SILENCIADXS POR LA VIOLENCIA: EXPERIENCIAS DE LA POBLACIÓN ESTUDIANTIL LGBTTTIQ+

 

SILENCED BY VIOLENCE: EXPERIENCES OF THE LGBTTTIQ+ STUDENT POPULATION

 

José María Nava Preciado[1]

Rosa Alicia Rojas Paredes[2]

Úrsula Aylín Gutíerrez Oídor[3]

 

DOI: https://doi.org/10.32870/lv.v0i0.8113

 

Resumen

El presente estudio tiene como propósito analizar las violencias, basadas en la diversidad sexo-genérica, que vive el estudiantado LGBTTTIQ+ de la Universidad de Guadalajara, tanto de bachillerato como de licenciatura, a partir de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022) aplicada en el 2022. Si bien el número de participantes LGBTTTIQ+ en la encuesta no es una muestra representativa, los datos brindan información relevante para conocer su exposición a las violencias. Los resultados arrojan que seis de cada diez personas manifiestan haber sufrido algún incidente de violencia a lo largo de su vida. De los diferentes tipos de violencias, la violencia psicológica puntúa los porcentajes más altos. Al aplicar la prueba Chi-cuadrado encontramos que el estudiantado de bachillerato está más expuesto a las violencias que el de licenciatura. Como mecanismo de protección, un número significativo de estas juventudes, opta por ocultar su identidad y su orientación sexual ante sus conocidos. Asimismo, cuando sufren algún tipo de violencia, prefieren platicarlo con sus amistades y sólo un porcentaje muy bajo se atreve a denunciar, entre otras razones porque existe miedo a que las violencias puedan intensificarse.

 

Palabras clave: población LGBTTTIQ+, estudiantes, violencias, discriminación

 

Abstract

The purpose of this study is to analyze the violence, based on sex-gender diversity, experienced by LGBTTTIQ+ students at the Universidad de Guadalajara, both high school and undergraduate students, based on the Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022) applied in 2022. Although the number of LGBTTTIQ+ participants in the survey is not a representative sample, the data provide relevant information to know their exposure to violence. The results show that six out of ten people say they have suffered an incident of violence throughout their lives. Of the different types of violence, psychological violence scores the highest percentages. When applying the Chi-square test, we find that high school students are more exposed to violence than undergraduate students. As a protection mechanism, a significant number of these young people choose to hide their identity and sexual orientation from their acquaintances. Likewise, when they suffer some type of violence, they prefer to talk about it with their friends and only a very low percentage dare to report it, among other reasons because there is fear that the violence could intensify.

 

Keywords: LGBTTTIQ+ population, students, violence, discrimination

 

Introducción

En la actualidad podría parecer que la homolesbotransfobia no es tan activa como lo fue en el siglo xx. Sin embargo, lejos de haber desaparecido, se oculta y se disfraza bajo los ropajes de la tolerancia, al mismo tiempo que sigue cobrando víctimas a través de formas como el linchamiento y el asesinato (Lamas, 2021; Peribañez Blasco, 2020). La LGBTTTIQ+fobia tiene la facultad de ser camaleónica: se instrumentaliza adaptándose a las circunstancias y a los tiempos. Aun cuando las leyes postulen los Derechos Humanos de un grupo determinado, no significa que les sean más favorables; son las condiciones de discriminación y las experiencias en contextos específicos las que modelan su efectividad.

De este modo, la violencia más alta, vergonzosamente, va dirigida a quienes son diferentes por su identidad sexo-genérica (Aziz Nassif, 2011; Rodríguez Zepeda, 2021). Esto lo confirman algunas encuestas levantadas en el país como por ejemplo la Encuesta Nacional sobre Discriminación y la Encuesta Nacional sobre la Salud Mental de las Juventudes LGBT 2024 (The Trevor Project, 2024). Si bien estas encuestas presentan un panorama nacional sobre la prevalencia de las violencias hacia las personas LGBTTTIQ+, independientemente de los lugares por donde transitan, podemos afirmar que las víctimas de la discriminación están en nuestro horizonte inmediato. En cualquier dirección que miremos las encontramos: en la familia, la escuela y el trabajo. Es en los espacios domésticos donde la discriminación se muestra con nitidez y la estigmatización viste los ropajes de lo cotidiano, estando su autoría, basada en prejuicios homolesbotransfóbicos, a cargo de las personas más cercanas a las víctimas. La genealogía de estos prejuicios está atada, fundamentalmente, a las costumbres, a las entonaciones de las voces, a lo corporal y la apariencia de las personas; así, los hábitos de las minorías se vuelven fuente de contaminación (Nussbaum, 2006). En efecto, la apariencia del otrx es aquella cosa con la que nos enfrentamos al conocer a alguien, y sobre ella se construyen las narrativas de la violencia, sin importar si hay algo más allá en las personas.

Así, pues, para conocer cómo se viven las violencias en la Universidad de Guadalajara (UdeG), diversas instancias de la UdeG, coordinadas por el Centro de Estudios de Género, levantaron en el año 2022, la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022). En esta encuesta se diseñó un apartado dirigido a la población estudiantil LGBTTTIQ+ con el objetivo específico de:

 

Estimar la prevalencia de violencia por motivos de diversidad de identidades de género y orientaciones sexuales en sus distintos tipos (física, sexual, psicológica, económica e institucional), para dos periodos de referencia: a lo largo de la vida y los últimos 12 meses. (Muñiz, s.f.)

 

Cabe señalar que la violencia hacia este grupo de estudiantes, tanto de bachillerato como de licenciatura, está mediada por una carga simbólica cultural e históricamente construida en la sociedad, convirtiéndose en una discriminación aparentemente natural y, en consecuencia, supuestamente justificada (Zanetti, 2020). Si bien la encuesta arroja datos relevantes sobre los diferentes tipos de violencias vistas por el estudiantado en general, en este texto nuestro interés se centra en visibilizar las experiencias que sobre la violencia vive el alumnado LGBTTTIQ+, dentro y fuera de los recintos universitarios. De esta manera, nuestras preguntas de partida son: ¿Qué violencias prevalecen en la comunidad estudiantil LGBTTTIQ+ por su diversidad de género y orientación sexual? y ¿Las violencias se viven por igual entre el estudiantado de bachillerato y licenciatura?

 

El epicentro de la violencia

Tener una vida diferente implica, por ejemplo, tener prácticas religiosas distintas a la mayoría, pertenecer a una comunidad que no concuerda con criterios cis-heteronormativos al asumir prácticas sexo-diversas a la narrativa masculina dominante o bien, asumir una identidad de género que no se ajusta al modelo binarie. Sin embargo, el binarismo de género no tiene sustento porque entre el sí (A) y el no (B) existen muchas formas de vida que no son estrictamente reductibles ni a A ni a B. Así, una lógica difusa o una lógica de gradación se hace necesaria. Si lo ejemplificamos con la sexualidad, podemos entonces aceptar la existencia de un abanico de variadas identidades sexo-genéricas: trans, no binarie, bisexual, asexual, queer; i.e., multiplicidad de prácticas y orientaciones sexuales como agentes existen (Mardones Leiva et al., 2022).

Cabe pues la pregunta: ¿Por qué la condena moral y social tan arraigada en contra de esta comunidad? Una posible respuesta es que la discriminación hacia la llamada marea arcoíris se materializa porque al traducir los atributos de la marea al código ético mayoritario no se corresponden con él; específicamente, al no acomodarse a la ideología heterosexual opresora entonces se les cataloga como lo trastornado (Constain, 2021a). Si algo está trastornado, desviado, entonces debe ser anulado; al quedar fuera de los moldes predominantes del ideal ético masculino, la única opción es desaparecer la ética enferma de la minoría; desde este canon, las personas que tienen otra visión moral son concebidas como un medio y no como un fin (Kant, 1989). Así, la discriminación se puede entender como todo intento de interpretar el mundo basado en un lenguaje único; este discurso de poder niega cualquier otro tipo de escritura, porque se sitúa fuera de las categorías construidas en torno a la sexualidad (Foucault, 1977), aunque éstas sean anacrónicas.

En aras de la repugnancia, como dice Nussbaum (2006), se justifica la condena y no se aceptan concesiones para esta comunidad, porque cualquiera de sus demandas representa una ofensa que daña el tejido social y violenta los códigos morales. Por esto mismo, se instituyen de manera encubierta y abierta, los dispositivos para impedir que esas personas menoscaben aquello que la ideología heterosexista ha construido con creces. Para quienes patrocinan el estereotipo patriarcal, las realidades no heteronormativas no comprenden ni conocen lo profundo, lo puro y lo correcto de la gramática que configura su moral; para estas huestes, las narrativas LGBTTTIQ+ son opuestas a las creencias del mundo que representan (Nussbaum, 2007). De este modo, las personas solo tienen una disyuntiva, o eligen plegarse al modelo instituido o deben afrontar el odio; ellxs representarían el tercero excluido y, como consecuencia, no tienen lugar en el mundo. Quienes propagan la ideología binarie la defienden contra toda narrativa que esté fuera de la moral uniforme; estas actitudes, como dice Sartre (1948), constituyen “una pasión y una concepción del mundo” (p. 16). Indudablemente, la deliberación está ausente en este tipo de agentes, porque en su mundo solo cabe una forma, un solo color de mirar las cosas, una única narrativa con una sola sintaxis, no se permite la interlocución entre un yo y un tú semejantes (Lyotard, 1998).

Así, considerando este epicentro de la violencia, el presente estudio plantea como objetivos específicos: (1) comprender el clima universitario por el que transitan nuestrxs estudiantes LGBTTTIQ+; (2) asimismo, analizar en qué medida el estudiantado de la diversidad sexo-genérica tiene la propensión a ocultar o manifestar abiertamente su identidad de género y orientación sexual; (3) examinar la prevalencia de violencia hacia la población LGBTTTIQ+ para identificar las formas que padecen más frecuentemente, comparando posibles diferencias entre bachillerato y licenciatura; (4) explorar si existen correlaciones significativas entre las distintas formas de violencia, su fuerza y su dirección.

 

Nota metodológica

Es importante aclarar que el contexto y la vitrina metodológica de la encuesta se presentan en el artículo introductorio de este volumen. Por obvias razones no se profundizan en este reporte. Sin embargo, conviene precisar que, ante el número importante de datos arrojados por el instrumento, en el apartado sobre población estudiantil LGBTTTIQ+, se valoró la pertinencia de identificar la información idónea para este escrito. Conviene aclarar, por su parte, que las categorías utilizadas para identidad de género fueron: hombre cisgénero, mujer cisgénero, hombre transgénero, mujer transgénero, persona no binarie u otra. Para las categorías de orientación sexual se empleó: heterosexual, lesbiana, homosexual, bisexual, asexual, pansexual u otra. La encuesta no capta información específica ni permite realizar análisis relativos a personas intersexuales o travesti.

Participantes. ¿Quiénes son lxs estudiantes que respondieron Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022)? Del total de lxs encuestadxs (N = 7342), el 60.1% de lxs que respondieron sobre su identidad de género son estudiantes de bachillerato (n = 4409); el 39.9% son estudiantes de licenciatura (n = 2933). De ese total, solo 240 estudiantes se consideran personas no cisgénero (3.3%), 184 de bachillerato (4.2% de su nivel educativo) y 56 de licenciatura (1.9% respecto de su nivel). Por su parte, 1534 jóvenes (20.9% del total) se asumen como personas no heterosexuales; i.e., ya sea homosexual, lesbiana, bisexual, pansexual, asexual y otro. Esta condición de diversidad de género y sexual la contemplamos con el acrónimo LGBTTTIQ+.

Instrumentos. Para recuperar la información se utilizó un cuestionario estructurado, el cual se desplegó en una plataforma digital, aplicándose in situ. En cuanto al protocolo ético, se aseguró el anonimato del estudiantado, utilizando contraseñas y otros mecanismos para la selección de la muestra. De dicho cuestionario se analizaron, para el presente estudio, los reactivos correspondientes a los apartados de valores y actitudes en torno al género; lo correspondiente a prejuicios o actitudes de tolerancia/intolerancia o propensión a la discriminación de minorías de género y orientaciones sexuales, y estereotipos asociados a la población diversa, así como los ítems del módulo de violencia contra la población LGBTTTIQ+.

Análisis de la información. Para el procesamiento de los datos se utilizó un software especializado de análisis estadístico IBM-SPSS. Con relación al primer objetivo específico, para realizar un acercamiento al clima universitario por el que transitan nuestrxs estudiantes LGBTTTIQ+, se llevó a cabo un análisis de frecuencias y porcentajes de los reactivos referentes a prejuicios y estereotipos contra la población diversa. Sobre los siguientes objetivos específicos, se realizó también un análisis de frecuencias y porcentajes, pero se utilizó además la prueba de Chi-cuadrado para averiguar si existían diferencias estadísticamente significativas por nivel educativo. Respecto al objetivo cuatro, consistente en examinar si existen correlaciones significativas entre las distintas formas de violencia hacia la diversidad sexo-genérica, se realizó un análisis correlacional de Pearson. Para su interpretación se consideró el criterio de Cohen (1988) de conformidad con el cual, un valor alrededor de 0.1 se considera correlación débil o pequeña, moderada alrededor de 0.3, y fuerte si presenta un valor de 0.5 o mayor. En el análisis de la discusión de los resultados contamos con el apoyo de un estudiante trans, quien nos acompañó en el proceso, siendo útil su mirada para la tarea y cumplir así con los fines de la publicación. Su interés en el tema y su activismo en favor de las personas trans nos permitió, mediante sus recomendaciones, tener un diálogo reflexivo con él y así dar un tratamiento más cuidadoso al lenguaje del texto.

 

Resultados

Clima universitario por el que transitan nuestrxs estudiantes LGBTTTIQ+

Dentro de la población universitaria todavía prevalecen prejuicios en contra del estudiantado que se posiciona como parte la población no binarie. Considerando el total de personas que participaron en la encuesta, 2.5 de cada 10 estudiantes (25.2%), dice estar muy de acuerdo y de acuerdo con la idea de que existen solo dos géneros: femenino y masculino. Si analizamos esta respuesta por identidad de género, observamos que 4 de cada 10 de los hombres cisgénero (39.5%) comparten esta creencia y un 1.5 de cada 10 de mujeres cis también lo creen así (15.2%). Además, el 8% del total general de participantes, cree que las personas sexo-diversas son más promiscuas y un 7.1% considera que las parejas del mismo sexo no deben adoptar niñxs; en ambos casos, los hombres cisgénero puntuaron el porcentaje más alto (14.1% y 11.4%, respectivamente). Por su parte, el 8.3% del total de participantes siente incomodidad cuando parejas del mismo sexo se demuestran su afecto en público. Asimismo, un 12.6% no muestra disposición a compartir su casa con una persona trans, seguido del número que no lo haría con un homosexual (9.8%) y, en tercer término, tampoco la compartirían con una lesbiana (7.2%). Estos datos, si bien corresponden a una minoría con relación al total de participantes en el estudio, nos sirven para comprender el clima institucional por el que transitan lxs estudiantes LGBTTTIQ+ en su paso por la universidad. Cabría esperar que, al encontrarnos en un recinto universitario, la discriminación/violencia en su contra debería estar superada; sin embargo, esta información muestra que no es así. La siguiente viñeta nos da una idea de esto: “En la Universidad de Guadalajara hay misoginia y no hacen nada al respecto, aunque se hable de ello con los superiores”. Estudiante de licenciatura. Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022).

Ocultamiento de su identidad de género y su orientación sexual. Decíamos que 240 (3.3. %) del total del estudiantado se identificó como no cisgénero (n = 240). De ese número 184 (4.2%) eran de bachillerato y 56 de licenciatura (1.9%). Pero encontramos que una gran mayoría de estxs estudiantes tienden a ocultar su identidad de género: de lxs estudiantes de bachillerato que se asumen como personas no cisgénero, 137 (75.45%) reportan que nadie, pocos y menos de la mitad de sus conocidos saben acerca de su identidad genérica. En el caso de la licenciatura, de quienes que se asumen como personas no cisgénero, 44 jóvenes (78.57%) respondieron igual. La diferencia entre ambos niveles resultó no estadísticamente significativa (Chi-cuadrado (gl = 4) = 2.668, p = .615).

Sobre las orientaciones sexuales, como se dijo antes, los números son distintos: 1534 jóvenes del total de la muestra (20.9%) declara tener una orientación no heterosexual. 943 eran adolescencias de bachillerato (21.4 % del total de la muestra encuestada) y 591 juventudes de licenciatura (20.2% del total de la muestra encuestada). Sin embargo, se observa que un número importante de personas jóvenes no afrontan dicha orientación ante sus conocidos. Concretamente, 670 bachilleres (74.53%) de los 943 respondieron que nadie, pocas o menos de la mitad de las personas que conocen están al tanto de su orientación sexual. En el caso de licenciatura, 367 jóvenes (64.05%) informan estar en la misma posición. Al aplicar la prueba de Chi-cuadrado, la diferencia entre bachillerato y licenciatura resultó ser estadísticamente significativa (Chi-cuadrado (gl = 4) = 24.24, p < .001). Como se registra, lxs estudiantes, de ambos niveles educativos, tienen la propensión a ocultar su identidad de género, y son más abiertxs cuando hablan sobre su orientación sexual. Pero, cuando se les cuestiona cómo se sienten sobre su orientación sexual, el 20.68% (n = 305) declara sentirse entre muy mal, mal y regular. De ese porcentaje, 197 son estudiantes de bachillerato (64.59%) y 108 de pregrado (35.41%). La prueba de Chi-cuadrado muestra que la diferencia entre bachillerato y licenciatura es estadísticamente significativa (Chi-cuadrado (gl = 4) = 13.94, p = .007).

Asimismo, cuando se les pregunta si en la internet versus la vida real, pueden mostrar con mayor honestidad su identidad de género y su orientación sexual, las respuestas son las siguientes: 501 de las personas jóvenes de bachillerato (55.36%) manifiestan estar muy de acuerdo y de acuerdo en ello. Por su parte, 277 de lxs estudiantes de licenciatura (48.60%) dicen estar muy de acuerdo y de acuerdo en que la internet les ofrece la oportunidad de mostrar sus identidades de género y sus orientaciones sexuales. En contraste, solo 202 del nivel bachillerato (22.32%) dice estar en desacuerdo y muy en desacuerdo en que la internet les permita manifestar honestamente su identidad de género y su orientación sexual. En el caso de las personas jóvenes de licenciatura, 183 (32.11%) asumen la misma postura. Al aplicar la prueba de Chi-cuadrado, la diferencia entre bachillerato y licenciatura resultó ser estadísticamente significativa (Chi-cuadrado (gl = 4) = 18.88, p = .001).

Nótese que, a pesar de estar en la universidad, todavía encontramos muchas personas jóvenes con miedo a mostrar abiertamente su orientación sexual. 337 (37.91%) adolescencias de bachillerato, que asumen una orientación sexual no heteronormada, expresan estar muy de acuerdo y de acuerdo en tener miedo a salir del closet. Para ilustrar lo anterior, considérese una de las voces encuestadas: “A veces quiero morir, quiero ser libre, decir que soy gay, pero mi padre ha dicho que si soy gay él me mata y tengo mucho miedo salir del closet”. Estudiante de bachillerato. Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022). En la misma situación están 197 (35.56%) estudiantes de licenciatura. Aquí, el análisis por la prueba Chi-cuadrado mostró que entre los dos niveles de escolaridad la diferencia no es estadísticamente significativa (Chi cuadrado (gl = 4) = 8.24, p = .083).

Violencia psicológica. Seis de cada diez personas (61.9%) que se clasifican como estudiantes parte de la población LGBTTTIQ+, reportaron haber sufrido algún incidente de odio a lo largo de su vida. Si revisamos por tipos de violencia, podemos apreciar que la violencia psicológica alcanza los porcentajes más altos: 60.2% la han sufrido al menos una vez en su vida. Si comparamos las cifras, este tipo de violencia la sufren tanto estudiantes de preparatoria como de licenciatura (Tabla 1). Las variaciones significativas solo se aprecian en dos ítems: el primero se relaciona con la experiencia de haber sido obligadxs a tomar los denominados esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (ECOSIG). El segundo ítem se relaciona con la experiencia de vivir la exclusión del ambiente familiar; en ambos casos las adolescencias del bachillerato marcan un mayor porcentaje (15.1% y 23.4% respectivamente). En los demás, las diferencias son ligeras.

 

Tabla 1. Violencia psicológica hacia la población estudiantil LGBTTTIQ+.

A lo largo de toda tu vida, ¿alguna persona o personas, por motivo de tu orientación sexual, tu identidad o expresión de género …

Bachillerato

(%)

Licenciatura

(%)

Total

(%)

Chi-cuadrado

(gl = 1)

te han ignorado o no te han tomado en cuenta?

26.4

26

26.3

.035

te han hecho comentarios que te incomodan sobre tu cuerpo, tu apariencia, tu identidad o tu orientación?

50.8

50.7

50.8

.002

te han dicho insultos, ofendido o humillado por tu orientación sexual, identidad o expresión de género?

34.7

37.7

35.8

1.304

te han obligado a tomar algún curso, terapia o tratamiento para “corregirte” o “enderezarte”?

15.1

8.7

12.6

12.826***

te han negado la entrada o pedido que te retires de algún comercio o establecimiento?

4.9

4.0

4.6

.602

has sido excluidx del ambiente familiar?

23.4

17.5

21.2

7.081**

has sido excluidx del ambiente religioso?

30.4

28.5

29.6

.557

te han chantajeado con tu identidad u orientación sexual (por ejemplo, revelarla) para que hagas o cedas en algo?

17.8

15.2

16.8

1.613

 

Nota: * p < .05. **p < .01. ***p < .001

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

Violencia física. Las incidencias de la violencia física (13.4%) son menos numerosas que las violencias psicológica y sexual en contra de la población LGBTTTIQ+. Sin embargo, esto no significa que esté ausente de su vida; una sola acción violenta contra una persona es suficiente para reaccionar. Así, los resultados indican que un número importante de estudiantes ha tenido experiencias de maltrato físico: en dos ítems se observa que las adolescencias de bachillerato son quienes más lo han padecido (Tabla 2). Al aplicar la prueba de Chi-cuadrado, la diferencia entre los subgrupos de bachillerato y licenciatura resultó ser estadísticamente significativa en dos de los ítems.

 

Tabla 2. Violencia física en población estudiantil LGBTTTIQ+.

A lo largo de toda tu vida, ¿alguna persona o personas, por motivo de tu orientación sexual o tu identidad o expresión de género …

Bachillerato

(%)

Licenciatura

(%)

Total

(%)

Chi- cuadrado

(gl = 1)

te han pellizcado, jalado el cabello, empujado, jaloneado, abofeteado o aventado algún objeto?

13.6

9.9

12.1

4.481*

te han pateado o golpeado con el puño?

7.9

6.0

7.2

1.983

te han amenazado, atacado o agredido con un cuchillo, navaja o arma de fuego?

5.0

2.6

4.1

5.061*

 

Nota: * p < .05.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

Violencia sexual. Una de las violencias más atroces contra la comunidad LGBTTTIQ+ se relaciona con la violencia sexual. Esta violencia presenta incidencias muy preocupantes, independientemente de si son estudiantes de preparatoria o licenciatura: 31.0% del estudiantado de la diversidad la ha padecido al menos una vez en su vida; en cada una de las preguntas encontramos respuestas que denotan esta prevalencia (Tabla 3). La prueba de Chi-cuadrado presenta diferencias significativas entre los subgrupos en dos preguntas: haber vivido la experiencia del jaloneo de la ropa interior es mayor en bachillerato, mientras ser obligadx a tener relaciones sexuales es mayor en el nivel de licenciatura.

 

Tabla 3. Violencia sexual en población estudiantil LGBTTTIQ+.

A lo largo de toda tu vida, ¿alguna persona o personas, por motivo de tu orientación sexual o tu identidad o expresión de género …

Bachillerato

(%)

Licenciatura

(%)

Total

(%)

Chi-cuadrado

(gl = 1)

te han jaloneado la ropa para ver tus partes íntimas o tu ropa interior?

10.5

6.4

8.9

7.266**

te han hecho sentir miedo de ser atacadx o abusadx sexualmente?

18.7

16.6

17.9

1.061

te han obligado a mirar escenas o actos sexuales o pornográficos?

6.3

6.0

6.2

.073

te han propuesto o insinuado tener relaciones para “curarte”, “cambiarte” o “corregirte”?

18.1

21.4

19.3

2.459

han tratado de obligarte a tener relaciones sexuales en contra de tu voluntad?

5.3

7.9

6.3

4.226*

te han obligado a tener relaciones sexuales en contra de tu voluntad?

4.4

5.5

4.8

.868

 

Nota: * p < .05. **p < .01.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

Violencia institucional. Sobre la violencia que cometen, por omisión o por comisión, los servidores públicos de cualquier orden gubernamental, las cifras son menos alarmantes si las comparamos con las violencias antes referidas: 8.3% del estudiantado de la diversidad la ha experimentado. Esta violencia institucional la han vivido y la viven personas tanto de bachillerato como de licenciatura (Tabla 4). Al aplicar la prueba de Chi-cuadrado, encontramos una diferencia significativa entre ambos grupos, pero solamente en uno de los ítems. Los índices son ligeramente superiores cuando tienen alguna experiencia con alguna persona funcionaria pública (3.8% en estudiantes de preparatoria y 1.6% en jóvenes de licenciatura).

 

Tabla 4. Violencia institucional en población estudiantil LGBTTTIQ+.

A lo largo de toda tu vida, ¿alguna persona o personas, por motivo de tu orientación sexual o tu identidad o expresión de género …

Bachillerato

(%)

Licenciatura

(%)

Total

(%)

Chi- cuadrado

(gl = 1)

te ha detenido la policía para inspeccionarte o arrestarte o de alguna manera violentado tus derechos?

3.9

5.6

4.6

2.319

te han negado u obstaculizado algún servicio de salud o atención médica?

3.4

2.3

3.0

1.523

se te ha impedido donar sangre?

2.6

3.5

3.0

.984

te han negado la inscripción a una escuela u obstaculizado tu derecho a la educación?

2.1

1.8

2.0

.185

se te ha negado atención o tratado mal u obstaculizado algún trámite o servicio por parte de algún funcionario público?

3.8

1.6

3.0

6.095*

 

Nota: * p < .05.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

Análisis correlacional. Para establecer correlaciones entre los diferentes tipos de violencia aplicamos la prueba de correlación de Pearson. Sin embargo, las variables de violencia física y violencia institucional presentaron valores de asimetría y curtosis superiores a +-2, incumpliendo con ello el supuesto de normalidad. Por ello, complementamos el análisis con una prueba no paramétrica: la correlación Spearman, la cual recomendamos tomar como referencia para estas dos variables. Así, como se expresa en la Tabla 5, todas las correlaciones resultaron estadísticamente significativas. También se observa que la magnitud de todas las correlaciones resultó similar en ambas pruebas estadísticas (paramétrica y no paramétrica).

La violencia psicológica presentó un grado de asociación entre moderada y fuerte con la violencia sexual. Con el resto de las violencias la correlación fue de moderada a débil. Asimismo, la violencia física, aunque es menos frecuente, presentó un grado de asociación de moderada a fuerte con las violencias psicológica, sexual e institucional. Por su parte, las prevalencias de violencia sexual e institucional presentaron una correlación entre débil y moderada. Finalmente, la prevalencia general tuvo una correlación muy fuerte con la violencia psicológica, fuerte con la sexual, moderada con la física y, finalmente, entre moderada y débil con la institucional.

 

Tabla 5. Correlaciones bivariadas entre prevalencias de violencias contra la diversidad LGBTTTIQ+ a lo largo de la vida.

 

General

Violencia psicológica

Violencia sexual

Violencia física

Violencia institucional

General

1

.964**

.526**

.308**

.235**

Violencia psicológica

.964**

1

.489**

.308**

.215**

Violencia sexual

.526**

.489**

1

.435**

.281**

Violencia física

.308**

.308**

.435**

1

.388**

Violencia institucional

.235**

.215**

.281**

.388**

1

 

Nota: N = 1563. ** p < .01. En la parte superior se muestra los valores de correlación de Pearson y en la inferior los de Spearman. ** p < .01

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

En quiénes sí se confía y en quiénes no. Al estudiantado se le preguntó si sufrió algún tipo de violencia en los últimos 12 meses, y se le cuestionó si compartieron con alguien lo ocurrido. Lxs jóvenes responden en alto porcentaje (91.2%) que se lo confiaron a algún amigo, amiga, amigue o compañerx. Tal porcentaje disminuye significativamente cuando se refiere a sus padres: el 42.1% de las adolescencias de bachillerato y el 35.7% de licenciatura platicaron la experiencia con sus progenitores. Por su parte, el 41.5% de bachillerato y el 52.8% de licenciatura confirman que compartieron lo ocurrido con sus parejas. Al cruzar sus respuestas con referencia a otras personas, el porcentaje es menor (Tabla 6). En ese sentido, tampoco la cultura de la denuncia es común entre ellxs; concretamente, cuando se les pregunta si pidieron apoyo (por ejemplo, asesoría legal, psicológica o médica, en alguna dependencia pública o privada o bien en alguna organización o asociación) después de haber sufrido algún acto de violencia, solo 98 estudiantes de bachillerato (17.3%) lo hicieron y 52 de licenciatura (14.6%). Esta diferencia no es significativa entre los dos subgrupos.

Respecto a si ellxs, o alguien de la familia, buscaron alguna conciliación, presentaron queja o denunciaron ante alguna autoridad, por lo acontecido, vemos que una minoría lo hizo: 50 adolescencias de preparatoria lo hicieron (8.9%) y 10 de licenciatura (2.8%). Una vez aplicada la prueba de Chi-cuadrado, la diferencia entre bachillerato y licenciatura, en este punto, resultó ser estadísticamente significativa (Chi-cuadrado (gl = 1) = 13.222, p < .001).

 

Tabla 6. Personas en quienes confían lxs estudiantes LGBTTTIQ+ para contar sus experiencias de violencia.

¿Le contaste a alguien sobre lo que te sucedió?

Bachillerato

(%)

Licenciatura

(%)

Total

(%)

Chi-cuadrado

(gl = 1)

¿Le contaste lo ocurrido a alguno de tus papás?

42.1

35.7

39.7

1.332

¿Le contaste lo ocurrido a tu pareja?

41.5

52.8

45.7

4.048*

¿Le contaste lo ocurrido a amigxs o compañerxs?

91.2

91.3

91.2

.003

¿Le contaste lo ocurrido a vecinx o conocidx?

12.6

6.3

10.3

3.325

¿Le contaste lo ocurrido a psicólogx o trabajadorx social?

37.3

34.9

36.4

.199

¿Le contaste lo ocurrido a sacerdote, religiosa o ministrx?

4.2

2.4

3.5

.762

¿Le contaste lo ocurrido a otra persona?

10.9

0.8

7.1

11.808**

 

Nota: * p < .05. **p < .01.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2023).

 

Discusión

El estudio exhibe que en el espacio universitario todavía existen estudiantes cisgénero y heterosexuales que están a favor de “la hegemonía fálica” (Giddens, 1998). El porcentaje de estxs jóvenes que señala, en lo general, a las personas de la diversidad sexual como promiscuxs, o que manifiestan que no convivirían con ellxs, es un botón de muestra del machismo subyacente en un grupo del estudiantado que no reconoce la diversidad de la naturaleza humana. Así, en nuestra sociedad, la repugnancia hacia una sexualidad plástica se traduce en una gradiente de violencias que va de lo simbólico a lo institucional y que culmina, muchas veces, en la agresión física y sexual (Nussbaum, 2006). El grupo LGBTTTIQ+ que estudia en la Universidad de Guadalajara no es ajeno a sufrir estas violencias inoculadas profundamente en las estructuras mentales.

Los resultados revelan que la violencia psicológica en contra de esta comunidad es la más arraigada; está en el orden de las cosas, en el lenguaje, en la escuela, en la cultura; i.e., en los diferentes espacios por los que transitamos (Bourdieu y Wacquant, 1995). Se materializa en patrones estereotipados que reproducen discriminación, dominación y desigualdad (Cámara de Diputados, Comisión de Igualdad de Género, 2017). Esta violencia reproduce la primacía del modelo masculino (Bourdieu, 1998) y sus perpetradores la practican impúdicamente en contra de la población LGBTTTIQ+, al no provocar un daño físico, consideran que es natural, prolongando el prejuicio de que si no hay morete no hay violencia. Por eso, esta violencia tiene una prevalencia más alta que las otras violencias, como revelan las declaraciones de las juventudes LGBTTTIQ+ para quienes, contrariamente, engendra profundos daños emocionales, lacera su locus interno, provoca depresión, estrés y en casos extremos, incita a ideas suicidas (The Trevor Project, 2024; Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2017). Pero, ¿por qué en algunos ítems los niveles de violencia presentan porcentajes más altos en las adolescencias de bachillerato? Es claro que las identidades LGBTTTIQ+ viven episodios de violencia psicológica y sexual desde que empiezan a expresar variaciones opuestas a la heteronormatividad. Este subgrupo de población se abre a la sexualidad en esta edad y, al ser la sexualidad un elemento clave en la construcción de sus identidades (Fandiño Pascual y Rodríguez Pousada, 2018), los convierte en personas vulnerables a todo tipo de agresión al no identificarse con el performance hombre o mujer; así, conforme descubren su sexualidad subversiva arrecia la violencia. Quizá por esta razón lxs adolescentes perciben con mayor fuerza una violencia inédita, no experimentada con la misma frecuencia en la infancia. Esta exposición permanente a las violencias explica por qué lxs jóvenes callan y ocultan su identidad de género, silencian su voz para evitar la discriminación (Medrán, 2024); predomina un miedo latente a ser descubiertxs y sufrir las consecuencias de ostentar una identidad diversa a la estándar. En algunos casos recurren a la técnica del camuflaje (cispassing); i.e., hacerse pasar como personas cis (Constain, 2021b). Esto puede entenderse, por un lado, como la negación de reconocer su propia expresión de género y, por el otro, como un temor potencial a que los demás la descubran. Esta evasión, autoimpuesta, no puede comprenderse sino como una forma de suicidio social. Adviértase que estamos frente a un miedo endémico, que ya es constitutivo de las personas sexo-diversas. Pero además ¿por qué la población de la diversidad sexo-genérica tiene la propensión a ocultar más su identidad de género, y no así su orientación sexual? En esta interrogante la respuesta de un estudiante trans (X, comunicación personal, 1 de octubre del 2024), nos refiere que en ocasiones existe una limitación mayor a expresar una identidad distinta a cisgénero, ya sea por desinformación, discriminación o falta de autoconocimiento; por ejemplo, en repetidas ocasiones las personas pueden darse cuenta primero de que son no heterosexuales, pero tomarse más tiempo para la autoexploración de su identidad de género o bien para decirlo a las demás personas. Esta situación se presenta por temor a la no aceptación o a ser víctima de agresiones ya que, sin duda, esta segunda población sufre una opresión distinta y tiene en su contra más prejuicios e invalidación por parte de la sociedad cis-hetero normada.

Por eso se entiende que, para el estudiantado LGBTTTIQ+, las relaciones intergrupales constituyen un verdadero desafío, pues no se sienten parte de la familia, de la escuela y de la convivencia vecinal. Este aislamiento, provocado por el contexto adverso, acentúa los problemas de adaptación, infelicidad, despersonalización y autoexclusión, porque son incapaces de apropiarse de las costumbres de las sexualidades prefabricadas, pero también de aportarles su propia visión.

Scandroglio et al. (2008) postulan que la identidad individual de una persona se configura en parte por lo social, en virtud de que los seres humanos estamos vinculados o somos parte de ciertos grupos. Así, ¿qué pasa con este sector de la población que, en lugar de ser integrado, enfrenta permanentemente a la LGBTTTIQ+fobia que demerita sus atributos? ¿cómo afecta su autoestima? Algunas respuestas son las siguientes: tienen miedo de salir del closet, presentan una autovaloración negativa de sí mismxs y no le encuentran sentido a vida. A este respecto, los resultados son claros: las juventudes LGBTTTIQ+ prefieren hablar de la violencia que viven con amigas, amigos, amigues y sus parejas, y con una proporción mucho menor con la familia. De este modo, intentan escapar de los ambientes patológicos y buscar lugares más amables para vivir, para decidir, como dice Camps (1990), su estilo de vida de manera libre. Asimismo, nos permite comprender también por qué una mayoría elige no contarle a nadie cuando sufren algún tipo de violencia, por temor a que, en lugar de inhibirla, ésta se intensifique. En muchos casos, ellxs mismxs se someten a un estado de alerta llevándolxs a la violencia autoinfligida.

Como se puede observar, las correlaciones directas estadísticamente significativas entre distintos tipos de violencia pueden obedecer a la presencia de factores comunes subyacentes a todas ellas, así como a un proceso de reforzamiento entre las mismas. Con respecto a los factores comunes, estos pueden estar constituidos por una estructura social y cultural heteronormativa que estigmatiza la diversidad sexo genérica; estructura que subyace a las distintas conductas de violencia física, sexual, psicológica e institucional.

 

Conclusiones

Aunque es un estudio pionero en la UdeG, los resultados nos arrojan una perspectiva amplia sobre la prevalencia de las violencias que vive nuestro estudiantado en los espacios cotidianos y guardan relevancia con otros trabajos llevados a cabo entre las comunidades universitarias como, por ejemplo, el Primer informe sobre violencia por razones de género y discriminación en la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana [UAM], 2022), y el estudio patrocinado por la Fundación Arcoíris y la Comisión Nacional de Derechos Humanos: Violencia escolar contra estudiantes LGBT en México (Avilez Ortega y Ayala Torres, 2022). Entre otros objetivos, estas dos investigaciones buscan conocer los factores que el estudiantado asocia a las violencias por razones de género y la discriminación, en este caso al grupo LGBTTTIQ+. Este mismo objetivo también se trazó la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022).

De este modo, los hallazgos, de acuerdo a los objetivos del estudio, revelan la violencia como una experiencia constitutiva de las personas LGBTTTIQ+ y nos permite entender la condición de vulnerabilidad a la que se someten. Aunque, necesariamente, es menester profundizar y complementar este tipo de estudios mediante una variedad de enfoques metodológicos y de muestras más amplias, con la pretensión de tener más conocimiento de sus experiencias y darles el apoyo institucional. Se pudo comprobar que las diferentes violencias contempladas en la encuesta se viven por parte de nuestro estudiantado LGBTTTIQ+, confirmando la tesis de que las violencias en contra de las identidades no normativas, aún hoy y en nuestro contexto, están presentes con sus matices. En algunos casos la correlación entre los estudiantes de bachillerato y licenciatura, que viven discriminación/violencia por su identidad de género y orientación sexual, muestra diferencias significativas; sin embargo, la población adolescente es más propensa a padecerla. Aunque, por el número de estudiantes que se asumen como tales, debemos tomar los resultados con cautela. La Encuesta también acredita que las violencias en contra de las personas no binaries están interconectadas, es decir, se ha logrado tejer una estructura que favorece, de acuerdo con el contexto y a la situación, que se ejerzan sin el menor pudor. Desde luego, las violencias no son homogéneas, existen variaciones entre un tipo y otro, pero podemos afirmar su presencia en los diferentes espacios por donde transitan lxs jóvenes. Asimismo, pudimos identificar que, ante el temor de sufrir algún tipo de violencia, prefieren ocultar sus identidades y sus orientaciones sexuales, con el impacto emocional que esto implica. No podemos olvidar que estxs estudiantes constituyen un segmento de la población estudiantil que, por la adversidad del entorno, requiere de espacios universitarios más inclusivos. Por eso la pertinencia de realizar más estudios sobre este grupo, con el afán de construir con urgencia una política de hospitalidad y pluralismo social en beneficio de este sector estudiantil.

 

Bibliografía

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[1] Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: jnava_preciado@yahoo.com.mx

[2]Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: rosa.rojasparedes2019@gmail.com

[3]Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: ursula.gutierrez0765@alumnos.udg.mx