Trabajo diestro sin trabajadoras diestras: La (des)calificación en la industria de la aguja en Puerto Rico, 1914-1940

  • María del Carmen Baerga-Santini Universidad de Guadalajara

Resumen

Cualquier mujer que haya tomado una aguja en sus manos sin experiencia previa, sabe que no existe tal cosa como aptitud innata.No obstante, aun en la actualidad, la mayoría de las personas noconsideran la costura y el bordado como trabajo diestro en el sentido tradicional de la palabra. En lugar de conceptuar estas ocupaciones como el resultado de un relativo largo periodo de aprendizaje y adiestramiento, las destrezas de la aguja son vistas como algo natural en las mujeres, las cuales dominan desde su infancia gracias a una disposición “innata”. En efecto, ésta es la forma en que comúnmente se conciben la mayoría de las ocupaciones definidas como femeninas en las sociedades capitalistas y, por tal razón, son devaluadas.Ésta era precisamente la forma en que las clases dominantes de principios de siglo en Puerto Rico conceptuaban las ocupacionesque vinieron a desempeñar miles de mujeres en la industria de la aguja local. Desde sus comienzos, las mujeres involucradas en las tareas de bordar, calar y coser piezas de ropa para el mercado estadounidense fueron consideradas como trabajadoras no diestras o descalificadas. La creencia generalizada de que la costura “había sido una ocupación de las mujeres de Puerto Rico por siglos”, justificó la percepción de que la isla constituía una fuente inagotable de mano de obra barata y descalificada.Por ejemplo, en un memorándum de la Puerto Rico Hand Needlework Association, tales nociones quedan manifestadas claramente: Por temperamento, ambiente educativo y trasfondo histórico, nuestras mujeres son extremadamente aptas para las artesanías. Se las enseñaron en su infancia; sus antepasados las practicaban en sus tierras de origen, al amparo de sus hogares o en la reclusión de sus conventos, y no existía prácticamente ninguna mujer en esos días para la cual el embellecer alguna prenda íntima suya o del hijo que ansiosamente esperaba con unas cuantas puntadas que ponían de manifiesto su paciencia, amor por la belleza y cariño innato por su hogar y familia, no constituyera una fuente de placer y orgullo.Aún hoy, cuando estamos siendo arropados por métodos modernos y acosados al borde de la histeria por la idea de que el próximo miércoles es el día del embarque, ¿cuántas veces no hemos visto a una de nuestras muchachas campesinas bordando pañuelos plácidamente con una rosa detrás de la oreja y con su galán susurrándole cosas dulces al oído?.

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Biografía del autor/a

María del Carmen Baerga-Santini, Universidad de Guadalajara
Doctora en sociología. Profesora investigadora de la Universidad del Sagrado Corazón de Puerto Rico.
Publicado
2015-01-21
Sección
Avances de trabajo