DESPUÉS DEL #METOO.
PERCEPCIÓN DE LOS HOMBRES SOBRE EL #METOO Y LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS
CONTRA EL ACOSO Y HOSTIGAMIENTO SEXUAL
AFTER #METOO.
MEN'S PERCEPTION ABOUT THE #METOO AND FEMINIST MOVEMENTS AGAINST SEXUAL
HARASSMENT
Dinora Hernández López[1]
DOI: https://doi.org/10.32870/lv.v0i0.8150
Resumen
El propósito de este artículo es llevar a cabo un
análisis descriptivo y una discusión de los datos recabados de la sección
denominada “Después del #MeToo” de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et
al., 2022). En este apartado se
explora la percepción de los hombres de la comunidad estudiantil de la
Universidad de Guadalajara sobre los impactos del #MeToo y los movimientos
feministas contra el acoso y hostigamiento sexual. Se presenta evidencia
empírica acerca de la postura que adoptan los varones con respecto a los efectos,
tanto positivos como negativos, que han tenido estos movimientos en relación al
manejo de estos tipos de violencia de género y para las relaciones entre
hombres y mujeres, situando la pregunta detonante en un contexto de fuerte
interpelación feminista que exige cambios en la construcción normativa de la masculinidad
y las relaciones de género. Se llevan a cabo algunas comparaciones y síntesis
de proporciones, y se describen las tendencias que arrojan los resultados de
los ítems, interpretándolos a la luz de la discusión en curso sobre la
respuesta masculina al feminismo y, concretamente, al activismo feminista
contra el acoso sexual. Si bien limitada, sobre todo en el contexto
latinoamericano, la investigación cuantitativa y cualitativa permite, sin
llegar a aseveraciones concluyentes, plantear algunas explicaciones tentativas
sobre los resultados de esta parte de la encuesta. Los estudiantes de la
Universidad de Guadalajara tienen una percepción moderadamente positiva sobre
los impactos del #MeToo y los movimientos feministas contra el acoso y
hostigamiento sexual que, en un porcentaje significativo de casos, también es
neutral. Una tercera parte de los hombres percibe negativamente estos
movimientos cuando evalúan sus impactos perjudiciales para las relaciones entre
hombres y mujeres. Estas apreciaciones son diferentes entre los estudiantes
dentro y fuera de la caja de la masculinidad, tendiendo a ser más positivas en
los varones con masculinidad más equitativa.
Palabras clave: estudiantes, #MeToo, acoso sexual, masculinidades,
feminismo
Abstract
This article offers a descriptive
analysis of the data collected in the "After #MeToo" section of the Encuesta Universitaria de Género, Nuestras Voces (Muñiz Moreno et al., 2022). This section focuses on the
perceptions of male students at the University of Guadalajara regarding the
impact of #MeToo and feminist movements against sexual harassment. The analysis
provides empirical insights into the positions adopted by these men, examining
both the positive and negative effects of such movements on the handling of this type of gender violence and on relations between men and women, placing the triggering
question within a
framework of strong feminist interpellation,
which challenges traditional norms of masculinity and calls for a reconfiguration
of gender relations. The article presents trend comparisons and syntheses of
proportions interpreted within the broader discourse on male responses to
feminism, particularly feminist activism addressing sexual harassment. Although
limited, especially in the Latin American context, quantitative and qualitative
research allows some tentative explanations of the results of this part of the
survey without arriving at conclusive statements. Findings suggest that
students at the University of Guadalajara generally perceive the impacts of
#MeToo and feminist movements positively, though a significant portion hold
neutral views. Notably, about one-third of male respondents perceive these
movements negatively, particularly when they assess their damaging impacts on
male-female relations. These perceptions are different between students inside
and outside The Man Box, tending to be more positive among males with more
equitable masculinity.
Keywords: students, #MeToo, sexual
harassment, masculinities, feminism
Introducción
El tema de la sección 7 de la Encuesta Universitaria de Género, Nuestras
Voces (Muñiz Moreno et al., 2022) es la masculinidad. La parte 3, titulada Después del #MeToo, tiene el
objetivo de explorar la percepción de los hombres de la comunidad estudiantil
sobre el #MeToo y los movimientos feministas contra el acoso y hostigamiento
sexual. Se intenta recoger evidencia empírica acerca de la postura que asumen
los varones con respecto a los impactos, positivos y negativos, que han tenido
estos movimientos para el manejo del acoso y hostigamiento sexual y las
relaciones entre hombres y mujeres, situando la pregunta detonante en un
contexto de fuerte interpelación feminista que exige cambios en la construcción
normativa de la masculinidad y las relaciones de género[2].
A través de una escala tipo
Likert de 5 puntos de niveles de acuerdo, se formulan cuatro enunciados que
recuperan la postura de la población “hombres” y, desagregando esta
información, de las subpoblaciones “dentro” y “fuera” de la caja de la
masculinidad. Este instrumento mide las actitudes de los encuestados a partir de sus
expresiones de acuerdo o desacuerdo sobre una afirmación, ítem o reactivo (Matas,
2018, p. 39). La distinción
“dentro” y “fuera” de la caja permite ver las diferencias de percepción y
posicionamiento entre masculinidad normativa y equitativa. De acuerdo con Heilman, Barker y Harrison (2017), los hombres “dentro de
la caja” responden a una construcción de género “ajustada a creencias rígidas y
restrictivas de los que significa ser ‘un hombre de verdad’” (p. 7). Estar
“dentro de la caja” implica alinearse a las expectativas normativas de la
masculinidad, involucra ideas y prácticas de ejercicio de fuerza, agresión y
control, sensibilidad atenuada, autosuficiencia emocional, marcada
heterosexualidad, homofobia, hipersexualidad, rigidez de rol, conductas de
riesgo y suposiciones sobre jerarquía de género. En oposición, quienes están
“fuera de la caja” son “aquellos que se han liberado de ella y han adoptado
ideas y actitudes más positivas y equitativas sobre lo que debe pensar y actuar
‘un hombre de verdad’”(Heilman
et al., 2017, p. 7); se trata de masculinidades que se alejan del patrón
normativo, tradicional y hegemónico, hacia ideas y prácticas que apuntan a
configuraciones alternativas e incluyen la idea de relaciones de género más saludables
y equilibradas[3].
Los ítems exploran cuatro
cuestiones clave de la recepción masculina del #MeToo y los movimientos
feministas contra el acoso sexual que también han sido recuperadas en sondeos,
encuestas e investigaciones a las que se hará referencia en la sección de
discusión de este artículo, dos sobre los impactos positivos y dos acerca de
los negativos. Se trata de tópicos como el nivel de conocimiento del acoso y desconcierto
ante los cambios en los roles y relaciones de género demandados por el
feminismo, el temor a la denuncia y el modo como este activismo ha alterado las
relaciones de género[4].
En este artículo se propone un
análisis descriptivo de los datos, ordenar, contrastar y sintetizar las
proporciones, así como describir las tendencias que arrojan los resultados de
los ítems de la sección “Después del #MeToo”, interpretándolos a partir de la
discusión en proceso sobre la respuesta masculina al feminismo y concretamente
al activismo feminista contra el acoso sexual. Si bien escasa, sobre todo en el
contexto latinoamericano, la investigación cuantitativa y cualitativa autoriza
plantear algunas explicaciones tentativas sobre los resultados sin llegar a
aseveraciones concluyentes, puesto que esta sección de la encuesta tiene un
carácter más bien exploratorio.
#MeToo y masculinidades
El movimiento #MeToo emergió en el año 2017
impulsado por los señalamientos de acoso sexual contra el productor de
Hollywood, Harvey Weinstein. El hashtag, tuiteado por vez primera por la
actriz Alyssa Milano, se convirtió rápidamente en
tendencia. Si bien esta manera de visibilizar y denunciar la violencia sexual y
el sexismo tiene antecedentes importantes en el contexto anglosajón (De Maricourt y Burrell, 2021), el
#MeToo destaca por sus alcances duraderos y globales, sin duda, empujados
inicialmente por la presencia mediática y el nivel de poder y prestigio de
denunciantes e implicados.
Punto álgido del feminismo de
la cuarta ola con su fuerte acento en la lucha contra la violencia de género
contra las mujeres y el activismo digital (Varela, 2019), el #MeToo abrió
espacios de discusión sobre el acoso sexual en las redes sociales, trascendió internet
a través de formas innovadoras de activismo feminista, como los tendederos en
México, y permeó la discusión pública y diversos ámbitos institucionales, influyendo
en la cultura mediática, entrando en conexiones productivas con otros momentos
y temas del activismo feminista contra la violencia y la agenda de las
disidencias sexuales, y aportando a la sensibilización de la sociedad sobre la
violencia de género hacia las mujeres.
En
México (González Pino, 2023), la viralización e influencia más importante del
movimiento ocurrió en mazo de 2019, cuando apareció por vez primera el hashtag
#MeToo, publicado en Twitter por Ana G. González, quien denunciaba actos de
violencia de género contra el escritor Herson Barona. El movimiento conmocionó
a la sociedad mexicana dando lugar a un debate sobre la violencia sexual hacia
las mujeres, pero también acerca de la legitimidad de este tipo de denuncia,
adquiriendo gran fuerza en el circuito universitario del país.
En noviembre de 2019 (Méndez y
Mendoza, 2019), el movimiento contra el acoso estalló al interior de la Universidad
Nacional Autónoma de México, durante ese año y el siguiente, las universitarias
del movimiento de Mujeres Organizadas (MO) llevaron a cabo paros y actividades
de protesta. En la Universidad de Guadalajara surgieron colectivos y redes de
estudiantes como “CUCEI Fem”, “Feministas en CUCBA”, “MeToo CUAAD” y “MeToo
UDG”, se organizaron tendederos anónimos en varios centros de la red
universitaria y visibilizaron casos de acoso de docentes y administrativos,
aumentando también las denuncias ante la institución.
A través de la interpelación directa a
varones con nombres y apellidos, estas protestas contra la violencia sexual
significaron un cuestionamiento de frente a la masculinidad hegemónica
la configuración de la
práctica de género que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema
de la legitimidad del patriarcado, lo que garantiza (o se considera que
garantiza) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las
mujeres. (Connell, 2015, p. 112)
Se trata de un dispositivo de poder cuya tarea es
la producción de sujetos varones por medio de un proceso de generización
enmarcado en un orden de género cis hetero patriarcal y que opera “bajo
la idea, la creencia o la convicción, de que los tiempos, cuerpos,
sexualidades, energías y capacidades de las mujeres y feminidades deberían
estar a su disposición” (Fabbri, 2021, p. 33).
El activismo feminista contra
el acoso sexual ha tenido recepciones tanto positivas como negativas por parte
de los hombres, funcionando como sismógrafo de la respuesta masculina al avance
de la agenda feminista y luchas de las mujeres y sus impactos en el
mejoramiento de su situación, en formas post #MeToo de políticas de la
masculinidad; las prácticas, movilizaciones y luchas que, concibiendo la
masculinidad como tema central, “se ocupan del significado del género masculino
y de la posición de los hombres en las relaciones de género” (Connell, 2015, p.
248). De acuerdo con algunos estudios (Bonino, 2008, p. 35; Zalbagoitia
Herrera y Bautista Rojas, 2024, p. 26), el afán de transformación de los
varones, la mayor parte del tiempo, no tiene detrás la iniciativa propia, sino
que aparece en respuesta a las luchas y presiones de mujeres con distinto grado
de cercanía (política, intelectual o afectiva). La política de la
masculinidad actual se conforma de tendencias que van de formas de
masculinidad reflexiva que se proponen modificaciones en la construcción
normativa de género y están a favor de relaciones de género más equitativas, y
masculinidades con actitudes reaccionarias ante una amenaza percibida contra la
posición social, el bienestar de los varones y sus vínculos tradicionales con
las mujeres, backlash, que incluyen posturas
postfeministas y antifeministas. Se trata de formas de contestación complejas
que, como se verá más adelante en este artículo, también incluyen hibridajes.
Flood (2019, p. 21) habla de tres llamamientos
que el #MeToo le plantea a los hombres y significan
distintos grados de exigencia de cambio: 1. Escuchar, reconocer y valorar
negativamente la violencia contra las mujeres. 2. Reflexionar sobre la propia
conducta en relación con la violencia contras las mujeres y otros varones y cambiarla.
3. Abonar al cambio social posicionándose en contra de los varones que ejercen
la violencia, modificando las dinámicas sistémicas que contribuyen al acoso y
abuso sexual.
Análisis de los datos
Esta sección de la encuesta se propone captar la percepción
masculina de los efectos positivos y negativos del #MeToo y los movimientos
feministas contra el acoso y hostigamiento sexual en las relaciones entre
hombres y mujeres, tomando en cuenta tanto la totalidad de la muestra como la
distinción “dentro” y “fuera” de la caja de la masculinidad.
El apartado está compuesto de
cuatro enunciados: en el ítem 20 se explora la posición de los hombres al
respecto de los efectos del #MeToo y los movimientos feministas para la gestión
positiva del acoso y hostigamiento sexual; el ítem 21, indaga en sus efectos
negativos para las relaciones entre hombres y mujeres; en el ítem 22 se trata
de abordar sus consecuencias benéficas para las relaciones de género; por
último, el ítem 23 trata sobre sus impactos negativos para las relaciones de
género como efecto del miedo masculino a las denuncias.
Los ítems se plantean
incluyendo la descripción del contexto y la pregunta detonante acerca de la percepción
masculina del impacto del #MeToo y los movimientos feministas contra el acoso y
hostigamiento sexual:
En los últimos 4 años (después
del #MeToo) se han escuchado de escándalos de acoso sexual en muchos lugares,
empezando en Hollywood, pero también en los deportes, en la academia, en las
corporaciones y muchos países. También se ha oído de marchas, mítines y muchas
acciones de movimientos feministas, como los tendederos. Quizá conozcas algo de
eso. Al día de hoy, ¿cómo sientes que te han impactado, si es que de alguna forma, todos esos movimientos? Por favor, de
las siguientes oraciones, indica qué tan de acuerdo estás con cada una de
ellas. 1 El Movimiento #MeToo comenzó en el 2017 a
partir de la denuncia pública por acoso sexual de un famoso productor de cine.
Tabla 1. Creo que el #Metoo y el feminismo han tenido un efecto positivo
en cómo se lidia con el acoso y hostigamiento sexual. (% de hombres según
nivel de acuerdo con la premisa y según su ubicación dentro o fuera de la
Caja de Masculinidad).
Fuente: Muñiz Moreno (2024). |
Muy de acuerdo (%) |
De acuerdo (%) |
Ni acuerdo ni
desacuerdo (%) |
En desacuerdo (%) |
Muy en desacuerdo (%) |
Total (%) |
||
TODOS |
8.2 |
23.5 |
43.2 |
16.4 |
8.6 |
100 |
|
CAJA DE MASCULINIDAD |
DENTRO |
7.3 |
26.5 |
49.8 |
14.8 |
1.6 |
100 |
FUERA |
9.1 |
20.9 |
37.3 |
17.8 |
14.9 |
100 |
Fuente: Muñiz Moreno (2024).
Muy de acuerdo (%) |
De acuerdo (%) |
Ni acuerdo ni
desacuerdo (%) |
En desacuerdo (%) |
Muy en desacuerdo (%) |
Total (%) |
||
TODOS |
21.8 |
31.4 |
37.3 |
6 |
3.4 |
100 |
|
CAJA DE MASCULINIDAD |
DENTRO |
11.9 |
31.8 |
45.4 |
8.5 |
2.5 |
100 |
FUERA |
30.9 |
31.1 |
30.1 |
3.8 |
4.2 |
100 |
Fuente: Muñiz Moreno (2024).
Muy de acuerdo (%) |
De acuerdo (%) |
Ni acuerdo ni
desacuerdo (%) |
En desacuerdo (%) |
Muy en desacuerdo (%) |
Total (%) |
||
TODOS |
11.6 |
19.1 |
34.2 |
19.1 |
15.9 |
100 |
|
CAJA DE MASCULINIDAD |
DENTRO |
9.8 |
21.7 |
43.2 |
20.3 |
5 |
100 |
FUERA |
13.3 |
16.8 |
26.2 |
18 |
25.8 |
100 |
Fuente: Muñiz Moreno (2024).
Tomando en cuenta la población de hombres en total
y estimación del resultado de los cuatro enunciados, la percepción de los
estudiantes de la Universidad de Guadalajara acerca del #MeToo y los
movimientos feministas contra el acoso y hostigamiento sexual es medianamente positiva
y también, en una proporción importante, neutral. Pero esta recepción experimenta
variaciones dependiendo de la carga valorativa del ítem.
Para la mitad de los varones,
la percepción es medianamente a favor cuando se trata de enunciados sobre los
impactos positivos de estos movimientos para la gestión del acoso y
hostigamiento sexual y las relaciones entre hombres y mujeres. 5 de cada 10
varones están de acuerdo o muy de acuerdo con el ítem: “Creo que el #MeToo y
los movimientos feministas de los últimos tiempos han tenido un efecto positivo
en cómo se lidia con el acoso y hostigamiento sexual” (Tabla 1), un porcentaje
similar encontramos en lo relativo al planteamiento: “He tomado conciencia y
creo que mis relaciones con las mujeres son mejores” (Tabla 3).
Cuando se trata de
afirmaciones sobre los impactos negativos de estos movimientos, 3 de cada 10
varones están en desacuerdo con la afirmación: “Ahora me cuesta más
relacionarme con las mujeres por miedo a que me acusen de algo”, una proporción
que se equilibra con la opción neutral y los dos niveles de acuerdo, pero
porcentualmente es el resultado más alto, 35% (Tabla 4). Un gran porcentaje de
hombres, 4 de cada 10, no está ni de acuerdo ni en desacuerdo con el ítem:
“Creo que las relaciones entre los hombres y las mujeres se han visto dañadas”
(Tabla 2).
Un análisis más detenido sobre
la percepción desfavorable de estos movimientos indica que 3 de cada 10 varones
están de acuerdo o muy de acuerdo con los ítems sobre los impactos negativos (Tablas
2 y 4): la idea de que las relaciones han resultado dañadas y ahora les cuesta
más relacionarse con las mujeres por miedo a ser objeto de alguna acusación; mientras
que 1 de cada 10 dice estar en desacuerdo o muy en desacuerdo con los efectos
positivos de estos movimientos: 1 de cada 10 con el ítem 20 y menos de uno
(9.4%) con el ítem 22.
Las diferencias más
significativas se encuentran al desagregar los datos con el criterio “dentro” y
“fuera” de la caja de la masculinidad. Los resultados indican que hay una
percepción más positiva de estos movimientos de los hombres fuera de la caja de
la masculinidad (más equitativos) con respecto a quienes están dentro
(normativos).
6 de cada 10 varones fuera de
la caja de la masculinidad están de acuerdo en considerar que el #MeToo y los
movimientos feministas han tenido un efecto positivo para el manejo del acoso y
hostigamiento sexual (Tabla 1); mientras que los varones dentro de la caja que
apoyan esta idea son 4 de cada 10, misma cantidad que expresa no estar ni de
acuerdo ni en desacuerdo.
Así mismo 6 de cada 10 varones
fuera de la caja de la masculinidad están de acuerdo con la idea de que las
relaciones entre hombres y mujeres son mejores (Tabla 3); mientras que los
varones dentro de la caja que apoyan esta idea son 4 de cada 10, misma cantidad
que expresa no estar ni de acuerdo ni en desacuerdo.
3 de cada 10 varones fuera de
la caja de la masculinidad está en desacuerdo con la idea de que las relaciones
entre hombres y mujeres han experimentado daño a raíz de estos movimientos (Tabla
2), a diferencia de los hombres dentro de la caja que están en desacuerdo en
una proporción de 1 de cada 10. Además, la mayoría de los varones fuera de la
caja, casi 5 de cada 10, se colocan en posición neutral.
4 de cada 10 hombres fuera de
la caja están en desacuerdo con la idea de que ahora experimente dificultades
para relacionarse con las mujeres por miedo a una acusación (Tabla 4); mientras
que los varones dentro de la caja lo están en un número de 2 de cada 10. Estos
últimos se colocan, en su mayoría, en posición neutral, 4 de cada 10.
Aunque la percepción de los
hombres fuera de la caja es más positiva cuando se estima el resultado de los
cuatro ítems, la cifras sobre los impactos negativos de estos movimientos
muestran que la mayoría son neutrales con respecto a la idea de que las
relaciones entre hombres y mujeres hayan sido dañadas, 37.3%, y un 30% está de
acuerdo o muy de acuerdo con este planteamiento (Tabla 2). De igual modo, un
30.1% está de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación de que ahora
experimente miedo a ser acusado de algo al relacionarse con las mujeres (Tabla
4). Este resultado indica que alrededor de un tercio de los hombres con
masculinidad más equitativa percibe que estos movimientos han tenido impactos
negativos para las relaciones de género.
De la población total, un
porcentaje significativo de hombres optan por no tomar posición, en promedio 3
de cada 10. Desagregando este dato entre varones dentro y fuera de la caja de
la masculinidad, la mayoría de quienes están dentro de la caja se sitúan en
posición neutral en los cuatro ítems, 4 de cada 10, en tanto, los varones fuera
de la caja optan por la casilla intermedia en una proporción de 2 o 3 de cada
10. Considerando la población total de hombres, aunque el porcentaje de casos
neutrales es significativo, se distribuye casi en la misma proporción con
respecto a las posiciones a favor y en contra. En lo que respecta a la postura
dentro y fuera de la caja de la masculinidad, la posición neutral es un
indicador del modo como se diferencia la percepción entre masculinidades más
equitativas y normativas.
Destaca, además, que un
porcentaje de varones cambia de posición entre los ítems sobre los impactos
positivos y negativos. De la población total, alrededor de un 20 por ciento oscila
entre la recepción a favor, cuando se trata de ítems sobre los efectos
benéficos de estos movimientos, y la percepción negativa o neutral, cuando se habla
de los impactos perjudiciales, el daño y el miedo. Este porcentaje se aproxima
al de los varones dentro y fuera de la caja. El hecho llama la atención puesto
que los ítems están polarizados: dos son contrarios en lo relativo a la gestión
del acoso (1 y 4) y dos en lo que concierne a las relaciones entre hombres y
mujeres (2 y 3). Este resultado indica respuestas contradictorias y en tensión.
Discusión
Aunque la sección de la encuesta “Después del
#MeToo” tiene un carácter exploratorio que se propone aportar elementos
empíricos para las discusiones teóricas en proceso, como lo menciona Susana
Muñiz en la Introducción a este volumen. A continuación, se presenta una
constelación de explicaciones extraídas del debate sobre la política de la
masculinidad contemporánea en relación con el feminismo y, concretamente,
con la recepción masculina del #MeToo y los movimientos feministas contra el
acoso sexual. Una buena parte de las encuestas y estudios disponibles se
enfocan en la respuesta de rechazo, reactiva y antifeminista, backlash, pero sobresale que las escasas
investigaciones cualitativas situadas en México proporcionan algunos hallazgos para
la interpretación de la posición neutral y oscilatoria en los resultados de
esta parte de la encuesta. Es importante señalar que se trata de indicios sin
carácter concluyente, a la espera de estudios cualitativos e indagaciones de
mayor alcance tanto al interior como por fuera de este instrumento.
Como se señaló previamente, en
dos de los cuatro ítems, la mitad de los hombres de la comunidad estudiantil de
la Universidad de Guadalajara están a favor de los efectos positivos del #MeToo
y los movimientos feministas, esta percepción se mantiene al desagregar entre
hombres dentro y fuera de la caja de la masculinidad, aunque es mayor la
proporción en el último caso. Los resultados de esta sección de la encuesta se
aproximan, con sus diferencias, a los de sondeos realizados en el 2017 y 2018,
las cuales observaban que el #MeToo había contribuido a una toma consciencia de
los varones, sobre todo los más jóvenes, alrededor de la violencia de género
contra las mujeres: 49% en los Estados Unidos, aunque el 48% no estaba de
acuerdo con esta idea (Dan, 2017), y 58% en Reino Unido (Fawcett Society, 2018).
Los hombres fuera de la caja
tienden a estar en proporción mayor a favor de estos movimientos. En este
sentido, los resultados de la encuesta detectan la asociación entre
masculinidad equitativa y recepción positiva del feminismo; aunque habría que
matizar y profundizar esta aseveración en futuros análisis, contando con el
hecho de que alrededor de un tercio percibe efectos de daño en las relaciones
de género. En tanto, los hombres dentro de la caja se sitúan en el porcentaje
más alto, alrededor del 40%, en la posición intermedia en los cuatro ítems, de
acuerdo o muy de acuerdo con los ítems positivos en la misma proporción y también
de acuerdo o muy de acuerdo con los negativos en un número de alrededor del
30%. Esto indica que los hombres con masculinidad normativa tienden a colocarse,
en una proporción significativa, en posición neutral.
En investigación que recoge
el estado de la discusión sobre la calidad de los datos de las escalas tipo
Likert, Matas (2018) señala que la posición intermedia (neutral) está pensada
como la opción
de indecisión, indiferencia o ambivalencia, pero también ha sido leída por los especialistas de otras
maneras. Se reconoce que el instrumento está expuesto a los sesgos de “tendencia
central” (propensión a elegir las alternativas moderadas, evitando los extremos) y de “respuesta
socialmente deseable” (disposición a responder de la manera que se espera que
sea mejor vista por los demás). Matas presenta una tipología de encuestados de
posición intermedia: los ambivalentes, quienes realmente no se identifican con
ninguno de los dos extremos; los indiferentes, sin interés por el tema o por responder
concienzudamente; los aquiescentes, que contestan pensando en cumplir con las
expectativas de su propio grupo o referentes; así como los que evaden u ocultan
opiniones socialmente no deseables. Aunque también se menciona la
desinformación y el desconocimiento.
Sondeos y encuestas del 2018
sobre la recepción masculina del #MeToo en el contexto anglosajón daban cuenta
de más de la mitad de los varones no había escuchado de la campaña (GQ, 2018;
Fawcett Society, 2018). En el caso de los estudiantes
de la Universidad de Guadalajara, a más 5 años del momento álgido del
movimiento en nuestro país, considerando sus efectos en la sociedad y presencia
continuados en las Instituciones de Educación Superior, parece poco probable
que no se tuvieran indicios de estos eventos, a esto hay que añadir la amplia
descripción del contexto que enmarca la pregunta detonante.
En lo que sigue se recogen
algunas explicaciones tentativas, no concluyentes ni definitivas, que pudieran
señalar rutas de comprensión con respecto a los varones de la comunidad
estudiantil de la Universidad de Guadalajara que optaron por no manifestar una
posición ni a favor ni en contra de los impactos de estos movimientos.
De Maricourt
y Burrell (2021) presentan la política de la
masculinidad contemporánea a través de un esquema que contrapone la
libertad de expresión a una supuesta censura a favor de lo “políticamente
correcto”. Varones reacios al #MeToo perciben un desequilibrio en los
beneficios obtenidos por hombres y mujeres en beneficio de la agenda feminista,
sintiendo coartada la posibilidad de manifestar sus opiniones abiertamente sin
que esto implique el riesgo de exponerse al escrutinio social e institucional. El
clima social general a raíz de estos movimientos apunta hacia un ambiente de desconfianza
y amenaza percibida.
Entre los hombres hay presión para no
reconocerse implicados en la agenda feminista, aliados del movimiento o
identificados con sus demandas. Un estudio reciente (Tena Guerrero, 2024, p.
26) sobre la respuesta de hombres universitarios en México ante el feminismo
señala que esta desidentificación tiene detrás distintos modos de
coacción, hostigamiento, exclusión y puesta en entredicho de la masculinidad por
parte de los mismos varones. Además, analizando este distanciamiento, Jones y
Blanco (2024, p. 57) afirman que el acercamiento masculino al feminismo
requiere de dosis de vergüenza de género y duelo, al significar el abandono de
una identidad a la que este movimiento interpela éticamente.
El silencio y anonimato
son respuestas recurrentes de los varones ante al activismo feminista, el
cuestionamiento de la masculinidad y rechazo del feminismo (Palumbo
y López Sánchez, 2021). El silencio es parte importante de las masculinidades
cómplices (Connell y Messerschmidt, 2005),
tendederos y escenas de violencia y acoso son observados en silencio mayormente
por los varones que tienen miedo de aparecer nombrados o implicados ante sus
pares (p. 164). Palumbo y López Sánchez (2021, p.
168), en indagación sobre respuesta de las masculinidades universitarias en
México ante el feminismo, sostienen que la contestación de los varones también
puede operar diferenciando entre lo privado y lo público; en este último ámbito
prevalecen sentimientos de represión y pudor, en tanto, en la esfera de lo
íntimo y de anonimato, como las redes sociales, los hombres superan el silencio
y retraimiento expresando sus malestares con respecto a las mujeres y el
feminismo.
Alrededor del 30% de los
hombres de la Universidad de Guadalajara encuestados está de acuerdo con la
idea de que estos movimientos han tenido impactos negativos, daño y perjuicio
para las relaciones de género.
Varones resistentes al cambio interpretan la interpelación feminista como ataque contra su identidad y amenaza para el uso y acceso a recursos materiales y simbólicos en una atmósfera de guerra impulsada por el feminismo. Esta sensación de agravio se fundamenta en la idea de que existen prerrogativas masculinas históricas inalienables que el feminismo intenta arrebatar (Kimmel, 2017). Parte importante de la política de género antifeminista (Bates, 2020; Ging, 2019) discurre en las redes sociales de la manosfera o machosfera (Manosphere), la cual muestra tener amplias capacidades de polinización tanto dentro como fuera de internet. Con participación masculina mayoritaria, estos nichos digitales están teniendo impacto en otras esferas de la sociedad, alimentando una atmósfera misógina sostenida por actores diversos con propósitos que convergen a raíz de un malestar compartido que alimenta la reacción masculina y es potenciado y canalizado funcionalmente para los propósitos políticos de distintos grupos del radicalismo de derecha contemporáneo, y entre cuyas actitudes destacan (Delgado Ontivero y Sánchez-Sicilia, 2023) el resentimiento, victimismo y posturas conspiranóicas sobre un supuesto proyecto ginocéntrico, sostenido por la misandría que estaría detrás del feminismo (Ging, 2019). Los seguimientos especializados en otros países ha identificado el discurso de la manosfera en estudiantes jóvenes de distintos niveles, como el negacionismo, victimismo y uso de estadísticas espurias (García-Mingo y Díaz Fernández, 2022; Bates, 2020)
En este ambiente antifeminista
circula la imagen de que el #MeToo es una campaña de “cacería de brujas” (Garber,
2018), orientada a desprestigiar y atacar a varones de manera injusta y
ventajosa. El #MeToo aparece como un movimiento que rebasó los límites, una valoración
en contra también incluye la renuencia a creerle a las mujeres, siendo
frecuente la preocupación por las acusaciones falsas. El 57% de hombres y 48% de
mujeres estadounidenses estaban de acuerdo con la idea de que “las falsas
acusaciones de acoso sexual contra los hombres eran muy comunes”; 36% de los
varones estaban preocupados por la posibilidad de ser acusados injustamente y
30% de las mujeres por que fuera acusado un varón que les importara (Ipsos, 2018).
En investigación de medios impresos mexicanos, Cardona Acuña y Arteaga Botello
(2021) hablan de una polarización de la opinión pública, quienes están a favor
apoyan la denuncia anónima y visibilización de los
agresores, concibiéndola como una forma de justicia horizontal ante las
deficiencias del Estado y las instituciones y definiendo a las denunciantes
como personas conscientes y racionales; quienes se oponen, sostienen que estas
están movidas por el rencor, la venganza y el odio, de manera que no buscan
justicia ni reparación sino el linchamiento, haciendo uso del anonimato y la
denuncia sin pruebas. El esquema reactivo facilita la resolución conforme a la
norma patriarcal al colocar al feminismo en el lugar del enemigo y desplazar la
atención del cuestionamiento del papel y responsabilidad de los varones, fomentando
su falta de compromiso con el reconocimiento, posicionamiento en contra y
ruptura con este estado de cosas, en lugar de politizar la sensación de agravio
en beneficio de un cambio en el orden de género en una forma de lo que Azpiazu
Carballo (2017) denomina incomodidad productiva.
En investigación sobre la
respuesta masculina al feminismo llevada a cabo con estudiantes de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Zabalgoitia Herrera y Bautista Rojas (2024) señalan que los
alumnos tienen capacidad para identificar formas de sexismo recurrentes, pero
no de reconocerse implicados en estas ni de verlas como parte de un patrón
general de la masculinidad tradicional, en una “falta de correspondencia para
ligar prácticas de violencia microsexista con los
beneficios que reportan; así también, con las jerarquías y asociaciones que
sostienen a la masculinidad” (p. 42). Este fenómeno de desimplicación
también ha sido detectado por Jones y Blanco (2024, p. 51), cuando afirman que
los varones cis-hetero pueden entender racionalmente las desigualdades
entre hombres y mujeres, pero difícilmente dan el salto hacia el reconocimiento
de que sus posiciones sociales inciden en la ausencia de oportunidades y
violencias contra ellas. Tena Guerrero (2024, p. 28) asocia esta actitud con
una respuesta defensiva que elude verse involucrada con el acoso u
hostigamiento dentro de las universidades de nuestro país, desplazando la
violencia hacia los otros y justificándose con la idea de que no todos los
hombres son iguales.
Para Jones y Blanco (2024),
ante la rapidez, masividad y publicidad de la interpelación feminista a las
posiciones y prácticas de los varones, también ha emergido una respuesta de desconcierto
y desorientación. El cuestionamiento feminista desestabiliza su identidad
de género y coloca a los varones en la encrucijada política de hacerse cargo de
sus posiciones de privilegio, retándolos a lidiar con la idea del cambio y la
incertidumbre en un entorno que no favorece fácilmente la transformación (Véliz
y Castignani, 2024, p. 62). Incluso para aquellos que
tienen un compromiso ético con el cambio y son profeministas, hay obstáculos
personales para la deconstrucción, ya que esta supone pérdidas de privilegios y,
por tanto, “hacer el duelo de la idea de que con la igualdad de género ‘ganamos
todos’” (Jones y Blanco, 2024, p. 53).
A los factores mencionados se suma un clima institucional que tampoco favorece las tendencias de cambio. Al respecto de este punto, Inclán (2020) analiza las respuestas masculinas de resistencia a las revindicaciones de las colectivas feministas contra la violencia de género en la Universidad Nacional Autónoma de México que llevaron a cabo paros del 2019 al 2020, señalando que estas fueron de la indiferencia y devaluación de la violencia machista, revictimización, exculpación, cuestionamiento de los medios de denuncia y no de las causas (desviación), separación y estigmatización maniquea entre varones buenos y malos, hasta la amenaza e institucionalización del conflicto (creación de organismos internos de gestión que administran pero no resuelven el problema de fondo).
Un porcentaje de alrededor del
20% de los hombres que ven positivamente los efectos del #MeToo y los
movimientos feministas contra el acoso sexual no mantienen esta percepción en
el caso de los impactos negativos de estos movimientos, indicando estar de
acuerdo o manifestando una postura neutral. Esta tendencia también está
presente en los varones con masculinidades más equitativas.
Palumbo y López Sánchez (2021), al analizar la
respuesta de los jóvenes universitarios mexicanos a las luchas del feminismo
contra la violencia hacia las mujeres, hablan de masculinidades pendulares:
los estudiantes tienen una posición oscilatoria, “aunque mayormente de
rechazo”. Esta respuesta se mueve entre la aversión, adecuación y los
silencios, caracterizándose por la ambivalencia entre adaptación y cambio. “Las
nuevas preguntas que proyectan los feminismos sobre la sociabilidad erótica y
afectiva heterosexual no encuentran una respuesta unívoca, sino que están
signadas por la incomodidad y la contradicción en los distintos géneros” (2021,
p. 157). Este estudio cualitativo del 2019 detecta una tendencia de los varones
a informarse y conceder autoridad epistémica a lo que circula en las redes
sociales y a sus pares, y no a la teoría feminista ni a las feministas, y
corrobora algunas tendencias de la respuesta masculina encontradas en otros
contextos. Además, destaca que, aunque se constate un avance en la toma de
conciencia por parte de los varones respecto a las violencias que experimentan
las mujeres, esta queda todavía circunscrita a sus vínculos femeninos más
cercanos (Palumbo y López Sánchez, 2021, p. 171); los
varones son protectores con compañeras y amigas, pero rechazan a las feministas.
Las investigadoras también dan con algunos perfiles que se identifican como
aliados y acompañantes del movimiento en un ejercicio de masculinidad reflexiva
y ruptura de complicidad.
García Villanueva (2017) nos propone el concepto de masculinidad
paradójica para hablar de la condición actual de los hombres jóvenes de
nuestro país, definida por las tensiones y contradicciones que conllevan los
cambios generacionales y las transformaciones del género y la sexualidad. En
fase de transición e indefinición, ellos experimentan el cambio entre la
contestación y perpetuación de mandatos; el mismo varón que puede perpetrar
violencias o rechazar al feminismo es plausible que realice intervenciones
contra otros varones agresores. En el mismo tenor, los estudiantes entrevistados
por Palumbo y López Sánchez (2021, p. 157) recurren a
adecuaciones de género ante el cuestionamiento feminista, adelantan en el
reconocimiento de cuestiones como los privilegios salariales e incluso ven
positivamente el aborto, pero en temas de violencia sexual con las mujeres
continúan pensando que el feminismo es una postura radical.
Dentro de lo que Connell caracteriza como “modernización
de la masculinidad” (2015, p. 254), la masculinidad híbrida (Azpiazu,
2017) es un espacio intermedio y complejo que habla de transformaciones
parciales cuyo objetivo es restituir las posiciones de los hombres en un orden
de género cambiante que ya no acepta fácilmente ciertas ideas de cuño conservador.
Esta modalidad contemporánea de la masculinidad (Bridges y Pascoe,
2014) trata de incorporar
selectivamente elementos identitarios asociados a masculinidades y feminidades
marginadas y subordinadas, distanciándose simbólicamente de la masculinidad
hegemónica y ocultando los sistemas de poder y desigualdad de formas
históricamente nuevas.
Conclusiones
Los estudiantes de la Universidad de Guadalajara
tienen una percepción moderadamente positiva sobre los impactos benéficos del
#MeToo y los movimientos feministas contra el acoso y hostigamiento sexual que,
en un porcentaje significativo, también es neutral. Una tercera parte de los
hombres percibe negativamente estos movimientos cuando se trata de sus impactos
perjudiciales para las relaciones entre hombres y mujeres, el daño y miedo. Esta
apreciación experimenta variaciones entre estudiantes con masculinidad
normativa y más equitativa. Aunque hay una buena aceptación de los afectos
positivos de estos movimientos, la percepción neutral y negativa está más
presente en los estudiantes con masculinidad normativa. En contraste, es mayor
la proporción de varones con masculinidad equitativa que ve positivamente estos
movimientos en lo relativo a sus efectos benéficos para las relaciones de
género y la gestión del acoso; aunque el porcentaje de varones de este grupo que
están de acuerdo con los impactos negativos, relaciones dañadas y miedo a
vincularse con las mujeres, es menor al de quienes están en desacuerdo, este se
acerca al de los varones dentro de la caja, siendo de alrededor del 30 por
ciento. Además, este grupo elige en menor proporción la opción intermedia.
Aunque
la percepción de los estudiantes es moderadamente positiva, el resultado indica
que esta es predominante. Esta disposición está asociada en mayor medida con los
varones de masculinidad más equitativa. La investigación en proceso ha
detectado casos de jóvenes que no se definen feministas, pero viven su
masculinidad de modo más reflexivo, cuestionando, si bien todavía tímidamente,
la indiferencia y prácticas de sus pares en relación a la violencia contra las
mujeres. Esto señala un campo de oportunidad para una política de las
masculinidades universitaria que sea capaz de beneficiarse de esta apertura de
los hombres hacia relaciones de género no patriarcales.
Los varones con masculinidades
normativas oscilan entre la percepción positiva y negativa de estos movimientos,
y también toman una posición intermedia o neutral en un porcentaje muy
importante. Este resultado contrasta con el de las investigaciones cualitativas
traídas a este artículo, las cuales detectan claramente un predominio del
antifeminismo en los jóvenes estudiantes universitarios de nuestro país.
Con respecto a la recepción
negativa de estos movimientos, los estudios recientes apuntan hacia una percepción
masculina de un ambiente social en contra de los hombres fomentado por el
feminismo y definido por el miedo, el sentamiento de censura y la sensación de
agravio. En este aspecto, sería importante dar pasos hacía la implementación de
medidas contra la violencia de género orientadas a la procuración de justicia,
seguridad y protección de las víctimas, pero que al mismo tiempo concientice y
sensibilice a los varones sobre la importancia de cambiar la dinámica
patriarcal de las relaciones de género. Asimismo, se vuelve crucial comenzar a
indagar en las relaciones entre reacción masculina en las universidades
mexicanas y posturas antifeministas y contra la diversidad de género que
circulan en la manosfera y otros espacios digitales.
Un aspecto importante
detectado por la investigación en curso advierte del silencio, anonimato, desimplicación y desconcierto como parte de la respuesta
cómplice y mecanismos de resolución de la desorientación e incomodidad
experimentada por los varones ante la interpelación feminista. En este punto sería
importante preguntarse de qué manera las instituciones universitarias
reproducen el orden del género en beneficio de la conservación de las dinámicas
patriarcales y qué estrategias podrían contribuir a romperlo en aras de avanzar
en la construcción de universidades más equitativas. Asimismo, se vuelve
crucial avanzar en la comprensión de la relación entre la percepción
masculina antifeminista y las estructuras institucionales y sociales que la
reproducen, contrarrestando el patriarcado institucional y su tendencia a la
conservación y reproducción de la violencia de género al interior de las
universidades.
Finalmente, la encuesta revela
que un porcentaje de estudiantes oscila entre ver positiva y negativamente los
impactos de estos movimientos, lo anterior también pudiera explicar la
recurrencia de la postura neutral. Algunos estudios afirman que estamos
asistiendo a una configuración relativamente nueva de la masculinidad contemporánea,
las masculinidades pendulares e híbridas, paradójicamente compuestas de
elementos vanguardistas para el mantenimiento del orden de género.
La inestabilidad del género abre puertas a la reacción, pero también oportunidades para el cambio, sin que sea asunto fácil de determinar cuál será su orientación última. La resistencia de género habla de tensiones al interior de las masculinidades. Es justo en este punto donde las políticas institucionales, la investigación y la educación con su capacidad de incidencia social puede tener un papel decisivo, implementando medidas de protección y concientización de la comunidad universitaria, desarrollando indagaciones más puntuales sobre las masculinidades al interior de las universidades y su percepción de las relaciones de género en tiempos de cuestionamiento feminista, así como diseñando y poniendo en operación proyectos y estrategias que apunten hacia el desarrollo de una pedagogía de género capaz de fomentar los impulsos de transformación, yendo en contra de las tendencias regresivas y reaccionarias en el orden del género y produciendo insumos para los hombres universitarios que comienzan a poner en crisis el modelo tradicional y normativo de masculinidad.
En síntesis, es necesario avanzar en el diseño e implementación de políticas de género informadas y promotoras de relaciones no violentas y equitativas dirigidas específicamente a las masculinidades universitarias.
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[1] Universidad de
Guadalajara, México. Correo electrónico: dinorahelo@gmail.com
[2] Como
se menciona en el apartado introductorio de este volumen, el estudio empleó una
muestra probabilística de 7,342 estudiantes (hombres y mujeres cisgénero y
transgénero y personas no binarias) distribuidos en 69 puntos muestrales de la
red universitaria de la Universidad de Guadalajara, con un nivel de confianza
del 95% y un margen de error estadístico de +/- 1.13%. Esta muestra es
representativa por nivel educativo, región y centro universitario. Como método
de recolección de datos se empleó un cuestionario estructurado desplegado en
una plataforma digital. La técnica de levantamiento fue auto-administrada,
dirigida in situ (en las instalaciones de las escuelas visitadas),
asegurando el anonimato de las personas encuestadas y con la implementación de
contraseñas y otros mecanismos para asegurar el control de la selección de la
muestra. El procesamiento de los datos se realizó con software especializado de análisis estadístico IBM-SPSS. Para el
análisis secundario presentado en esta pieza, se tuvo acceso tanto a los
tabulados básicos (distribuciones de frecuencia simples y algunas bivariadas)
como a los microdatos de la encuesta. La población de interés analizada en este
artículo corresponde a los estudiantes que se identificaron a sí mismos como
hombres cisgénero, que corresponden a 3,132 casos de la encuesta, distribuidos
por nivel educativo como sigue:
Identidad de género |
||
Nivel educativo |
Hombres cisgénero |
|
Casos |
% |
|
Bachillerato |
1,949 |
62.2 |
Licenciatura |
1,183 |
37.8 |
Total |
3,132 |
100.0 |
[3] La caja de la masculinidad se construye sobre la base de siete dimensiones a partir de las cuales se mide, “con un nivel de precisión razonable, el grado en el que los hombres aceptan o rechazan las ideas restrictivas acerca de lo que significa ser hombre” (Heilman et al., 2017, p. 21): 1) Autosuficiencia, 2) Fuerza, 3) Atractivo físico, 4) Roles masculinos rígidos (con respecto de la división del trabajo y el cuidado de los hijos), 5) Heterosexualidad y homofobia, 6) Hipersexualidad y 7) Agresión y control. Considerando estos aspectos, la metodología construye un índice basado en la suma de puntajes del que resulta una dicotomización: la mitad que se ubica más “adentro de la caja” y la otra mitad que se ubica más “afuera” de ella.
[4] Se realizó un análisis bivariado por medio de la técnica de tablas cruzadas que permitieron comparar la proporción de estudiantes ubicados “dentro de la caja” contra la proporción de estudiantes “fuera de la caja” que respondieron a cada nivel de acuerdo de la escala Likert en relación con los ítems descritos. En todos los casos se aplicó la prueba Chi-cuadrado de significancia estadística de las diferencias de proporciones observadas en los dos grupos, resultando estas diferencias en los cuatro ítems estadísticamente significativas (Muñiz Moreno, 2024).