de igualdad es que anula la necesidad
de seguir creando esfuerzos por eliminar las violencias sexistas de cualquier
tipo. Incluso se genera recelo por mantener el estado actual de las relaciones
socioculturales entre los géneros, ya que cualquier acción dirigida a apoyar a
una población vulnerada se percibe como injusta
porque desequilibra ese estado ilusorio de igualdad. Esta idea fue sostenida
principalmente por los varones participantes, quienes expresaron sentirse
plenos en sus actividades, sin percibir obstáculos o limitaciones en ningún
sitio.
La respuesta media de
esta población fue: si bien existen diferencias biológicas entre mujeres y
hombres, esto no determina sus capacidades para lograr lo que se propongan. Sin
embargo, un hecho destacable es que, de manera recurrente, enfatizaron la
fuerza física que se adjudica a los cuerpos masculinos como el principal elemento
que marca la diferencia. Este aspecto fisiológico se indicó de forma
generalizante, como si todos los cuerpos masculinos fueran homogéneos en
términos de características que simbólicamente representan esta fortaleza. Este
rasgo de la masculinidad es uno de los pilares más fuertes que ha sustentado la
desigualdad entre mujeres y hombres de manera medular; además, forma parte de
una dicotomía fundamental en el análisis de género: fuerza/debilidad.
Un elemento interesante
fue la presencia de lo que Stevens (1974) reconoció como marianismo.
Este término se refiere a una cara del estereotipo femenino que, en lugar de
posicionarle como inferior o incapaz, refuerza un esencialismo sobre una
supuesta bondad inherente a las mujeres. Un ejemplo de esto es el comentario de
un estudiante: “El género femenino es el verdaderamente fuerte, porque ellas
siempre han sido más inteligentes, más buenas y valen más la pena como personas
que los hombres” (E). Así, el marianismo funge como otra cara del machismo que
puede pasar desapercibida por su aparente inocuidad.
Un estereotipo
tradicional de la masculinidad se cumplió en tanto que los varones en general fueron
muy escuetos en su expresión oral y escrita. Esto puede explicarse como una
vigencia de un hermetismo emocional, como indicó Keijzer (2003) “esta
dificultad de verbalizar necesidades se articula con la esfera emotiva de los
hombres” (s.n.), así la autogestión emocional estaría frenada por la
resistencia a mostrarse vulnerables. La mayoría de ellos expresó conformidad
con habitar su género. Sin embargo, también fue posible reconocer una voz
disruptiva de un estudiante:
El
hecho de que la Sociedad quiera que los hombres sean fuertes y nada más que
eso. Quieren que nosotros mantengamos a nuestras familias, los que tienen que
trabajar. Esto es algo que realmente me disgusta, porque me veo a mí mismo
haciendo muchas otras cosas que no tienen que ver con esta clase de
estereotipo. […] Me siento como si hubiera un gran y enorme peso en mi espalda
que no debería estar ahí. Y aunque sé cómo salir de eso, sigue siendo molesto
que las personas tengan una limitada forma de pensar acerca de hombres y
mujeres. (A)
En cambio, en el grupo de mujeres afirmaron
sentirse limitadas por su género en el espacio escolar. El apunte más común fue
el del separatismo en las actividades deportivas:
No
me he sentido limitada, pero en mi antigua escuela, ellos separaban chicos y
chicas en educación física, los chicos tenían básquetbol y las chicas vólibol. Estaba
completamente en desacuerdo, porque ellos decían que esa separación era porque
a veces los chicos se ponen agresivos cuando juegan y en realidad pienso que
eso es ridículo, porque ellos limitaban a las chicas que querían jugar
básquetbol solo porque les gustaba en lugar de enseñar a los chicos a jugar
“limpio”. (O)
Esta denuncia nos demuestra la
responsabilidad de otros agentes o autoridades educativas que legitiman esta
desigualdad de acceso y uso de los espacios escolares. Esto normaliza los
privilegios de los varones y contribuye a que ellos no reconozcan o ignoren la
magnitud de esta desigualdad respecto de su participación en actividades
escolares.
Entre las respuestas de
las adolescentes sobre su experiencia habitando la feminidad, mencionaron que
lo que les gusta tiene que ver con el manejo de su corporalidad en términos
estéticos/belleza (usar maquillaje, vestimenta, entre otros), la potencialidad
corporal de maternar y el apoyo entre mujeres; también destacamos una
recurrente mención hacia sentirse fuertes e incluso sumadas a la lucha actual
por la igualdad. Parafraseando a Muñiz (2014), es posible pensar que las
prácticas corporales señaladas por las estudiantes y que valoran como positivas
se producen por una autodeterminación o un acto de agenciamiento. No obstante,
también muestran una línea difusa con los mecanismos de disciplinamiento de los
cuerpos de las mujeres, por medio de los cuales se tratarían de alcanzar los
mandatos de expresión cisgénero normativa que están sujetos a estándares de
belleza hegemónicos.
En cuanto a lo que
expresaron como inconformidades en relación con su género, mencionaron que les
desagradan las prácticas regulatorias que otras personas tratan de ejercer en sus
cuerpos (vestimenta condicionada y comportamiento) y la menstruación. En
relación con lo social una experiencia reiterada fue el sentirse inseguras en
los espacios públicos por la violencia sexual y el feminicidio; la brecha
salarial, ser percibidas como el sexo débil o incapaces. Ofrecemos a
continuación algunos ejemplos:
La
inseguridad que tenemos todo el tiempo y cómo necesitamos escoger nuestra ropa
cuidadosamente para no llamar la atención de los hombres y que podamos llegar a
casa seguras. (T)
Todos
los estereotipos que las mujeres debemos lograr porque si tú como mujer no los
logras eres considerada menos mujer. Y cómo la sociedad juzga cómo queremos
vernos porque dicen que nosotras deberíamos de vernos delicadas y lindas, pero
¿y qué si yo no quiero verme así? Eso no me hace menos mujer. No me gusta
sentir miedo de salir sola, sentirme demasiado vista, ser tocada sin mi
consentimiento y la inseguridad que tengo todos los días cuando camino por la
calle. (M)
Acerca de la internalización de códigos normativos
en las mujeres, Amigot (2011) mencionó: “Todo esto implica la dimensión
material con la corporeización de normas, de afectos no conscientes –que
reflejan el ajuste o no a tales normas, como la vergüenza o la culpa— y de
entrenamientos corporales (aspecto, posturas, gestos, etc.)” (s.n.). Así consideramos
que se presenta la autovigilancia que actúa sobre y desde los cuerpos al
sentirse condicionadas sobre cómo y cuándo se relacionan en entornos públicos o
de socialización.
Para las adolescentes hay
una asimilación clara de su posición desaventajada en los lugares físicos y
simbólicos respecto de los varones. Expresan inconformidad, resistencia y
cuestionamientos a la subordinación social que les es culturalmente asignada
por el sistema patriarcal. A través del rechazo a los estereotipos impuestos,
las participantes expresan comentarios recurrentes en tono de empoderamiento al
criticar la cultura machista de su entorno. Demostraron una mayor sensibilidad
sobre el tema y manifestaron con más elocuencia sus molestias en comparación
con los varones; no obstante, debemos recordar que ellos representaron una
minoría significativa en la población.
En esta fase de
diagnóstico aparecieron valoraciones sobre el activismo feminista. Los varones,
por su parte, expresaron una actitud negativa en términos generales hacia este
movimiento, dejando ver una percepción sesgada de los eventos. Varela (2008)
explicó esta situación aludiendo a la naturalización de los privilegios
masculinos, lo cual propicia la inferiorización de las mujeres y la percepción
de la lucha por la igualdad como responsabilidad exclusiva de ellas. Las
referencias de los varones comprueban un acceso a la información de actualidad,
pero también la falta de sensibilización que acompaña el conocimiento de estos
datos. En el caso de las mujeres no hubo alusión a estos hechos, sin embargo,
sí mencionaron su simpatía con ideas feministas e interés por la teoría queer.
En suma, en esta etapa de
la investigación identificamos el espejismo de la igualdad como problema central.
Desestabilizar esta ilusión permitirá reconocer las desigualdades vigentes y
sensibilizar sobre las experiencias disímiles que acompañan a personas con
realidades desaventajadas. Para ello, seleccionamos las siguientes
problemáticas: violencia de género en sus diversas dimensiones (económica,
patrimonial, sexual, etc.); igualdad y equidad de género; identidad y autonomía;
maternidad y paternidad; la vulnerabilidad masculina y la figura del macho; y luchas
políticas de las disidencias cis-heteronormativas.
Entre los aprendizajes obtenidos
apreciamos que las y los estudiantes reconocieron su responsabilidad individual
en el entramado social de la perpetuación de estereotipos de género. Indicaron
que el tema les pareció innovador, informativo y actual; a la par, se percibió
una denuncia hacia la necesidad de integrar estos temas dentro de las
instituciones educativas, ya que, si bien existe acceso a la información en la
era actual del internet, es necesario facilitar contenido apropiado y apoyarles
en su proceso de comprensión. Esto último es fundamental ya que tener acceso a
múltiples medios de información, comunicación y redes, puede también generar
más confusiones que claridades sobre estos asuntos.
Las/os alumnas/os también
expusieron asociaciones directas entre los temas y los mandatos de género, como
fue el caso del imperativo de belleza en las mujeres y, por lo tanto, el
disciplinamiento del cuerpo para alcanzar estos ideales que sostienen los
estereotipos. Demostraron una premeditación acerca de los mensajes proliferados
por la cultura y una consiguiente valoración crítica a propósito de estas
imposiciones. Como el caso de la siguiente alumna:
Creo
que todos sabemos que vivimos en una sociedad que está influenciada por lo que
dicen los medios de comunicación, incluidos los estereotipos a pesar de que
actualmente no están tan marcados y están siendo modificados para entender que
no hay un ser perfecto, solo las personas que tratan de alcanzar un concepto de
la perfección que puede lastimar tu salud mental y física, pero creo que me
enseñó una forma de ver los estereotipos, además de conocer algunos que no
tenía contemplados. (O)
El tema de las masculinidades detonó
reflexiones muy interesantes. Señalaron que el tema resultó novedoso, ya que reconocieron
que no lo habían reflexionado con profundidad anteriormente. Esto nos permite
pensar que, dentro del imaginario discursivo que involucra los temas
relacionados con el género, el estudio de las masculinidades pareciera no tener
tanta presencia como otros. Esta apreciación es, en sí, relevante ya que
facilita una suerte de punto ciego en la población, en la que los aspectos que
corresponden al género masculino parecieran obviados y, por lo tanto, sin
necesidad de replantearse. Kimmel (1998) ofreció un análisis acerca de cómo los
varones han sido invisibles en su condición de sujetos generizados a pesar del
androcentrismo que se señala en nuestras culturas. El sociólogo propuso una
perspectiva que, además, describe cómo “el orden de género es más visible para
quienes no gozan de sus privilegios que para los que disfrutan de las
prerrogativas que implica” (p. 208). Apreciación que explicaría cómo en esta
población había pasado inadvertido este tema. Sin embargo, obtuvimos
indicadores de cómo esta población logró reconocer que los estereotipos de
género también están presentes en los varones. Un ejemplo significativo es el
siguiente:
Honestamente,
como mujer no me había cuestionado a mí misma la siguiente pregunta hasta que
hablamos sobre el tema en clase: ¿Los hombres sufrirán como nosotras las mujeres
a causa de la sociedad? y se me ocurrieron respuestas como “sí, pero
probablemente no mucho, como preferencias sexuales o quizás el bullying…
estaba MUY equivocada. Cuando vi el video de hombres diciendo cómo se sentían
acerca de la masculinidad, realmente me impactó. Hemos estado ignorando este
problema durante MUCHO tiempo porque algunas personas lo ven como algo normal y
que está bien... pero no lo es, de hecho, está completamente mal, TODOS somos
humanos, y como humanos deberíamos tener el derecho a expresar cómo nos
sentimos sin tener miedo de ser etiquetados como “personas débiles” o que nos
digan frases como “lloras como una mujer”. (M)
Dentro de la sesión referida a la
masculinidad abordamos la vulnerabilidad, para contrarrestar el estereotipo de
la fortaleza emotiva y física que se adjudica como elemento constitutivo del
hombre, el cual se presentó con insistencia durante el diagnóstico. En cuanto a
la figura del macho, los varones expresaron distancia y rechazo, por percibirlo
como retrógrada. En esa lógica, ya parecería asunto del pasado y, por lo tanto,
caduco. Como nos comenta un alumno:
Pienso
que en el presente, el machismo ha declinado bastante, pero no completamente,
desde que hay lugares como pueblos, montañas o incluso ciudades, donde los
hombres toman actitudes en contra o que denigran a las mujeres, pero por otro
lado, en mi opinión, lo que está ocurriendo en las marchas feministas es un
abuso, porque ellas frecuentemente crean desorden y destruyen lugares públicos,
monumentos históricos, dañan hogares y trabajos de las personas quienes no
tienen ninguna relación con el machismo. (E)
El estudiante percibe machismo y feminismo
como opuestos que comparten una réplica de estructuras de poder y de violencia,
en las que se construye un interés de dominio por parte de un género sobre
otro. Además, adjudica las prácticas violentas del machismo a los entornos
rurales distanciados de la ciudad, representación simbólica del progreso
social. El alumno no reconoce la presencia de las prácticas machistas que
sostienen la desigualdad y las violencias que ocurren en su entorno, de ahí que
el activismo feminista sea deslegitimado, porque no encuentra su fundamento en
un espacio privilegiado.
Siguiendo a Badinter
(1993), la constitución identitaria de los sujetos masculinos se afirma desde
la negación o desidentificación de lo femenino; por lo tanto, el varón, en aras
de erigir y legitimar su masculinidad deberá demostrar que no es una mujer, no
es un bebé y no es un homosexual. De ahí que ser y mostrarse vulnerables no sea
una opción ya que, dentro de la lógica patriarcal de género, la parte emotiva corresponde
a lo femenino; de este modo, la vulnerabilidad en términos emocionales y
físicos puede tener castigos dentro de la socialización masculina al ser
humillados con alusiones feminizantes correspondientes a la lógica del insulto
misógino en el patriarcado. Aunque esta represión de las emociones no solo se
evita por cuestiones humillantes, sino por las agresiones que pueden recibir
por esto: “el impulso agresivo propio y característico del sujeto masculino
hacia quien muestra los signos y gestos de la femineidad” (Segato, 2003, p.
22). Dialogar sobre este asunto
contribuye a sensibilizar acerca de la experiencia de los varones en el
patriarcado que aún tiene un largo y urgente camino de transformación.
Otro tema de particular
relevancia es que esta población responsabiliza a la sociedad de los problemas
actuales en torno al género (discriminación, violencia, machismo, etc.). La
sociedad se erige como una entidad simbólica ―en ocasiones hasta antagónica—
que regula los significados y las prácticas culturales de los individuos. A
continuación un ejemplo:
La
sociedad (junto con los estereotipos) han cambiado nuestra manera de pensar y
nuestra cultura como hombres. En lugar de dejarnos ser quienes nosotros
queremos ser, han puesto una venda en los ojos y solo nos permiten ver lo que
quieren que veamos. Quieren que seamos fuertes, altos, valientes, atractivos
[…] Además quisiera dejar algo claro. Cuando escuchamos estas cosas, principalmente
creemos que las mujeres son las culpables de esto. Y no es así en absoluto. Los
mismos hombres han creado este estereotipo de muchas formas. (A)
El estudiante reconoce en la sociedad un
sistema de dominación que le impone un modelo aspiracional descrito con los
valores tradicionales y estereotípicos de lo masculino, denunciando así su
carácter imperativo que le obstaculiza realizarse con más libertad. De igual
forma, es sobresaliente que el alumno reconozca la responsabilidad de los
varones en la perpetuación de estereotipos. Otros comentarios también
refirieron y vincularon estos problemas sociales como una especie de herencia
rancia de generaciones anteriores.
En cuanto a los efectos
que tuvo la visibilización de la escritura de mujeres, destacamos los sentimientos
vinculados con el empoderamiento (en términos de autoestima de género). Esto lo
demuestra el comentario de una alumna: “Con estas pláticas me sentí poderosa
porque hay muchas mujeres logrando sus metas y muchas mujeres escribiendo libros”
(T), indicador de que también logramos contrarrestar la noción de orfandad de
género al ampliar los imaginarios socioculturales de realización de las
mujeres.
Reconocimos también el
desarrollo de un ejercicio de autonomía crítica a través de la escritura. Por
ejemplo, el posicionamiento de cesar la reproducción de los estereotipos de
género o un incremento de confianza en su proceso crítico al coincidir con las
ideas que se discutieron en el taller. El siguiente ejemplo lo sintetiza
claramente:
Me
encantó este taller, creo que estos temas son los que realmente deberíamos
aprender en la escuela, que no sea solo un curso sino algo que realmente
practiquemos y analicemos, porque todos estos temas tienen que ver con nosotros
mismos y nuestro autoconocimiento; y cambiar lo que está mal en la sociedad
para aprender realmente sobre el respeto y la diversidad; esto se debe aprender
desde la infancia. Sabía algunas cosas sobre este curso, como definiciones,
pero no todas porque no es “normal” hablar de esto en México o en este sistema
educativo, y realmente creo que algunas personas no sabían nada porque no es
común hablar de esto cuando deberíamos normalizarlo. (F)
El hilo argumentativo de esta alumna nos
indica la necesidad que existe de sensibilizar sobre estos temas, desde la
dimensión individual hasta la social. La demanda es puntual: crear espacios de
diálogo y aprendizaje sobre temas de género en todos los niveles educativos. Las
y los adolescentes también demostraron su capacidad crítica en sus reflexiones
sobre hechos históricos. A continuación, dos casos significativos:
Es
muy interesante ver cómo el pensamiento ha evolucionado a través de los años y
cómo las mujeres han tomado un lugar poderoso en la literatura. Lo encuentro
muy interesante porque abre tu mente para ver que las cosas han cambiado
bastante, gracias a personas que levantaron su voz para hacer un cambio. (V)
Este
taller fue la oportunidad perfecta que tuvimos para aprender más sobre la
materia y sobre las dificultades que las personas de la comunidad queer
experimentan diario, y a pesar del hecho de que hay un progreso muy marcado, en
términos de las cosas que se les han permitido hacer en algunos países, como el
matrimonio, la adopción, etc., aún existen personas que piensan que esas
personas son diferentes y merecen un trato grosero a pesar de que estamos en el
siglo xxi. (I)
Estos ejemplos evidencian cómo se generó
una sensibilización histórica, política y cultural con perspectiva de género,
lo cual contribuye también a disminuir el espejismo de la igualdad al conocer
los problemas sociales y políticos que han acompañado a las personas que no se
ajustan al modelo androcéntrico patriarcal. Revelaron un posicionamiento
crítico y político hacia su contexto actual debido a la reflexión sobre las
discriminaciones vigentes y, por lo tanto, pendientes por solventar.
Un interés más del taller
fue el de orientar los temas de manera que la población pudiera conectarlos con
sus entornos socioculturales. Consideramos esencial incentivar la identificación
de prácticas sexistas a su alrededor para visibilizar su vigencia y poder
frenarlas. Aunado a este aspecto, se reiteró bastante la responsabilidad
directa de las generaciones mayores en torno a la reproducción de los
estereotipos de género; de ahí que esta población presentara ideas de tonos más
progresistas sobre su generación y las venideras.
Un aspecto que compromete lo social y que resulta significativo es el de
la religión. Según los datos de INEGI, la religión más popular en la sociedad
mexicana, en 2010, corresponde a la católica, la cual tiene una gran influencia
en la cultura nacional. La religión católica es una de las instituciones
sociales más inflexibles en torno a los mandatos de género, por lo cual, a
partir de la diferencia sexual, reproduce estas asimetrías en los modelos
patriarcales de género. Esto no fue ajeno a la mirada crítica de una
estudiante:
Desde
que la religión ha tachado todos los comportamientos que no les parece, la
comunidad LGBT+ ha sido discriminada y rechazada por la sociedad. Siendo
honesta, no había estado tan involucrada en este tema desde que inicié el
tercer grado de secundaria porque comencé a ver que algunos de mis amigos
tienen diferentes preferencias y eran juzgados por ello, o me contaron que, por
ejemplo, sufrieron bullying por ello o que sus padres no los apoyan o
piensan que enloquecieron o muchas otras cosas, y personalmente he estado
dudando acerca de mis preferencias así que, si son así, me gustaría que me
trataran bien, por eso pienso que es extremadamente importante apoyarles y
comprenderles además de normalizarlo y que nos traten de manera amable. (L)
La empatía de esta alumna se generó a
través de esta proximidad con el tema en su micro contexto; incluso dio pauta
para replantearse su orientación sexual. Reconoció la vigencia discriminatoria,
las experiencias de invalidación y de falta de apoyo que aún trae consigo
formar parte de la disidencia heteronormativa. También refirieron en otros
comentarios los crímenes de odio como son los asesinatos por motivos de
género-sexualidad.
Las conexiones con las
producciones culturales se hicieron presentes al tomar como elementos de
análisis películas, literatura o aspectos biográficos de escritoras. Por medio
de este ejercicio, las y los estudiantes aplicaron una perspectiva de género en
torno, por ejemplo, a los estereotipos que representan algunos personajes en
las ficciones y la evolución de estos al romper con algunos de los imperativos
de género.
Distinguimos tres
categorías para medir la satisfacción con la intervención: opiniones sobre los
materiales (literatura y videos), los temas favoritos y la duración del taller.
En cuanto a los primeros, la mayoría indicó que le parecieron interesantes y
que lograron comprenderlos mejor cuando se vinculaban con aspectos que pudieron
conectar con su realidad; también hubo opiniones que difirieron sobre esto
mismo, al indicar que percibieron las lecturas como aburridas y complicadas (por
el lenguaje o porque el tema resultaba inusual). Estas sensaciones también se
produjeron debido a la modalidad virtual, ya que en algunos casos expresaron lo
difícil que es poner atención a las lecturas a través de los dispositivos
electrónicos. De ahí que los videos fueran más atractivos para la población y
efectivos como herramienta didáctica.
El tema de los
estereotipos fue señalado como fundamental en el territorio de las redes
sociales debido a la potencia visual que contienen y los efectos subjetivos que
pueden trascender a la materialidad del cuerpo. A propósito de este apunte, la
mirada que han propuesto Valencia y León (2019) acerca de la producción visual
de la corporalidad vinculada con temas de género, raza y clase resulta oportuna
para explicar su relación con los medios de comunicación: “el sentido del
cuerpo se desplaza y adquiere una redefinición en torno al culto consumista, transformándose
en un medio de comunicación de masas” (pp. 29-30). Es precisamente este culto
consumista el que logró ser advertido dentro de la población de adolescentes,
percibiendo junto a él los riesgos de salud que implica la pretensión de
alcanzar ideales corpóreos proliferados a través de las redes sociales. En este
sector tan popular de la cultura audiovisual se privilegian las imágenes de
corporalidades que cumplen estándares de perfección en turno, como nos comparte
una alumna:
Creo
que todos los temas eran fundamentales, ya que están muy relacionados entre sí,
por lo que, si tuviera que elegir, elegiría los estereotipos, ya que las redes
sociales diariamente nos dan una imagen creada por los medios sobre cómo son
los seres perfectos, sean hombres o mujeres, y eso solo provoca que las
personas contraigan enfermedades porque quieren seguir estereotipos porque
quieren ser aceptados por la sociedad y creo que es un tema muy importante. (O)
Sobre la satisfacción en cuanto a la
extensión del taller, la mayoría de esta población, principalmente las mujeres,
pidió más sesiones. Afirmaron que lo recomendarían a familiares, otras
escuelas, más adolescentes, personas que estuvieran interesadas en estos temas
y personas que conservan pensamientos tradicionales y discriminatorios hacia
las mujeres o disidentes sexuales (en algunos casos especificaron “personas
mayores”).
Por el contexto de la
intervención, tuvimos muy en cuenta el aspecto de la saturación de pantallas.
Previniendo generar desánimo o desinterés, decidimos que las actividades se
limitaran al espacio-tiempo de la clase. Esto condicionó y limitó estrategias
didácticas de trabajo, así que una sugerencia recurrente fue la de integrar otras
más amenas para las sesiones. Seguramente, a raíz de la pandemia de COVID-19
será posible encontrar una mayor innovación en torno a las estrategias
didácticas de literatura en esta modalidad, lo cual hace posible mejorar la
implementación y garantizar una experiencia más amena de aprendizaje.
Otro aspecto fundamental
es que la socialización de los temas del género y la sexualidad, si se
dimensionan desde la corporalidad, pueden ser efectivos. Como dijo Ahmed
(2018): “cuanto más se acerca la teoría a la piel, mayor es su capacidad de
hacer cosas” (p. 25). Pensar el cuerpo como un espacio simbólico y político que
es atravesado por discursos hegemónicos ―de tono patriarcal y capitalista,
principalmente— orientados a encarnar la perfección a través de prácticas
corporales. Llevar estas cuestiones a la experiencia encarnada y motivar
actividades creativas basadas en sus reflexiones permitiría incentivar los
sentimientos de empatía. La relevancia de esto radica en que muchos de los
temas que importan a esta población ocurren en los cuerpos, principalmente el
de los mandatos de belleza (mujeres) y fortaleza (varones).
Las y los participantes
indicaron temas que serían provechosos de agregar. Entre ellos los relacionados
con: cuestiones políticas, feministas, equidad de género, sexualidad,
relaciones tóxicas y los estereotipos de género en redes sociales virtuales. De
esta serie de recomendaciones, destacamos la última, ya que fue un elemento
inadvertido reconocer la relevancia de los espacios virtuales para las actuales
y futuras generaciones de adolescentes. Principalmente porque crecen en
compañía de las innovaciones tecnológicas, así que seguramente encontrarán
beneficios con la articulación de estos temas.
La intención de contribuir con el proceso
de deconstrucción de los estereotipos estuvo orientada a que las y los
estudiantes pudieran generar un incremento de agencia en su desarrollo
identitario y su relación con el entorno. Por ello comenzamos por
desestabilizar las preconcepciones de la igualdad para comprender cómo el
género ha tenido sus repercusiones en niveles corporales y subjetivos, y, por
ende, en las vidas de las personas.
En términos generales
identificamos fracturas de los mandatos de género que corresponden a los
imaginarios posibles de realización personal. Por su parte, las mujeres
demostraron un posicionamiento bastante firme en cuanto a su experiencia
habitando el género y los elementos gratificantes que trae consigo, como la
autonomía estética. Aunque también expresaron una consciencia sobre las
vulnerabilidades que éste les supone como sujetas víctimas de la violencia
machista normalizada (feminicidio, acoso sexual, etc.). También reconocieron la
relevancia de los problemas que conlleva el estereotipo de la masculinidad, así
como de las luchas políticas que la comunidad queer ha tenido por
siglos. Además, contribuimos con el debilitamiento de la noción de la orfandad
de género al visibilizar los aportes de mujeres en otras áreas del saber.
Por su parte, los varones
indicaron reiteradamente su rechazo a las ideas machistas valorándolas como
retrógradas y pensadas también como solo propias de quienes viven en espacios
rurales, de manera que establecieron una distancia con estos modelos en
términos generacionales y espaciales. Es importante reconocer el riesgo de que
los estudiantes se perciban ajenos a las prácticas machistas precisamente
porque esto les impide reconocer cómo contribuyen con la perpetuación de estas
en sus entornos. Continúan replicando estructuras patriarcales inconscientemente,
ya que la figura del macho se percibe como asunto del pasado o de generaciones
mayores. No obstante, también hubo presencia de voces masculinas que señalaron
las inconformidades hacia las demandas que les exigen ser fuertes, sobre todo
en el aspecto emocional.
Por lo tanto, podemos
afirmar que este proyecto logró desestabilizar las normatividades de género
manifestadas en los estereotipos reconocidos por las y los adolescentes. Logramos
propiciar el desarrollo de la perspectiva crítica de género a través de la
sensibilización histórica y cultural, lo cual tuvo efectos de incremento de
agencia, autonomía y empatía. Identificamos también que hay una resistencia y
un cuestionamiento a los discursos hegemónicos sobre los estereotipos de
género, los cuales se acompañan por una heteronormatividad y un
heteropatriarcado en términos sociales e históricos. Además, la información
sintetizada en este trabajo nos indica las sendas que aún necesitamos recorrer para
satisfacer sus demandas. Principalmente las que responsabilizan a la
institución escolar y familiar como quienes obstaculizan o impiden los diálogos
y conocimientos acerca de estos temas.
La actitud y agudeza crítica
de esta población supone un gesto de resistencia potente para generar
transformaciones sociales en los contextos cada vez más afectados por la
violencia de género en este país. Esta población rechaza los actos que
contravienen las aspiraciones de sociedades más inclusivas e igualitarias en
términos de derechos y oportunidades. Reiteramos que atender la línea de los
impactos culturales es valioso para replantearnos las relaciones que se dan
entre los géneros y otras intersecciones que configuran las personas en lo
cotidiano. Necesitamos seguir ampliando los horizontes de los imaginarios
socioculturales en función de la equidad de género atendiendo a un contexto
globalizado y, por lo tanto, diverso en muchas de las expresiones identitarias
actuales.
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