DESDE
UN POSTIGO DE LA VENTANA: HOMBRES Y MASCULINIDADES
Juan Carlos Ramírez Rodríguez[1]
Profesor en el Programa Interdisciplinario
de Estudios de Género en el Departamento de Estudios Regionales del Centro
Universitario de Ciencias Económico Administrativas, de la UdeG. Sus áreas de
interés: relaciones de género y la salud, género y violencia, género y
políticas públicas, masculinidad y cultura regional; construcción social de las
emociones.
DOI: https://doi.org/10.32870/lv.v0i0.8043
1. El género de los hombres, a lo que se ha dado en
llamar estudios de masculinidad o de las masculinidades, subcampo de los
estudios de género, tiene al menos tres grandes vertientes: a) los estudios
propiamente dichos en que se han planteado propuestas teóricas, explicaciones y
resultados de investigaciones empíricas sobre los significados y
configuraciones de prácticas de género de los hombres; b) las propuestas de
trabajo dirigidas a los hombres con el propósito de generar cambios en las
prácticas relacionales de los hombres con las mujeres y con otros hombres y, c)
la movilización de hombres como una posición política tendiente a construir
relaciones de igualdad con las mujeres, rechazando las posiciones patriarcales
como práctica sociogenérica de opresión, discriminación y desigualdad.
El propósito de esta reflexión es identificar algunos
aspectos que considero relevantes de las tres vertientes anotadas y que están
enmarcadas en el proceso lento y en ascenso de la importancia que emergió en el
último tercio del siglo XX y que
se ha acelerado en lo que va del XXI.
2. Sin lugar a duda, los estudios de género de los
hombres son un subcampo que ha ganado reconocimiento y se ha legitimado en los
espacios académicos en el mundo y en México no ha sido la excepción. No
obstante, y hay que señalarlo, existen distintos niveles de resistencia que se
han ido superando gracias a la solidez de sus aportes y el crecimiento en el
número de profesionales mujeres y hombres que desarrollan investigaciones en
este subcampo de los estudios de género. Una muestra de ello es el número de
publicaciones contenidas en bases de datos académicos en el mundo anglosajón
como son SCOPUS y Web of Science al que tiene acceso la Universidad de
Guadalajara. He tomado como muestra de su crecimiento las publicaciones de los
artículos que incluyen como descriptor de su contenido la palabra clave men y masculinity entre 1991-1992 y 2021-2022 que incluye el total de
artículos y los que están referidos a México. Además, he tomado los resultados
de un exhaustivo acopio de productos académicos sobre hombres y masculinidades
en México (artículos, capítulos de libro, compilaciones, libros de autor/a)
hecha por Núñez Noriega (2017) para el
período de 1990 a 2014, como se muestra a continuación.
Productos académicos sobre hombres y masculinidades,
1991-2022.
Fuente: Elaboración propia basada en SCOPUS, Web of
Science y Núñez Noriega (2017).
Si bien los criterios de inclusión en las dos bases de
datos consultadas tienen diferencias, se muestra tanto a nivel general como
para México una tendencia creciente, acentuada en Web of Science a partir de
2011-2012, que luego se sostiene al final del período; en SCOPUS el aumento es
muy notable para los años 2021-2022 respecto de la década previa. Es pertinente
aclarar que, en general, los artículos contenidos en dichas bases de datos
están escritos en lengua inglesa y pocos en otros idiomas, como el español. La
implicacion de ello es que una gran proporción de la literatura académica
producida en América Latina y en particular en México no está incluida en tales
bases de datos, por esta razón resulta relevante lo reportado por Núñez
Noriega, en este período el número de productos académicos es mayor que en las
bases de datos y por otro lado no está limitado a artículos en revistas
académicas. En todo caso, habría que considerarlo como información que se
complementa entre sí.
Atendiendo al volumen de publicaciones en este subcampo
de estudios de género y que para este año 2024, sin dudar, su crecimiento
estará siendo exponencial, la elaboración de un estado del arte a nivel global
sobre el mismo resulta poco menos que imposible por su complejidad y la cada
vez más amplia cobertura temática que rebasan con mucho los temas más
recurrentes como: identidad; paternidad, violencia, salud sexual, salud
reproductiva, sexualidad. Un listado tan sólo de temas y referencias puede
consultarse en http://mensbiblio.xyonline.net/, a la vez que en los programas de los distintos
congresos, conferencias, coloquios, simposios sobre hombres y masculinidades
llevados a cabo en distintos lugares. Ejemplo de ello y para el caso
latinoamericano y mexicano son los trabajos presentados en las ocho ediciones
del Coloquio Internacional sobre Hombres y Masculinidades que iniciaron en la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en 2004, a iniciativa de la profesora
Guitté Hartog, continuando sus sedes en Guadalajara, Bogotá, Montevideo,
Santiago, Recife, San José y Quito; así como en las doce ediciones del Congreso
Nacional de la Academia Mexicana de Estudios de Género de los Hombres (AMEGH)
que iniciaron en Guadalajara en el año 2006, con sede en el Programa Interdisciplinario
de Estudios de Género (PIEGE), del Centro Universitario de Ciencias Económico
Administrativas, de la Universidad de Guadalajara, luego en distintas sedes
universitarias en Tampico, Monterrey, Puebla, Ciudad Juárez, Puerto Vallarta,
Ciudad de México, Querétaro, Actopan, Campeche y Zamora.
3. Las investigaciones expuestas en tales reuniones y en
las publicaciones en la región, muestran que el orden de género en el que se
sitúa la configuración de prácticas de género de los hombres es consustancial
al contexto social en que está inscrito, de ahí que el género de los hombres no
puede ni debe entenderse en sí mismo, como una esencia, sino en función de
dicho contexto y en relación con las mujeres y con otros hombres, unas y otros
en su diversidad. En este sentido, ¿en qué orden de género se sitúan hombres y
mujeres mexicanos en la actualidad? De acuerdo con Olavarría (2020), en América Latina y desde luego en
México, existe un traslape del orden de género, anclado a procesos y
estructuras económicas, políticas y culturales con reminiscencias y permanencia
de una sociedad precolonial, imbricadas en mayor o menor medida con el orden
colonial, también con un orden sustentado en el capitalismo protoindustrial e
industrial al que se sobrepone una sociedad capitalista neoliberal. La
sobreposición de órdenes de género en que se inscribe la masculinidad requiere
en primer término de la identificación puntual de cada uno de ellos, para luego
analizar en qué medida esta sobreposición contribuye a una mejor comprensión de
las dinámicas relacionales y bajo qué contextos en particular (Hernández Hernández, 2013; Segato, 2021; Stern, 1999),
para luego identificar rupturas, continuidades y reformulaciones.
4. Nueva masculinidad; masculinidad antipatriarcal;
masculinidad moderna; masculinidad tradicional; masculinidad subordinada;
masculinidad híbrida; masculinidad cómplice; masculinidad positiva;
masculinidad tóxica; masculinidad hegemónica; masculinidad contrahegemónica;
masculinidad igualitaria; masculinidad alternativa; masculinidad positiva,
masculinidad… Cuando hablamos de masculinidad, ¿de cuál de ellas estamos
hablando? Parecería que cuando se refiere a la masculinidad, hay que
adjetivarla, porque de otra manera es un término vacío o al menos ambiguo (Amuchástegui Herrera, 2006), e incluso
adjetivándola requeriría un deslinde de las otras maneras de referir a la
masculinidad. También se han expresado prácticas de masculinidad como “hombres
cabrones”; “hombres hombres”; “hombres cabales”; “hombres machos”; “hombres
mandilones”; “hombres metrosexuales”; “hombres…”. Al menos se podría señalar
que algunas de estas formas de referir a la masculinidad hacen referencia a
tipos, otras a posiciones políticas; otras a conceptos teóricos. Es probable
que algunas de ellas se utilicen indistintamente para referir posiciones
políticas, teóricas e incluso como un tipo de masculinidad. Es frecuente
escuchar que existe una masculinidad hegemónica a la que se contrapone una
nueva masculinidad, como si se tratara de que lo hegemónico fuese un tipo de
masculinidad fija, un estereotipo que tiene una connotación de subyugación, en
lugar de entenderla como un proceso relacional entre configuraciones de
masculinidad en constante cambio y que incluso una misma configuración de
masculinidad es contradictoria. Por otra parte, lo denominado como nueva
masculinidad no necesariamente es mejor o que tienda a resolver situaciones de
dominación entre grupos de hombres y desde luego entre hombres y mujeres, ya
que puede ser novedosa la forma, abierta o velada, de ejercer la dominación.
Al referir a la masculinidad, al menos es necesario tener
en consideración que es una relación, es dinámica, es cambiante, está situada
temporalmente y localizada territorialmente. Es ante todo un campo de poder, un
poder entendido como una práctica social cuya fuerza reside en los capitales
simbólicos, económicos, culturales, ideológicos, que como grupos de hombres y
de manera individual se ponen en juego. Si se consideran estos elementos como
constitutivos de la masculinidad, del género de los hombres, entonces habría
que discutir si las formas adjetivas de masculinidad arriba señaladas,
contemplan estos elementos o están considerando otros y qué sentido tienen en
términos de la relación con las mujeres y entre hombres.
5. El movimiento feminista, en sus múltiples expresiones,
así como el movimiento homosexual, han sido y siguen siendo detonantes para el
trabajo con hombres con una perspectiva de género con enfoque de
masculinidades. Pero también han generado reacciones en hombres que sienten
amenazada su posición masculina por las reivindicaciones de derechos de las
mujeres y del reconocimiento a expresiones sexo afectivas que desbordan el
orden heteronormativo y heterosexual. Ello implica un posicionamiento político
que impulsa y promueve la movilización. No es solo la sensibilidad, la
reflexión personal sobre cómo se asume la condición de sujeto de género, de
masculinidad, sino cómo le interpela para impulsar cambios en su espacio de
convivencia cotidiana, para también en el comunitario y de manera más amplia a
nivel social. El cambio no es en una sola dirección. La arena de lucha por la
legitimidad, del universo simbólico del género como ámbito de relación social
está cada vez más presente en la cotidianidad. Lo denominado como “crisis de la
masculinidad”, evidencia un proceso de transformación del orden de género. Así
se pueden identificar hombres que se movilizan sumándose a la crítica al orden
patriarcal emprendido por el feminismo y la diversidad sexo genérica, pero
también aquellos que reafirman dicho orden y entre ambas posturas distintas
variantes (García, 2015).
Quienes se movilizan sumándose a la crítica al orden de
género prevaleciente y en transformación, no están exentos de tensiones en su
interior. Declararse en favor de una sociedad más abierta a la expresión sexo
genérica, a la afirmación del pleno ejercicio de derechos de las mujeres, a la
renuncia personal a los privilegios como hombres, a la no violencia contra las
mujeres y grupos minorizados, a la necesidad de asumir la corresponsabilidad
familiar y social con las mujeres, entre otras, no necesariamente se traducen
en una práctica social coherente. El proceso de autocrítica personal y
colectiva en grupos de hombres y en diálogo con mujeres feministas y colectivos
de la diversidad sexual son necesarios y deben integrarse como parte del
proceso, existen algunas experiencias que han devenido en códigos de ética que
se encuentran operando (MenEngage, 2024).
6. El subcampo de estudios de género de los hombres tanto
en términos de investigación, como de desarrollo de intervenciones, prestación
de servicios, capacitación, incidencia en las políticas públicas y movilización
social y política, es vasto y promisorio. A continuación, algunas posibilidades
para continuar en este proceso.
En México se cuenta con una amplísima información
estadística en bases de datos de acceso libre y gratuito, por ejemplo, las
producidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Gracias a la
exigencia del movimiento de mujeres y feministas y a los acuerdos vinculantes
asumidos por el estado mexicano, los desagregados de variables de distinto tipo
según sexo son cada vez más extendidos conforme se genera nueva información.
Más recientemente elementos de identidad sexo genérica, junto con lo anterior,
permiten hacer análisis con perspectiva de género con enfoque de masculinidades.
Aprovechar de manera extensa y en profundidad tal información aportaría una
visión adicional de lo que sucede con los hombres en nuestra sociedad
atendiendo la diversidad regional, estrato social, condición étnica, racial,
cohorte generacional, entre otras. Es una ventana de oportunidad que hasta la
fecha ha sido poco aprovechada.
Quienes investigan sobre los más diversos temas sobre
hombres y masculinidades han privilegiado acercamientos cualitativos, en parte
porque permiten aproximarse a la subjetividad y a los procesos relacionales que
dan cuenta de las configuraciones de prácticas de género. Generalmente están
enfocados en situaciones concretas de la vida de los hombres y algunos de ellos
recuperan un análisis retrospectivo para tratar de entender los
comportamientos, la acción, la relación que establecen los sujetos con quienes
establecen vínculos. Hay una ausencia de estudios longitudinales prospectivos,
estudios que den seguimiento a lo largo de períodos suficientes de tiempo para
identificar y entender las dinámicas de tensión, permanencia y cambio en la
subjetividad, la intersubjetividad, relaciones y los distintos elementos que
influyen en ello. La existencia de algunos estudios con cohortes generacionales
son un buen indicador para pensar en la importancia de los estudios
longitudinales.
La masculinidad como categoría analítica requiere
considerar el ejercicio de poder como constitutiva de la misma, sin embargo, es
más aludida que analizada, son relativamente pocos los estudios que abordan a fondo
las relaciones de poder en contraposición a la resistencia como un proceso
dialéctico que incluiría el contrapoder. Son las resistencias las que han
impulsado las transformaciones, de lo que dan cuenta la multiplicidad de
estudios de género con mujeres, pero hay ausencia de la perspectiva de los
hombres sobre ello.
Nos movemos en el mundo digital, el ciberespacio es una
de las arenas que se suma a otros espacios de significación sobre las
relaciones de género, sobre los significados de ser hombre y las prácticas que
conllevan. La comprensión del impacto que está generando en las nuevas
generaciones demandan atender con celeridad este ámbito que, por lo demás,
tiene una dinámica vertiginosa y que la inteligencia artificial generativa está
revolucionando aún más. La información falsa, la reformulación del machismo, la
denominada ideología de género, tensionan la frontera de género y representan
un desafío a la aspiración de una sociedad sin género.
Acelerar el proceso de cambio hacia una sociedad con
justicia social y de género requiere añadir al financiamiento, al presupuesto
con perspectiva de género que han logrado las mujeres y feministas, recursos
orientados al trabajo con hombres en todas las etapas de la vida. Una
importante proporción de hombres se encuentran instalados en una posición
androcéntrica que se defiende aludiendo a argumentaciones ideologizadas; otra
proporción sostiene una posición ambivalente y con cierta proclividad a
considerar cambios hacia una sociedad más justa e igualitaria; otra proporción
ha incorporado cambios y algunos hacen trabajo con hombres impulsando
modificaciones con base en planteamientos feministas. Incentivar a quienes son
proclives, afianzar a quienes han incorporado cambios y fortalecer a quienes
trabajan directamente promoviendo la adopción de subjetividades y prácticas de
relación de respeto y reconocimiento de la igualdad en la diferencia, requiere
el impulso de políticas públicas y que cuente con los recursos para un trabajo
sostenido de corto, mediano y largo plazos con directrices claras y precisas.
Algunos esfuerzos ya se han realizado en México y en otras regiones (Carmona y Esquivel, 2018; Ramírez Rodríguez y
Gutiérrez de la Torre, 2017) y es preciso que se promuevan, a la vez que
investigar el curso que toman para evaluar su impacto.
7. Adentrarse en los estudios de género de los hombres
abre ventanas para comprensión de este fenómeno polifacético; ventanas para la
creatividad, la empatía y la solidaridad con fundamentos éticos para el cambio
personal y como diversidad de grupos de hombres en relación con las mujeres;
ventanas para avanzar hacia una sociedad con justicia social y de género
sostenida en una posición Estado y con la partición comprometida de las
organizaciones ciudadanas.
Bibliografía
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Stern, S. (1999). La historia secreta del género. Mujeres,
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